Capitulo 16

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La gran ola negra con huesos que se acercaba por el horizonte pronto tuvo que ser evadida por los tres que estaban en medio de la calle. Zhao Tian saltó suficientemente alto como para girar en el aire y lanzar a SheLiang contra los esqueletos que habían sido proyectados hacia ellos. Un solo giro de la espada negra destruyó cinco cuerpos en cientos de fragmentos. Ante esa escena Wu Xiao no pudo evitar sentirse afectada, pues los cuerpos que caían y se veían obligados a pelear aún luego de la muerte eran de sus seres queridos, la gente de Guangcai. Apartó la mirada y esquivó un ataque sin siquiera poder modificar su expresión.

Jiang Shen decidió permanecer en el suelo luego de debatirse entre saltar a las alturas y ser aplastado por los cabellos. Ganando su pavor a las alturas, permaneció corriendo entre las viejas casas. Evitaba ser golpeado por lo que casi parecía un brazo peludo antes de impactarse con el suelo o ser acabado por KuaiFang, en un bello baile afilado que terminaba con grandes pedazos de la melena controlada por Zhi Chao.

En el cielo, una matriz roja se dibujó con tres círculos cuando Zhao Tian lazó una bola de energía contra Zhi Chao, quién ya se encontraba saltando en los tejados con gran rapidez, sin embargo cada vez que caía con un pie mostraba cierta torpeza en la que Zhao Tian aprovechaba para atacarlo, Zhi Chao lo rechazó cada ocasión con la ayuda de una larga lanza con cadenas en los extremos. Los impactos sacaban chispas y ni los cadáveres que los rodeaban pudieron resistir la onda de choque, todo a su alrededor sufría daño cuando las dos fuerzas se encontraban con vigor e insistencia en dominar la una a la otra.

Las cosas parecían salirse de control y Jiang Shen comenzó a preocuparse por el bienestar del protagonista, pues al ser una historia ajena al arco original quizá el sistema no cumplía con su regla de protegerlo. Si las cosas salían mal ¡Podía decirle adiós a sus días de paz!

-¡Líder Wu!- la llamó con los dientes apretados luego de cortar un esqueleto por la mitad. Wu Xiao empujó a otro cuerpo con la ayuda de un pedazo de madera, mostrándose reacia a dañar a los cadáveres y se giró a verlo-. Sé que es algo atrevido de preguntar, pero Zhi Chao era su discípulo ¿Conoce algún método para vencerlo?

La niña desvió la mirada con frustración. Para un líder como ella, que se vio acorralada a cerrar su propio hogar de los extraños, le resultaba difícil pensar en palabras para traicionar a sus iguales. Decidida, se dispuso a hablar pero, antes de que pudiera decir algo, una línea de cabellos se levantó debajo de ella y la elevó por los cielos. Wu Xiao maldijo girándose en el aire, sus manos articuladas ya estaban cargadas de poder y destruyeron todas las hebras que la rodeaban- ¡Zhi Chao, detente ahora mismo! ¡Lo que haces está mal!

El grito ronco había sido tan profundo que llegó sin problema alguno hasta dónde las siluetas negra y púrpura chocaban armas por enésima vez. El cuerpo de Zhi Chao se estremeció ligeramente y aunque su piel ya no tenía color, luciendo únicamente venas marcadas y profundas cicatrices parchadas con hilo negro por la suciedad, parecía que su cara había palidecido más de lo que podía un cadáver andante con la voz de su maestra. No respondió y alejó a Zhao Tian con una ola de cabellos.

-¡Zhi Chao, escúchame!-rogó la niña cortado más del pelambre para abrirse paso hasta él.

El discípulo apretó el entrecejo lo más que su rostro seco le permitió. Sacó de su manga una pequeña caja roja con piedras de jade y la puso sobre sus labios, de inmediato, un silbido similar a una grulla resonó en la zona.

¿Grullas? Jing Shen comprendió entonces; el sonido que Ying Ying y la abuela de A-Ling habían mencionado era el canto de las grullas. En ambos casos su demencia se produjo a partir de que escucharon algo similar a lo que probablemente las controló, pero Zhi Chao podría no estar consciente de ese efecto. La gente de Guangcai controlaba a los invasores por medio de olores y sonidos, pero si tomaban una referencia para su conjuro... Los ojos negros de Jiang Shen se abrieron tras descubrir algo y juró que si alguna vez se topaba con su autor preferido, el creador de "Los mil cielos", lo abofetearía tan fuerte que este iba a desear no volver a escribir en su vida.

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora