Capítulo 50

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Qui Bai no esperaba que Jiang Shen fuera tan obediente ante sus palabras, por lo que al dar por terminada la conversación, lo hizo con un rastro de incredulidad. Lanzó un veloz vistazo a sus hombres para asegurarse de que ninguno tuviera una lesión grave, al comprobarlo cabeceó con aprobación- Iremos más rápido, invoquen sus espadas. El sonido de la batalla debe haber viajado por los peñascos, los demonios no tardaran en encontrarnos.

-¡Sí, líder!

Todo el grupo desenvainó sus espadas y en menos de un segundo ya estaban en el aire. Jiang Shen se enderezó, sin embargo su posición cabizbaja no mejoró. Estaba molesto consigo mismo por dejar que su honor fuera pisoteado por una batalla de este nivel, por permitir que cultivadores más débiles que él lo señalaran de inútil, manchando su título de joven maestro de la secta Jing Jiang y aun así, ser incapaz de decir algo para defenderse. Pero si algo le estaba causando un malestar peor, era saber que tuvo que mentirle al protagonista acerca de su sello tan pronto le había prometido no ocultarle nada. Quería abofetearse por tan desvergonzado acto, pero se detuvo a hacerlo pues sabía qué lo único que importaba ahora era la piedra de Caihong, tenía que asegurarse de que nada malo pasara e ir con Zhao Tian todo el tiempo. Si alguien se enteraba de su malestar le pedirían quedarse fuera de la misión, así que si no quería ser expuesto sólo debía actuar, aceptar las piedras que le lanzaban y luego sonreír como si nada hubiera pasado. El dolor estaba bien mientras pudiera controlarlo con la medicina de Yin Lian.

-¿Puedes volar?- le preguntó de repente Zhao Tian.

El líder ya había avanzado con Zhao Fang a sus espaldas y el grupo los seguía. Jiang Shen miró hacia la cima; desde donde estaban una tenue silueta oculta entre la niebla podía distinguirse. Si no recordaba mal, en las memorias de Quing Yun, él había cruzado este lugar antes de subir al templo y aun viéndose tan cercano, en realidad era un largo camino que les llevaría tiempo cruzar, con espadas o sin ellas. Si el sello continuaba dándole problemas...

Suspiró antes de sonreír- ¡Claro que puedo, Zhao Tian! Vamos.

Invocó su espada y subió a ella sin mayores problemas. Zhao Tian lo miró e imitó al cabo de unos segundos.

...

El primer tramo del bosque fue silencioso y, justo igual que la parte de atrás, estaba cubierta por vegetación que fue fácilmente cortada por el poder que Qui Bai agitaba con un par de dedos. El grupo se movió rápido, manteniendo la guardia alta en caso de cualquier ataque, pues en la cumbre no sólo eran los demonios, sino que los espectros y seres malignos que habitaban las sombras podrían atacarlos en cualquier instante, no obstante, contrario a lo que esperaban, el lugar era sumamente silencioso y desde hace mucho no eran capaces de percibir ningún tipo de sonido, incluso el viento había parado por completo.

La energía que rodeaba la cumbre era demasiado turbia, al punto que cualquiera podía ver estelas rojas y negras danzar entre los árboles secos, pues entre más avanzaban, menos vida había alrededor y extrañamente el paisaje comenzó a teñirse de blanco. Algunos copos de nieve habían remplazado a la incansable lluvia, helando los huesos de cada cultivador momentáneamente.

Jiang Shen se estremeció una sola vez antes de enviar un poco de poder a su interior para mantener elevada la temperatura, pero debido a que no quería forzar su cuerpo, decidió retirarla repetidas veces, haciendo que pasara lapsos de temblores. Gracias a que había decidido quedarse hasta el final de la fila, nadie lo notó y aprovechó su posición para secretamente tomar otra pastilla; el sistema había estado oscilando entre valores altos y bajos de la maldición Hong, causando que de vez en cuando sus piernas se volvieran temblorosas junto a la espada que lo sostenía.

Zhao Tian lo miró de reojo con las cejas fruncidas, bajó el ritmo para quedar cerca de él, Jiang Shen vio cuando abría la boca para decirle algo, pero sin dar oportunidad a que las palabras se formaran, un cultivador más adelante de repente gritó.- ¡Hay fuego!

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora