Capítulo 21

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Conforme Jiang Shen veía el día a día de A-Yue comprendía menos de porque estaba aquí, pero a dónde sea que fuera, este pequeño niño siempre aparecía realizando tareas diligentemente sin quejarse. Se ofrecía y tomaba los trabajos que sabía podía realizar sin ayuda desde temprano, lo que causaba pensar que en su cabeza pretendía aligerar la carga que provocaba en su familia adoptiva. Con personalidad tenaz, casi testaruda, A-Yue se resistía a distraerse de sus auto asignadas obligaciones, ni siquiera cuando se cruzaba con otros infantes de su edad se detenía a mirarlos jugar, pues cualquiera pensaría que iba a sentir envidia de ellos. En cambio, él prefería quedarse en casa, arando la tierra, trayendo agua o cuidando a su hermana A-Meng mientras que su padre salía a realizar otros encargos. Para su corta edad, A-Yue poseía una actitud responsable propia de un adulto, pensaba con calma las cosas distribuyendo sabiamente su tiempo y en sus ratos libres optaba por aprender cosas nuevas de libros que su cuidador le traía. Sin embargo, lo que continuaba molestando a Jiang Shen no era el no entender que pasaba, sino que el constante ardor en su mejilla lo obligaba a darle mayor atención a este niño, preguntándose cómo es que había sido capaz de causarle daño en una imagen onírica.

Después de que la escena del río cambiara, la herida en su piel permaneció punzando y Jiang Shen descubrió que del cuerpo del niño emanaba una poderosa energía sin cultivar, justo como si fuera un diamante en bruto que todos habían ignorado hasta el momento.

A-Yue estaba pelando semillas de loto cuando Jiang Shen se recargó en la mesa y se sentó delante de él. Torció el entrecejo con frustración-. ¿Quién eres pequeño maestro? Si eres un fantasma deberías poder hablarme, mostrarme que quieres ¿No me dejarás ir?

-No-. Respondió el niño automáticamente ante lo que Jiang Shen se alejó sintiendo una bofetada imaginaria.

-¡Ah! ¿Puedes oírme? ¡Oye!- golpeó la mesa con ambas manos preparando una diatriba completa en su mente.

-Es una semilla mala- dijo A-Yue sin mirar a Jiang Shen al desechar la semilla con cuidado-. No sirve.

...

-Ah...no estabas hablándome- Jiang Shen se dejó caer en la silla nuevamente de mala gana-. Ahh ¿Por qué siento que sólo estás molestándome? Esa forma de ser realmente me recuerda a alguien... ahh...me rindo...

A-Yue continuó seleccionando las semillas con calma, ignoraba que a su lado descansaba la cabeza de un hombre abatido que se quedó quieto luego de golpear su frente tres veces contra la madera. A-Meng, en cambio, bailoteaba por la pequeña casa con un muñeco de gato hecho de trapo, el cual A-Yue había confeccionado para ella en su cumpleaños número tres. A diferencia de su hermano mayor, la niña resultaba haber sido bastante mimada como la única dama del hogar, recibiendo toda la protección y atención que merecía para crecer saludable, eventualmente causó que conservara su espíritu infantil. El contraste entre A-Yue y A-Meng era demasiado cuando ambos interactuaban.

-Hermano Yue ¡Miau!- dijo la niña animada colocando el gato justo en la cara de Jiang Shen, que prefirió no moverse.

A-Yue esbozó una delicada sonrisa y palmeó la cabeza de A-Meng conservando la flor de loto en su otra mano-. No puedo jugar, A-Meng, papá llegará pronto a comer.

-Quiero jugar con el hermano mayor, miau- se quejó inflando los cachetes.

-Jugaremos después de cenar- A-Yue hizo una pequeña pausa notando los ojos ilusionados de su hermanita, miró a un lado ocultando el ligero sonrojo en su cara. Suspiró cantando en tono bajo-...lo prometo, miau...

Ante esa respuesta apagada Jiang Shen soltó una risa contenida.- ¡JAJAJAJA! Diciendo eso con una expresión tan seria... Si te da vergüenza no lo hagas, joven, hay tantas formas de decir que la amas...ah eres genial.

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora