En la vida existían muchas cosas desagradables, pero Jiang Shen descubrió con amarga emoción que ahogarse era probablemente una de las peores; tus pulmones se contraían y tus entrañas se revolvían con el agua de quién sabe dónde. Recuperar la conciencia y escupir todo ese líquido sólo podía compararse a vomitar tus propios órganos. Jiang Shen casi no pudo sentirse aliviado cuando sus ojos por fin se abrieron y vio arriba de él un grupo de maderas mohosas con algunos hongos creciendo en las grietas.
Muerto debajo de la suciedad. Pensó con líneas negras en la cara.
[El sistema le recuerda al usuario: no está muerto]
Jiang Shen torció los ojos ante la mecánica voz del sistema. Sin ganas de responderle se giró sobre el suelo ligeramente aturdido, sus manos chapotearon en la tierra húmeda. De repente, observó con atención sus dedos y se dio cuenta ¡Nadie lo estaba sujetando! Ni A-Ling, ni Zhao Tian, ninguno de ellos estaba a la vista. Miró a los lados; desde donde estaba podía decir que estaba a las orillas de un río y que había terminado debajo de un viejo muelle que estaba destruido quizá desde hace mucho tiempo.
-¡Zha...Mphh! – la repentina mano que cayó sobre su boca a punto de gritar lo tomó por sorpresa, tanto que aun cuando ya estaba levantándose volvió a caer sobre la tierra-. ¡Mmhp!
Su cuerpo se agitó hasta que por fin localizó un rostro familiar cerca de él. Zhao Tian lo sujetó contra el suelo y lo miró furtivamente mientras vigilaba en la distancia. Una vez se aseguró de que Jiang Shen no iba a gritar, señaló con la mirada algo en la otra dirección y lo liberó para que viera. Ahí, a unos metros de su ubicación, un nido de cabellos se retorcía como si estuviese buscando algo en la tierra, pero cuando por fin se quedó quieto lo que sacó de ahí no fue otra cosa que el cuerpo de un niño que aún respiraba. Su rostro estaba pálido y una línea de cabello se había adherido a su cuello, pero por lo menos no tenía señales de estar herido. El monstruo peludo era incluso cuidadoso mientras lo limpiaba y lo cargaba en lo que podían ser sus brazos.
-La niña de antes fue llevada del mismo modo-susurró Zhao Tian oculto detrás de las rocas.
Jiang Shen se colocó en la misma piedra para ver, aunque antes se dio el tiempo de sacudir la suciedad de su túnica-¿También quisieron llevarme a mí?
-Te saqué de ahí antes de averiguarlo.
-Oh...me salvaste de nuevo ¿Cómo podría compensarlo?-dijo pensativo sin apartar la mirada del monstruo que se levantó en sus deformes patas negras de ave y comenzó a caminar lejos del agua.
Zhao Tian se giró a verlo con el ceño fruncido, parecía querer decir algo, pero su gesto se relajó y dio paso a su rostro inexpresivo de siempre-. No quiero nada.
-Zhao Tian, las enseñanzas de la secta Jing Jiang dicen que debemos ser agradecidos, déjame hacerlo.
-No quiero nada- repitió y sin agregar nada más comenzó a seguir al monstruo.
¿Será posible que crea que haré algo malo como sacrificarme de nuevo? Meditó Jiang Shen mirando cómo Zhao Tian avanzaba lentamente. Suspiró y miró hacia arriba sin poder evitar sentir asombro por el gran palacio negro que se alzaba delante de ellos. El monstruo se arrastraba por un pasillo entre dos murallas que llevaban a la entrada principal, pero lo asombroso no era el palacio, ni el monstruo, sino que al girarse todo lo que se veía era una cortina de agua rodeando toda el área. Jiang Shen elevó un poco más su mirada para descubrir un cielo gris cubierto con nubes oscuras que no permitían ver de dónde provenía la extraña cascada.
[Notificación del sistema: Desbloqueo de zona Hei Gong, palacio del clan Wu. El usuario recibirá un ítem de regalo como bonificación, por favor revíselo más tarde.]
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Los mil cielos
FantasyCuando Jiang Xian muere, transmigra en la más reciente obra de su ídolo literario cayendo en decepción cuando descubre que actualmente es una mala novela y deberá arreglarla si quiere tener una vida pacífica en ese nuevo mundo, sin embargo una muje...