Capítulo 76

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Por un segundo, Jiang Shen no se atrevió a despegar la cabeza ni un centímetro lejos del abrazo del protagonista. Sentía que si miraba de nuevo hacia abajo arruinaría el acto heroico con una ola de nauseas, pero al no escuchar nada por un largo rato empezó a sentirse ansioso, así que dio un vistazo tímido. En el siguiente instante, su boca se abrió tanto o más que sus ojos; los espectros que escalaban la espalda del dragón gradualmente habían cubierto su cuerpo hasta no dejar rastros visibles de él y luego de que alcanzaran el mismo nivel que la barrera de Shengming, sus ataques se concentraron en romper la defensa, agitándose violentamente sin importarles que se estorbaran unos a otros. Y aunque su visión era entorpecida por los fantasmas, Jiang Shen pudo distinguir que las nubes de tormenta habían bajado, formando un remolino que se extendía sobre todo el volcán y que levantaba grandes pedazos de roca mientras el viento avivaba las llamas del suelo.

Confundido por la ausencia de ruido Jiang Shen se giró a ver el rostro de Zhao Tian, quien no parecía afectado, y fue incapaz de articular las palabras correctas para explicar su desconcierto. Por suerte el protagonista, como si leyera su pensamiento, le dio una explicación- La barrera cubre el sonido, es demasiado ruidoso.

Jiang Shen cabeceó en entendimiento pese a que aún sentía irreal la escena y siguió el movimiento de las manos de Zhao Tian al trazar el primer sello de su conjuro en el aire. A continuación, su cuerpo experimentó una calidez proveniente de una onda de energía, que si bien para él era bastante agradable de sentir, para los fantasmas se convirtió en su condena, siendo desintegrados tan pronto eran alcanzados por este velo dorado.

Así que Zhao Tian los está exorcizando, pero ahh... hacerlo a esta escala...Es tan asombroso, realmente sabe hacer lucir su papel como protagonista.

Sin poder sentir menos que admiración por este personaje a su lado, Jiang Shen suspiró con fascinación al percibir que otra oleada cálida recorría la montaña.

Pronto, las pulsaciones se hicieron constantes, imitando el latido del corazón de Zhao Tian como si su propio espíritu estuviera danzando por el lago, pero lo cierto era que, aunque Jiang Shen no lo supiera, en efecto ese poder estaba cayendo sobre todo Zishui y sus alrededores, haciendo que incluso los feroces cadáveres con los que los cultivadores peleaban en otras aldeas cedieran y cayeran convertidos en tierra. Las bestias malignas, por otro lado, retrocedían asustadas y huían a toda prisa. Gracias a este resultado, la batalla eventualmente había llegado a su fin y la atención de todos fue robada por el volcán, ya que nadie podía ignorar el gran halo de luz que se abría paso entre las nubes negras.

Zhao Tian trazó el segundo sello, a su vez, SheLiang se hundió otro centímetro en el cráneo del guardián.

Del lugar en el que la espada hacía presión, surgió una fisura que poco a poco se fue extendiendo por el lomo del reptil, cuando esta llegó al final de la cola, la ceniza que lo había cubierto empezó a descascarse en grandes fragmentos, liberando las bellas escamas que debía tener originalmente. Al devolverle el control sobre sí mismo, el dragón por fin ganó la fuerza necesaria para romper el pilar de amatista y sin vacilación se elevó en línea recta con un potente rugido. Dio un giro entorno al remolino antes de detenerse e imponer su presencia en las alturas, ahí, su largo cuerpo brillaba intensamente, luciendo similar al oro fundido.

De su piel caían pétalos de fuego, que al ser arrastrados por el viento, empezaron a purificar la energía del lago trabajando en sincronía con la reliquia de Caihong.

SheLiang regresó a las manos de su dueño, en eso, Jiang Shen sintió que Zhao Tian lo sujetaba del hombro buscando apoyo y fue entonces que notó que él había comenzado a sudar y a tener dificultades para respirar.

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora