Capítulo 24

4K 668 271
                                    

En el exterior de Hei Gong, el sol por fin alumbraba los pastizales de lo que quedaba de la ciudad de Guangcai. Las casas que antes no habían caído en la pelea, apenas se mantuvieron cuando la brisa que bajaba de las montañas las golpeó, sin embargo alguna que otra construcción cayó asustando al grupo de personas que marchó por un buen rato hasta llegar a la orilla de la isla en la que habían estado, el único personaje que nunca se inmutó fue el cultivador de negro que los guió hasta un buen lugar para que descansaran.

Jiang Shen no pronunció palabra alguna cuando iniciaron el viaje y no se opuso a ninguna sugerencia dada por los demás. Una de las razones era que aún no se actualizaba con lo sucedido gracias a que su cabeza estaba llena de una extraña emoción, pues en su interior creía añorar estar dentro del palacio, sobre el regazo de Zhao Tian. Culpaba con firmeza a la imprudencia de los niños que estaban a su cuidado, ya que luego del incendio que habían causado, el palacio comenzó a derribarse también y fueron obligados a salir.

De lo único que estaba seguro Jiang Shen, era que mientras dormía a causa del conjuro, Zhao Tian había mandado un sello de luz para dar a cultivadores de Han su ubicación tan pronto la cascada dejó de fluir, así que lo único que quedaba ahora era esperar a ser rescatados. Sin darse cuenta, dio su tercer suspiro mientras se sentaba en una piedra y recargaba su cabeza en ambas manos. Miraba a la persona de negro sin ganas de retirar sus ojos de cada uno de sus movimientos al dar una oración a los caídos de Guangcai.

-...-Zhao Tian suspiró también, girándose a verlo cuando por fin se mostró incómodo. Hace tiempo no tenía que aguantar el acoso silencioso de Jiang Shen-. ¿Puedo preguntar por qué me ves de ese modo?

-¿De qué modo te estoy mirando?- preguntó Jiang Shen inocente.

Zhao Tian entrecerró los ojos sin responder, por lo que Jiang Shen continuó-. Mmm, si te veo debe ser porque el joven maestro Zhao es guapo...ahh...tan irresistible-. Al ver que los párpados del protagonista se hicieron afilados como si quisiera pegarle, una risa salió de su boca sin poder seguir actuando-. Jajaja, no tienes que ser tan serio, Zhao Tian...sólo estoy feliz de verte.

Hizo una pausa recordando cómo había actuado al despertar, Zhao Tian se limitó a no preguntar en ese momento, pero algo aún le molestaba, por lo que se decidió decir -¿Pasó algo durante la conexión?

Ante la inusual mirada gentil, Jiang Shen no pudo evitar dar una sonrisa-. Tú lo dijiste, Zhao Tian, algo salió mal pero me protegiste.

-¿Qué fue lo que viste?- tomó asiento en otra piedra cercana.

-¿Eh? ¿No lo sabes?

-El mediador sólo es capaz de realizar la conexión, no entra en ella- explicó Zhao Tian con calma, vigilando de reojo cuando uno de los niños empezó a lanzar piedras al río.

Eh ¿Eso significa que no recuerda nada?

Fue entonces que algo vino a su mente. Alguna vez el Jiang Shen original leyó de algo llamado "intruso de sueño", un fenómeno que generalmente pasaba cuando un cultivador invadía los canales de energía espiritual para entrar en la mente de su víctima, lo que hacía posible reunir información deseada. Esto era comparable a cuando un virus entraba al cuerpo y tenía determinado tiempo para hacer de las suyas antes de ser eliminado. En esta ocasión, Jiang Shen fue forzado a tomar el papel de intruso cuando su energía se mezcló con la de Zhao Tian para hacer estable su poder. Los impulsos del subconsciente del protagonista, actuando en defensa, resultaban en un pequeño Zhao Tian respondiendo a fuertes emociones producidas por Jiang Shen durante el sueño, pues como un virus, él rompía con la armonía del lugar. En casos extremos, se sabía que las personas que invadían la mente de otros podían ser destruidas en el acto, pero probablemente, gracias a la buena relación que tenía con Zhao Tian, su mente se limitó a ignorarlo justo como hacía en la vida real. Entendiendo esto Jiang Shen no sabía si llorar o reír.

Los mil cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora