Justo habían pasado cinco horas cuando la barrera que rodeaba la prisión fue desactivada desde el exterior. El silencio, interrumpido por la monotonía del eco causado por goteras, pronto fue remplazado por los pasos de un grupo de personas, quienes caminaban por los puentes de energía espiritual que poco a poco iban conectando cada uno de los pilares que llevaban hasta dónde estaba Jiang Shen.
Jiang Shen había estado meditando hasta ahora, por lo que se limitó a simplemente abrir los ojos para descubrir quién era el que recién había entrado. Al hacerlo, su inconsciente se preparó para recibir un golpe que en una parte de su corazón, creía merecer. Suspiró poniéndose de pie.
-Padre, ha pasado tiempo- saludó inclinado.
El gesto de Jiang Li no era bueno desde que había cruzado la entrada, debido al recibimiento de los guardias que habían intentado detenerlo. Si bien no fueron contrincantes para él, no era ayuda para nadie que provocaran al león hambriento, antes de atrapar a su presa; sus pasos firmes reflejaban enojo en cada zancada que daba, pero aun así su postura no abandonó en ningún momento la esencia orgullosa de su personaje.
Por algún motivo, estaba sujetando su lanza Jilu en una posición de ataque, lo que al avanzar imponía su poder y detenía a otros de pensar atacarlo, así como el hecho de que siempre era resguardado por dos de sus hombres más fieles.
Jiang Shen vio que la frente de su padre ganaba arrugas al distorsionarse su semblante conforme lo revisaba de pies a cabeza y sintió un escalofrío recorrer su espalda. A pesar de haberlo dicho él mismo, empezó a sentir que su frase no era la correcta para la ocasión. Tragó saliva.- Eh, pad...no...l-líder, lo siento.
-¿Acaso hiciste algo por lo que debas pedir perdón?- preguntó sin detenerse.
Al verlo cada vez más cerca e igual de furioso, Jiang Shen revisó el área del cual disponía para retroceder; no era mucha y cedió fingiendo calma.- No.
-Entonces ¿por qué lo primero que recibo de ti es una disculpa?
-...no lo sé.
-¿¡Qué es lo que no sabes!?- rugió.
Jiang Shen apretó los puños con impotencia.-...mi razón es porque fallé la misión que se me asignó. No pude evitar que los demonios tomaran los fragmentos y empujé a Zhao Tian a...
-¿Asumes la culpa?- lo interrumpió.- ¿¡Vas a admitir que todo lo planeaste tú!?
-¡No, no es eso! Líder, por favor debe escucharme. Las cosas no son como se dicen; mi intención de sellar los fragmentos de Caihong es sincera y aún no me rindo. Esta reliquia es un arma peligrosa y desconocemos para qué es que la quiere Bing Huang-fu, pero debemos detenerlo pase lo que pase. Y sí, admito que ocultar el sello de mi cuerpo fue un error, sin embargo puedo explicar cómo llegó a grabarse en mi piel. ¡No me atrevo a traicionar a mi clan y ensuciar el camino de rectitud que he jurado! Hasta hace una semana yo estuve atrapado en la grieta dimensional de LaoShan, no conozco los detalles de nada y aunque es verdad que un demonio me ayudó, es porque...
La apresurada explicación de Jiang Shen que perdía fuerza por su respiración agitada, se vio bruscamente interrumpida cuando la silueta que había estado caminando por fin se detuvo delante de él y, sin ningún aviso, dos brazos se extendieron tomándolo de los hombros para atraerlo. En un comienzo, Jiang Shen sólo pudo parpadear confundido y luego intentó hacer memoria de cuándo había sido la última vez que había vivido una sensación similar a la de ahora, no obstante el recuerdo viajaba hasta su joven yo de seis años.
Fue difícil de reconocer que Jiang Li lo estaba abrazando, pues era algo que nadie esperaba, pero incluso luego de varios segundos, su figura paterna prevaleció en el mismo lugar, sosteniendo a su hijo con un cuerpo que temblaba ligeramente.
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Los mil cielos
FantasyCuando Jiang Xian muere, transmigra en la más reciente obra de su ídolo literario cayendo en decepción cuando descubre que actualmente es una mala novela y deberá arreglarla si quiere tener una vida pacífica en ese nuevo mundo, sin embargo una muje...