Cada uno de los cultivadores de Li Qui tenía una mirada aún más hostil que la que recordaba Jiang Shen y pudo saber con un solo vistazo, que sus armas no estaban ahí simplemente para impedir el paso, sino que si lo veían necesario, estaban dispuestos a atacar. Esto último fue reforzado por el hecho de que los guardias de la puerta no eran los únicos en haber girado su atención a él, incluso la gente que iba de paso había empezado a reunirse entorno a lo que parecía que iba a ser una pelea, soltando murmullos y señalándolo con aires incrédulos o que lo juzgaban por un motivo desconocido.
-Es él.
-Está vivo.
-¿Cómo se atreve?
-Nunca creí que fuera ese tipo de persona.
Las frases dispersas por si solas no tenían significado más allá de lo que eran, no había modo de descubrir bajo qué contexto estaban. No obstante, cuando las puertas detrás de Jiang Shen se cerraron, él comprendió que no era un asunto que Qui Bai quería que se hiciera público. Como sea que fuera, eso no cambiaba el hecho de que él mismo seguía sin entender qué sucedía.
Alzó las manos colocando su espada delante de él y se inclinó.- Saludos, hermanos cultivadores, me disculpo si mi visita sin previo aviso los ha ofendido de alguna manera, pero los asuntos que vengo a resolver son urgentes y olvidé las formalidades. He venido a hablar con el patriarca Qui.
Algunos cultivadores intercambiaron miradas con diversas emociones antes de que uno de ellos avanzara, dijo molesto.- No sabía que la gente del clan Jiang podía ser tan desvergonzada. Después de lo que hicieron ¿todavía tienes el atrevimiento de venir a montar un acto? ¡Ten un poco de cara!
-¡No creas que caeremos en sus engaños nuevamente!
-¿Ah?- Jiang Shen, al escuchar eso, se enderezó de golpe con la ceja torcida. Preguntó en voz aguda- ¿¡Cuándo he intentado engañarlos!?
-¡No finjas inocencia, Jiang Shen! De no ser por ti y tus sucias trampas, nuestros hombres no habrían sufrido su muerte hace un año.
-Apareciendo sin daño luego de tanto...ahora sabemos que era verdad que estabas involucrado.
Así que hace un año.
La hostilidad había crecido con el lapso de los meses y los sucesos que desconocía, de algún modo lo habían arrastrado como un posible culpable ante los ojos de todos. Lo más normal habría sido darlo por muerto tras caer en la distorsión de la cumbre de LaoShan, pero al volver a Li, era normal que lo vieran de modo sospechoso. Ni siquiera él podría explicar cómo fue que sobrevivió el tiempo justo para que Huan Mao lo salvara.
Suspiró y levantó las palmas tan pronto escuchó las cuerdas de los arcos tensarse.- Bien, bien...vamos a calmarnos. Aún si creen tener un motivo, su saludo sigue siendo demasiado excesivo. Desconozco qué está pasando ahora y qué pasó antes, no quiero pelear con ustedes. He venido a hablar y eso es lo que haré.
-¿¡Por qué deberíamos escucharte!?- gruñó uno.
A continuación, la espada de ese cultivador se agitó en el aire y Jiang Shen se vio forzado a evadir el ataque, aunque ya que su fuerte eran los combates cuerpo a cuerpo, no tuvo mayor inconveniente en girar para dejar caer al suelo el acero del arma. El hombre se crispó furioso, se levantó a dar otro ataque pero el resultado era el mismo una y otra vez.
-En verdad quisiera que te detuvieras, joven maestro, si continuas alguien saldrá herido- pidió Jiang Shen, temiendo por el mal humor en aumento del resto del grupo.
-¡Cállate!
-¡Serás castigado!- aulló otro a sus espaldas.
Ahora eran tres personas que se disponían a atacar y un escenario violento era lo menos que deseaba después de haber salido de la ilusión de Huan Mao, sin embargo tampoco sería tolerante si pretendían matarlo. Jiang Shen tomó la empuñadura de su espada.
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Los mil cielos
FantasyCuando Jiang Xian muere, transmigra en la más reciente obra de su ídolo literario cayendo en decepción cuando descubre que actualmente es una mala novela y deberá arreglarla si quiere tener una vida pacífica en ese nuevo mundo, sin embargo una muje...