Capitulo 19

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Después de que el alma de la líder Wu desapareciera y el humo del fuego dejara de salir, todo se tornó muy silencioso. Jiang Shen suspiró, dobló con cuidado la vieja túnica dejada por la muñeca pelirroja para luego dedicarle una oración antes de ponerse de pie. Recorrió la habitación con la mirada, se detuvo primero en los niños que se sorprendieron al notar los cabellos en sus cuellos. Ellos los arrancaron estremeciéndose y chillando casi de inmediato cuando por fin salieron del trance por completo. Algunos incluso mostraron confusión, pues todo lo que habían estado viviendo hasta ahora había sido una producción de alucinaciones creadas por Zhi Chao, quien seguramente quiso hacerles las cosas más sencillas al ser prisioneros del palacio.

Los mayores, si bien estaban perturbados, tuvieron más control en lo que hacían, aunque eran renuentes a apartar la mirada del cadáver de Zhi Chao que estaba tumbado a varios metros de ellos mientras quitaban los cabellos con desagrado. En sus ojos el recelo era más grande que el de los pequeños, una reacción normal al ser los que más tiempo habían permanecido en la prisión, viendo como sus otros hermanos desaparecían gradualmente cuando su guardián fallaba al salvarlos del poder de Wu Ji. Ante esa idea, Jiang Shen aún no comprendía que había sido de los infantes que estaban aquí antes o porque Wu Ji los atacaba si juraba tal protección a los que creía sus hijos.

Zhao Tian estaba parado delante de la bola de fuego del alma de Wu Ji, mirándola sin expresión, por lo que Jiang Shen decidió acercarse también. Resopló a un lado-. ¿Qué haremos con ella?

Tras una breve pausa y una mirada de reojo, Zhao Tian respondió sin rodeos-. No lo sé.

-¿Ah? ¿No puedes exorcizarla?- criticó Jiang Shen en notas agudas.

-El espíritu se ha calmado, pero en su estado actual no hay modo de que nos escuche- dijo y estiró su mano para tomar el fuego con cuidado. Wu Ji se retorció con miedo, por lo que su brillo se opacó entre las bonitas manos del protagonista-. Tampoco es posible darle descanso a la fuerza sino queremos perturbarla.

Jiang Shen colocó su mano bajo el mentón, se rindió y encogió de hombros-. Bien, como sea, los ancianos de Han Zhao sabrán qué hacer. Volvamos.

Zhao Tian se giró a verlo con un par de ojos que parecían querer cuestionarlo pero no dijo nada. Jiang Shen comprendió de inmediato por lo que le regaló una sonrisa gentil -. Sé que dije que haría lo mejor para protegerla, no lo he olvidado. La secta Jing Jiang cumple sus promesas todo el tiempo, Zhao Tian, pero si tú no puedes hacer nada no podré hacerlo yo. En Han es seguro que hay gente que podrá salvarla ¿No es eso lo mejor?

Los ojos de Zhao Tian bajaron pensativos. Aceptó. -Estoy de acuerdo.

-Bueno, entonces vamos-. Jiang Shen marchaba despreocupadamente, caminó hasta Zhi Chao y luego de mirar con dolor su cuerpo desgarrado lo intentó cargar de la mejor manera, pero gracias a que las dimensiones de su complexión eran más grandes a las de él, decidió tomarlo del cuello de su túnica y arrastrarlo como costal.

Zhao Tian observó el cuerpo del cadáver, por un momento frunció el ceño. Ese trato era ofensivo, casi humillante, no era posible que Jiang Shen no notara que aunque Zhi Chao ya estaba muerto tenía una imagen que proteger. Zhao Tian volvió a optar por no decir nada, sin embargo no era consciente de que Jiang Shen se repetía una y otra vez en su cabeza algunas palabras mientras tensaba una sonrisa.

Vamos, vamos, finge que no me está mirando y que está inconsciente. ¡No puedo tratarte mejor amigo mío! También me duele lo que me hiciste. Aguanta, aguanta.

De repente, Jiang Shen fue interceptado por el niño más grande mostrando una expresión agraviada cuando empujó el pecho del cultivador con una mano llena de tierra- ¿Quieres llevar eso con nosotros? ¿¡Estás loco!?

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora