Capítulo 70

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El fuego se extendió frente al templo con llamas flotando como si se trataran de aves furiosas que revoloteaban devorando a los espíritus; entre gritos de dolor y expresiones devastadas, los fantasmas intentaban escapar sin éxito, convirtiéndose en un soplo de luz e inmediatamente siendo absorbidos por las escamas del dragón.

El reptil parecía hecho de piedra volcánica y con cada resoplido que daba su piel se iluminaba al rojo vivo, despidiendo oleadas de calor conforme se movía más cerca del templo. Debido a esto, el aire perdía poco a poco su humedad y consumía el oxígeno disponible, lo que causaba que la temperatura de su alrededor se elevara a niveles cercanos a lo intolerable.

El suelo había estado temblando con cada uno de sus gruñidos sordos, pero por la rigidez de su cuerpo que aún persistía, si alguien nuevo lo viera podría todavía distinguir sus rasgos como estatua. Aunque como cobraba vida delante de Jiang Shen y Huan Mao mientras mantenía su ataque, creando una cascada ardiente que no tenía fin, ninguno de ellos pudo apreciar el cambio con gusto.

KuaiFang fue invocada por su dueño y se colocó justo arriba de él, sostenía un sello que había trazado para abrir un camino entre las flamas, segundos atrás de no ser por esto, la llamarada ya habría tragado vivo al demonio zorro y, aunque Jiang Shen estuvo agradecido de haber llegado a tiempo, que aquel mal adorno dejado por los ancestros pudiera tener tal poder oculto, fue algo que sin duda no esperaba.

Protestó en silencio ante la presión del golpe y su pierna vaciló haciendo que su rodilla se doblara hasta casi tocar el suelo. Le dolía mirar sus manos que habían recibido quemaduras por la corta distancia con el fuego, pero si quería proteger a Huan Mao y completar la misión, tenía que enfrentar a esa roca de pupilas muertas, sin quejas. Al menos, mientras se quedara en la seguridad de su barrera podía confiar en que el aliento del dragón no los alcanzaría, pero a este paso era más viable que fueran cocinados vivos por al intenso calor. Mordió su labio desviando su atención del dolor.

Huan Mao por fin realizó lo que estaba pasando y al ver a Jiang Shen siendo aplastado por el gran ataque, su corazón tembló alarmado.- ¡H-Hermano Jiang!

Advirtiendo que el zorro ya se estaba colocando de pie y que la matriz volvía a regenerarse, Jiang Shen escupió entre su enojo e intento de no perder la concentración en su propio conjuro.- ¡No te muevas, regresa a tu lugar!

Huan Mao se congeló a mitad de camino con una expresión que indicaba que recién recordaba qué estaba haciendo, pero que igual no deseaba hacer más bajo estas circunstancias. Recuperó parte de su postura y le dio un vistazo preocupado en medio de su debate interno. Jiang Shen agregó sintiendo que era necesario - A-Mao, si te mueves ahora todo será en vano, el dragón acabara con nosotros, pero su ataque...guh...se detendrá si la matriz se rompe, así que si te preocupas...date prisa.

Huan Mao dio un vistazo extra a las manos quemadas de Jiang Shen y con disgusto fulminó al dragón de piedra. Sus garras se tensaron un instante y luego se suavizaron-...Terminaré pronto.

Tras confirmar que el zorro volvía a cerrar los ojos y su energía regresaba a la labor de destruir la matriz, Jiang Shen miró al frente más determinado a detener el avance del guardián de piedra; el dragón ya había dado pasos torpes hacia ellos y si llegaba a toparse con algún espíritu simplemente lo aplastaba con sus garras incandescentes sin siquiera prestarles atención, aun así, ellos continuaban queriendo detener a Huan Mao y llamaban con fervor al lagarto antes de aullar asustados y entregar su todo al cuerpo de piedra. Si estos fantasmas estaban dispuestos a sacrificarse, era debido a su deseo en vida de proteger el lago, sin embargo eso mismo había corrompido con el paso de los años a este guardián; lo que en un inicio era un conjuro benévolo de intimidación, se convirtió en una bestia devora hombres. Lo que era puro, eventualmente se tiñó en tonos malignos y fue debido a esto, que los siguientes mensajes del sistema no sorprendieron a Jiang Shen:

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora