Capítulo 11

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-¡Hey Jiang Fai, date prisa!- gritó Jiang Shen sin mirar atrás. Caminaba a grandes zancadas sobre el gran pasillo creado por comerciantes. Se detuvo en un puesto con joyería.

Después de cuatro días, Jiang Shen por fin había podido dejar su cama y rebozaba de la energía de siempre a pesar de la profunda cicatriz sobrante en su espalda. Se sentía culpable por dejar marca en la piel de un joven maestro, pero mientras no tuviera que morir en el futuro era un precio aceptable para él.

-¡Oh! ¡Qué buen ojo tiene usted respetable maestro!- premió el vendedor cuando Jiang Shen tomó una peineta de mujer con una incrustación de piedras rojas-. Sería el regalo indicado para una bella dama a la que quiera conquistar.

Jiang Shen torció su sonrisa traviesa ignorando que la peineta en sus manos había llamado a su yo ex-mujer-. Es seguro que así es, pero si quisiera conquistar a una mujer, la llevaría también a dar un paseo en bote.

El comerciante explotó en risas. -¡Debe hacerlo, debe hacerlo! Ninguna dama se negará a viajar con un hombre tan atractivo como el maestro.

-¡Tienes razón! Estoy de acuerdo ¿Tú lo estás?- le preguntó a Jiang Fai que por fin lo alcanzó cargando un montón de cajas de compras.

-J-Joven maestro Jiang- lo llamó jadeando y sin poder verlo a la cara por la torre de cosas en sus manos, aunque era seguro que estaba cubierto de sudor-. ¿P-Por qué estamos comprando tantas cosas?

-Porque no venimos todo el tiempo a LanYan y se tiene que aprovechar- dijo soltando unas monedas en las manos del comerciante. Él había comprado la peineta y ahora la atoraba en el cabello de Jiang Fai que no podía hacer nada para evitarlo.

El rostro de Jiang Fai tenía líneas negras- ¿No querrá usar esto como cebo para el líder de secta?

-¡Sería incapaz!- exclamó fingiendo ofenderse-. Mis padres merecen esto por ser quienes son, no hay nada detrás de ello.

En realidad él era capaz. Desde hace dos días, su padre, el líder de la secta JingJiang, Jing Li, había mandando a nuevos hombres para que lo vigilaran luego de que los primeros fueran expulsados por él tras mucha insistencia, así que buscaba con que convencerlo. El líder de la secta lo llamó desconsiderado, pero igual se mantuvo firme en su decisión.  Jiang Shen caminando por el mercado era el resultado de haber huido cuatro horas antes de aquellos hombres. Los muy ingenuos aún pensaban que seguía postrado en cama.

El original Jiang Shen no era rebelde, pero solía hacer las cosas a su manera, así que no se debía preocupar por arruinar su imagen más allá de exponer su miedo a las alturas y haber abrazado a Zhao Tian cuando dormía.

¿Estaría bien que Zhao Tian recibiera un regalo de mi parte? Sus ojos se posaron en una corbata para el cabello, sin embargo se detuvo con un reproche y siguió caminando. Jiang Fai lo siguió, golpeando a otras personas con las cajas. 

-¡Joven maestro! ¿Le gustaría comer un buen platillo que vaya tan bien con su imagen?- llamó una dama del muelle mientras reía dulcemente en compañía de sus amigas. 

Jiang Shen se detuvo, asegurándose de que realmente le hablaran a él. Torció una ceja aún extrañado pero igual sonrió- ¿Qué platillo puede ser ese?

-¿Por qué no viene y lo descubre? ¡La casa invita!- invitó otra de las damas acomodando su cabello.

-¡Bien!-accedió sin pensarlo dos veces, se subió al piso de madera y tomó asiento en una de las tres mesas de madera con decoraciones rojas con bastante elegancia-. ¡Jiang Fai, siéntate!

Porque Jiang Shen no lo miraba cuando lo llamó y en su lugar admiraba la fachada, Jiang Fai no tuvo que explicar cómo fue que unos metros atrás había tropezado con una gallina y ahora estaba cubierto de plumas. Las damas del muelle sí lo notaron, riendo disimuladamente detrás de sus mangas al momento de depositar pequeños platos ricos en verduras y pato con salsa agridulce delante de Jiang Shen.

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora