Capítulo 64

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Después de que el castigo hubiera empezado, no pasó mucho tiempo para que nadie en la sala fuera capaz de hablar de nuevo, pues, debido a la impresión, el aliento de la mayoría fue arrebatado con jadeos imposibles de contener y todo en sus mentes quedó en blanco.

La imagen se había tornado difícil de mirar, haciendo que aquellos con estómago débil retrocedieran deseosos de salir por la puerta, además, el olor a óxido ahora superaba a la del incienso quemado, lo que hizo creer a todos que la decisión de llevar a cabo esta sentencia a puertas cerradas fue bastante acertada. Si los mayores permitían a discípulos jóvenes el presenciar esta barbaridad, no tendrían cara que mostrar en el futuro, sin embargo no importaba cuánto creían ellos estar sufriendo, no se podía comparar con el dolor de la persona en el centro; la alfombra tejida en palma, preparada para el juicio, minuto a minuto ganó manchas que invadieron su claridad como si se tratara de un lienzo cobrando vida y, a diferencia de los rostros pálidos de los espectadores, se había teñido de un intenso color rojo hasta dejar incapaz a cualquiera el distinguir las nuevas gotas de sangre, que en cada golpe salpicaban y dejaban una estela en las partes aún blancas de la túnica de Zhao Tian, las cuales en realidad ya no eran muchas, al menos no en la parte de la espalda, pues la tela ya era inexistente.

Guifan se levantó y golpeó sin cansancio por varios minutos que se sintieron como horas de tortura, de pronto, a cien azotes de terminar, el cuerpo de Zhao Tian no aguantó más y se venció hacia enfrente, pese a que todo el tiempo lo había tolerado forzándose a mantener su semblante sereno para no demostrar debilidad a los grandes maestros, no obstante con cada golpe que escocía su piel, gotas de sudor frío fueron apareciendo gradualmente en su frente y fue notable para los testigos que su cuerpo temblaba por el malestar.

Su mano tocó el suelo evitando que la cara chocara con el suelo, en eso, líquido caliente recorrió su garganta en una cantidad que no pudo contener dentro de su boca; un charco de sangre cayó frente a él. Los discípulos que ejecutaban la sentencia se detuvieron dudosos, varias respiraciones de alarma y horror se pudieron escuchar alrededor.

Zhao Fang y Jiang Shen avanzaron un paso, aterrados, pero fue el patriarca Zhao quien se puso de pie de su asiento, claramente preocupado.

-¡A-Tian...!

Zhao Tian limpió su labio con la manga y miró al líder, o mejor dicho, dirigió la mirada a dónde recordaba que él estaba, pues luego de que el sudor y la sangre crearan una capa en sus ojos, le fue imposible ver claramente su silueta, no sólo eso, sino que realmente le costaba mantenerse despierto tras perder tanta sangre en estos escasos minutos. Tomó aire entrecortado, preparando su cuerpo a sentarse de nuevo con una bella forma.

Todos en la sala miraron a Zhao Tian y luego al patriarca, sorprendiéndose bastante cuando el protagonista cabeceó una sola vez antes de cerrar los ojos. Zhao Fang Yin, en cambio, abrió la boca para decir algo, incluso su pie ya había bajado el primer escalón de dónde estaba, pero igual se detuvo a medio camino y retrocedió de nuevo. Frunció las cejas a la par que retiró la mirada.

-...Continúen con la última sentencia- dijo con voz rasposa, al parecer cada palabra lastimaba su garganta.

Zhao Zang disimuladamente limpió una gota de sudor, aliviado por no tener que preguntar si debían continuar, cabeceó suspirando.- Sí, patriarca...ustedes, continúen.

-S-Sí, gran maestro- aceptaron los dos discípulos empezando a golpear de nuevo.

Aunque estos eran los últimos impactos que recibiría, Jiang Shen no pudo sentirse mejor. Su pecho le dolía mientras una sensación enfermiza lo rodeaba y, aunque desde el principio quiso dejar de observar, tuvo más miedo de que en el segundo que lo hiciera, Zhao Tian podría caer completamente. Si bien sabía que el sistema le daba la protección divina como protagonista y que no permitiría que muriera a esta altura de la trama, no le ayudaba a que dejara de sentirse frustrado por no poder aminorar el dolor que vivía Zhao Tian.

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora