El paisaje de la montaña cubierto por capas y capas de matorrales y árboles, ocultaba con éxito una carroza alada por un caballo negro, en ella, cuatro personas atravesaban el tercer día de su viaje; uno de ellos iba indicando al corcel por dónde debía ir y los otros tres permanecían en el interior del coche, algunas veces hablando y otras simplemente mirando hacia el exterior. Los caminos de la época antigua ofrecían una maravillosa vista con constantes soplos de aire fresco otorgados por la naturaleza que los rodeaba, la comida era abundante y a dónde se encontraban animales o bayas comestibles, era normal encontrar también un río o un lago, por lo que los equinos siempre tendrían dónde descansar, sin embargo, esta era escasa de tecnología ofrecía del mismo modo cosas no tan buenas; los cruces de aldea a aldea eran difíciles de recorrer, demasiado largos como para terminar un viaje en un solo día y en ocasiones los senderos podían volverse confusos hasta el punto de no retorno. Uno se topaba con ladrones y bestias que de una u otra manera buscaban robar algo tuyo mientras dormías a la intemperie, soportando el frío o las molestias causadas por mosquitos. Pero si había algo peor para alguien que venía de un siglo en el que los autos viajaban con facilidad por carreteras pavimentadas y con tráfico controlado, era los interminables baches que podrían provocar nauseas a los estómagos frágiles.
-¿Cómo está?- preguntó Zhao Tian a Quiang Xen.
Quiang Xen tenía sujeta la muñeca de Jiang Shen conforme revisaba su pulso, aun cuando todo el tiempo fue incapaz de retirar los ojos del modo en el que el brazo de Zhao Tian rodeaba el cuerpo de su amigo, quien descaradamente había acomodado su cabeza en el hombro para luego quedarse dormido. Una sombra cruzó su mirada antes de recuperar la calma interna.
-Él está bien, su cuerpo se estabilizó cuando vomitó. Se mejorará una vez lleguemos a Chureng y duerma en...- un ligero gemido que hizo Jiang Shen al acurrucarse más cerca del pecho de Zhao Tian, le obligó a hacer una pausa incómoda-... una cama. Ahem, maestro Zhao, no debería forzarse tampoco, hace unos días despertó y lo que sufrió no es algo que muchos soportarían; su condición llegó a ser critica. Insisto que sería mejor que volviera a Han, los mayores de su secta y otros maestros aún lo vigilan de cerca.
Zhao Tian tenía toda su atención en el rostro de Jiang Shen, así que al responder no miró al médico ni afectó su semblante tranquilo- No es obligación permanecer en Han para demostrar lo que ellos esperan de mí.
Jiang Fai, quien estaba sentado guiando las riendas del corcel, comenzó a hablar con tono vivaz- ¡Es cierto! El hermano Jiang pidió al maestro Zhao que lo acompañara, incluso se arrodilló delante del patriarca para solicitar su permiso. Además, nos preocupamos para tomar una carroza en lugar de volar con las espadas por el bien del cuerpo de todos, regresar ahora, cuando sólo estamos a algunos metros de Chureng, sería desperdiciar los días de viaje. ¡Por supuesto no puede volver, hermano Quiang!
Quiang Xen chasqueó la lengua girándose al paisaje nocturno-Tsk, tomar este camino no fue más que para evitar que cierto alguien cayera de su espada por el vértigo y míralo ahora...tanto en cielo como en tierra tiene que terminar vomitando. No sería tan compresivo con él de no haberse dado esta situación.
Zhao Tian por fin miró a Quiang Xen, aunque por un segundo su expresión no fue amigable, al final volvió a su estado normal y se dedicó a cuidar a quién sostenía.
Esta situación que Quiang Xen mencionaba, empezó luego de que Jiang Shen recibiera la carta de su padre hace tres días en Han. En ella, Jiang Li describía lo que vivieron los discípulos asignados a Chureng para vigilar la cueva de flores de cristal; supuestamente, los demonios habían continuado con la recolección de flores luego de una pausa de casi dos meses e incluso llegó a ser obvio que eran más activos que en el pasado. Más de una vez los cultivadores tuvieron enfrentamientos contra ellos y no hace mucho reportaron el avistamiento de Yen Hao en la zona, no obstante dos días después de este suceso, el lugar colapsó por un incendio que se produjo en el interior. El portal que estaba conectado al territorio del clan demoníaco se destruyó y los demonios más lentos fueron aplastados por las rocas, los que pudieron salir fueron capturados por los cultivadores, no esperando que un inusual conjuro los mataría antes de poder interrogarlos. Mientras hacían eso, no muy lejos del derrumbe encontraron a Zhong Huo en un estado terrible; su cuerpo había sido apuñalado varias veces por alguien que, al parecer durante un año, a la par que lo lastimaba dejaba que las heridas curaran antes de volver a abrirlas sobre las cicatrices resultantes. Su pierna había sufrido una fractura y en sus muñecas y talones tenía grilletes que inhibían su energía, además, era fácil de ver cuán mala alimentación tuvo en ese tiempo. Esto último dejó perplejos a los discípulos, ellos conocían al cuñado del patriarca Jiang junto con la historia de su misteriosa desaparición e inmediatamente decidieron llevarlo al pueblo para tratarlo con un médico.
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Los mil cielos
FantasyCuando Jiang Xian muere, transmigra en la más reciente obra de su ídolo literario cayendo en decepción cuando descubre que actualmente es una mala novela y deberá arreglarla si quiere tener una vida pacífica en ese nuevo mundo, sin embargo una muje...