Capítulo 22

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El reino de los demonios no era nada como una dimensión alejada del mundo o algo por el estilo, en realidad era el territorio dominado por ellos, dónde una ciudad bajo sus propias reglas se levantaba en una sociedad irracional con la única ley de la supervivencia del más fuerte. A dónde uno fuera, los demonios eran conocidos por ser crueles, ambiciosos y egoístas, pero a pesar de los conflictos que existían, los demonios podían interactuar con humanos o incluso fingir ser uno de ellos, pues sus apariencias normales no diferían mucho cuando calmaban la energía demoníaca que tenían, escondiendo el típico color rojo de sus ojos.

Entonces ¿Cómo saber que habías entrado en tierra de demonios? Jiang Shen sólo necesitó de un vistazo rápido a las grandes estacas que rodeaban el cañón creando la ilusión de una cerca. Las banderas ondeando justo a la mitad tenían dibujadas dos serpientes enredadas, en dónde una de ellas devoraba a la otra y, aunque uno podía mirar el símbolo del clan demonio claramente, la atención era robada por las varias cabezas clavadas en las puntas de cada uno de los pilares. Una obvia advertencia para quien osara invadir.

Jiang Shen tragó saliva obligándose a no mirar más, de igual manera desde hace rato escuchaba las voces de varias personas que reían haciendo alboroto, por lo que sus ojos buscaron el origen de tanta emoción.

-¡Escoria, muere de una vez!- dijo un demonio soltando una patada a un cuerpo acurrucado en el suelo, que al recibir el golpe no produjo sonido alguno. El demonio chasqueó la lengua-. ¿Es que ni siquiera sientes? Eres justo como dicen los demás ¡Un maldito molde vacío! ¿Deberíamos romperte a ver qué hay dentro?

Los otros jóvenes a su alrededor rieron-. ¡Sí, sí, hagámoslo! Seguro encontramos algo bueno.

Más patadas sacudieron con violencia el cuerpo. Jiang Shen hizo una mueca de disgusto-. Aiya... ¿Quién crió a estos mocosos? Tss ¡Si tan solo pudiera golpearlos! ¡Ustedes estarían rogando!

-¡Oh, está sangrando qué asco!- indicó uno con burla.

-Ah, es verdad, ensució mi bota- dijo el primer demonio pisoteando la tierra, pero luego colocó su zapato en la cara del joven tumbado, empujando con insistencia su mejilla-. ¿¡Ves lo que has hecho!? ¡Límpialo!

Al ver que el chico abusado no se movía, decidió escupirle-. ¡Ni siquiera eso sabes hacer! -. Propinó otra serie de golpes diciendo-. Eres basura...Como sea, vamos, cuando llegue el momento podremos matarlo.

-Eso si es que no muere antes. Es tan inútil que me sorprendería que el maestro Su Zhou no alimente a los perros con él en la próxima luna.- Las enérgicas risas se alejaron conforme los niños desparecieron.

Jiang Shen por fin pudo alegrarse de reconocer uno de los nombres mencionados. Su Zhou era uno de los capitanes y la fiel mano derecha del líder del clan demonio, Bing Huang-fu, personajes que en la historia original el protagonista mataba convirtiéndolos en varas vivientes luego de arrebatarles el poder del clan, pero no acababa ahí, pues el escritor de "Los mil cielos" hizo un apartado especial para describir el tortuoso momento que ellos sufrieron cuando se les arrebataba su espíritu, se les arrancaba la piel y se les despojaba de la visión. Al final el protagonista los dejó ser comidos por las aves tras haberse aburrido de ellos.

El niño que estaba en el suelo por fin se movió y se puso de pie. Sus ropas desgarradas difícilmente ocultaban los hematomas de sus extremidades, igual no parecía haber alguien que le importara atender las heridas. Según se veía la situación, él era el objeto de burla de todos los demonios. Nadie lo iba a ayudar y muchos optarían por sólo mirar en la distancia, soltando chistes o un lamento superficial. Jiang Shen se colocó a su lado observándolo a través del cabello negro que le cubría el rostro.

Un suspiro provino de la boca herida cuando Xia Yue se agachó a recoger una bolsa de tela, retiró las manzanas recién pisadas rescatando los pedazos comibles. Para los demonios, conseguir alimento era tarea de cada uno, por lo que no podía desperdiciarse nada. Una vez terminó, tomó un listón maltratado para atar su cabello en una coleta alta. Su rostro se descubrió y Jiang Shen retrocedió con los ojos muy abiertos sin poder creer lo que veía, pues aunque siempre tuvo un sentimiento familiar a lado de este niño, nunca se le ocurrió que pudiera llegar a este punto.

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora