Capítulo 43

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Tras atravesar la primera capa de niebla, ninguno seguía sin poder creer que se habían visto obligados a reunirse en fila para cruzar los peñascos, pues las rocas en realidad estaban más cerca unas de otras de lo que pensaron. Si un descuidado cultivador volaba deprisa intentando escapar por este camino y no conocía cómo lucía, posiblemente le esperaba estrellarse en algún pilar como una mosca contra el cristal, por supuesto, una mosca tendría más suerte de sobrevivir luego del impacto.

Una vez estando en el interior, pudieron sentir que el ambiente era húmedo y, contrario a un frío escenario bajo una tormenta, los alrededores en realidad fluían con aire caliente e incluso era difícil no imaginar que uno inhalaba vapor de aguas termales. Tales condiciones al parecer habían generado que con el tiempo los matorrales del suelo se extendieran con libertad hasta cerrar los senderos que la gente de LaoShan trazó alguna vez.

Desde donde estaban fue sencillo distinguir lianas entretejidas sobre los árboles, pero si uno comparaba el follaje frondoso de un bosque contra lo que estaba delante de ellos, era notable que la vegetación de la zona era más bien escasa de altura, ya que no superaba los tres metros y se aglomeraba en montones que impedían el paso.

Jiang Shen, aunque su rostro no demostraba emoción alguna, discretamente abrió el cuello de su túnica y deseó tener un abanico a la mano. Por primera vez, luego de haber reconocido que el gusto en prendas del personaje en el que había trasmigrado era bastante bueno, se arrepintió por no optar por atuendos más ligeros como los que usaban los cultivadores de Li o ropas como las de Han Zhao con menos capas de tela.

Le lanzó un vistazo furtivo a Zhao Tian, que hasta ahora no había dicho nada y permanecía entre él y el grupo de Qui Bai, su semblante era impasible como de costumbre. Jiang Shen quería gritarle, quejarse con él y exigir algo aunque no sabía qué era. Mordió su labio ansioso por retomar el tema en cuando a los sucesos en la cueva de flores, no obstante tampoco quería saber. Mencionarlo era arriesgarse a exponer sus propias emociones que desde hace tiempo florecían con la belleza del protagonista; una parte equitativa entre la duda y el miedo de descubrir algo desfavorable.

Si le pregunto o hablamos de ello ¿Qué se supone que diga yo?

Zhao Tian era amable con él, pero también era amable con el resto de las personas. Se preocupaba por él, pero también peleaba por otros. Le había extendido la mano, pero era seguro que lo haría con cualquiera que necesitara de su ayuda. Más allá de lo que el sistema y la novela dictaban, Zhao Tian era un personaje justo y generoso que jamás traicionaría su rectitud. Si él malinterpretaba aquellas acciones creyendo que traían con ellas aire dulce, al final sólo quedaría sufrir el rechazo.

En su juego mental de lanzar la pelota de un lado a otro entre sus dos pensamientos, de repente se le ocurrió una idea; sí el protagonista tenía interés hacía su persona, sin importar la profundidad, era seguro que en algún momento sus ojos lo buscarían como reacción natural al querer admirar a aquel que tenía en su corazón. ¿Qué mejor modo que este para comprobar si Zhao Tian estaba consciente de él?

¡Bien!

Tomó aire e hizo una apuesta.

Actualmente era el último en la fila, así que para su plan sólo tuvo que asegurarse de que nadie viera el instante en el que él se escondía detrás de un tronco. Si Zhao Tian comenzaba a buscarlo demasiado pronto, podía tomarlo como un rayo de esperanza para su lamentable corazón, pero si no lo hacía, era la mejor señal de que aún era tiempo de retroceder en este amor unilateral. Se asomó sobre el borde de la madera; Zhao Tian y el grupo estaban empezando a caminar.

Jiang Shen apretó los labios. Con cada paso que daban era como si una daga cortara profundo en su garganta y el daño fuera bajando gradualmente a su pecho.

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora