Los mil cielos

Capítulo 62

Desde que los grupos de Han Zhao partieron del palacio de Gudan a diferentes tiempos, la gente de la montaña pudo ver pasar cultivadores que de vez en cuando escoltaban de regreso a mujeres vestidas de rojo, hasta que se hizo de noche. Mientras el sol se ocultaba y diversas personas, incluso gente del exterior que había escuchado la noticia del rescate exitoso, corrían a la secta para confirmar el estado de sus hijas, las instalaciones terminaron volviéndose bulliciosas y los discípulos se vieron obligados a intervenir por orden de Zhao Fang Yin, después de todo algunos de sus hombres también habían sido heridos, permitir el acceso a la gente sólo dificultaría la movilidad en el interior y arruinaría la comunicación para hacer las cosas lo más rápido posible.

Durante esta conmoción muchos comenzaron a esparcir rumores de lo sucedido, especulando teorías que solían alejarse de la realidad y apuntaban a más de un culpable, pero como todos estaban ocupados encontrando cuál versión era la verdadera, nadie se dio a la tarea de examinar al último grupo que voló sobre la ciudad con un retraso considerable sobre los demás, debido al arma espiritual que oscilaba en el aire.

De no ser porque siempre hubo un tercero guiando el camino, Jiang Shen y Zhao Tian se habrían perdido desde tiempo atrás, no por no conocer el camino, sino que ninguno de los dos estaba realmente mirando por dónde iban; Jiang Shen tenía una sonrisa tensa y se aseguraba de mantener clavada su mirada en la espalda de Jiang Fai, como si fuera el único lugar seguro en el que podía confiar en estos momentos. Ya era suficiente presión el temer caer desde esta altura por no estar acostumbrado a llevar a otra persona con él, pero durante el viaje llegó a un punto en el que no sólo fue la altura lo que congeló su expresión, sino que apenas podía controlar su vuelo conforme las manos de Zhao Tian se aferraban con firmeza a su cintura, atrayéndolos juntos como si siempre hubiera sido lo normal para ambos.

Lo cierto era que, aunque Jiang Shen había declarado su amor en la desesperación de querer hacerlo reaccionar, entre más apreciaba como se desataba este lado cariñoso del protagonista, más avergonzado se sentía de enfrentarlo delante de otros. Ya ni siquiera sabía con qué valor había tenido el descaro de admitir frente a su shidi que la relación de los dos era de ese tipo y por esto mismo no consideró ni un poco extraño que Jiang Fai volara algunos metros delante, cubriendo ocasionalmente sus orejas rojas y lanzando miradas furtivas a sus espaldas. Parecía deseoso de hablar con ellos, no obstante justo cuando se preparaba para hacerlo, sus ojos se tornaban llorosos y retomaba la delantera, decidiendo que era mejor darles privacidad.

Sintiéndose acusado, Jiang Shen creyó apropiadas sus ganas de llorar sangre con cada ojeada de su pequeño hermano. El quinto suspiro se escapó de su boca.

-Ahm...Zhao Tian ¿tu cuerpo está bien?- preguntó sin atreverse a mirar- No estamos muy lejos de la secta, pero hemos volado por un rato, si te sientes mareado o con ganas de recostarte podemos descansar. Mandaré un mensaje.

Zhao Tian, que respiraba con dificultad, se acercó lo suficiente para que sus labios acariciaran la oreja de Jiang Shen.- No es necesario, estoy bien.

-Agh...-Aunque la voz rasposa no había sido intencional y Jiang Shen comprendía que era un tono generado por el cansancio, sintió que era demasiado seductora y KuaiFang descendió abruptamente antes de volver a su posición. Su cara fue de blanco a rojo por el susto y la vergüenza. Dio una carcajada forzada-Zhao Tian, eso...ah, no pasará de nuevo, mi culpa, mi culpa.

-...- Zhao Tian guardó silencio, luego soltó una suave risa que hizo estremecer el pecho de Jiang Shen.- Mn.

Ante esto, Jiang Shen deseó poderle reprochar aquella risa, sólo que su timidez no se lo permitió, en su lugar, tomó su oreja aún roja y masculló para sí mismo- Si caemos es culpa de este maestro...ahh... Zhao Tian ¿estás seguro?