58.

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Diez minutos hemos estado sin decirnos ni una sola palabra, su presencia me hacía poner nerviosa -y su mirada también- así que decidí yo empezar la conversación con una de las preguntas que me han atormentado éstas últimas semanas. Cuándo abrí mí boca, él ya estaba hablando, de nuevo me había interrumpido.

— Te llevaré a tu casa.— dice mientras se para del lugar en dónde ha estado sentado mientras me observaba todo éste tiempo. Estaba ebrio, se notaba por el olor que desprendía a pesar que tenía ese perfume varonil que tanto me gustaba, pero no me importó ni un poco ese detalle, ya que necesitaba decirle todo lo que tenía dentro mío.

— ¿Qué?— lo miro incrédula, no entiendo nada, me vió por primera vez en 6 semanas y ni siquiera me ha exclamado un “Te extraño”. Él traga saliva, luce incómodo, como yo también lo estoy, pero eso no importó ya que seguí hablando.— Logan, dime la verdad, ¿Me haz extrañado al menos?.

Él me impacta con su mirada triste, el corazón se me estruje pero trato de ignorarlo, necesitaba decirle todo lo que siento, todo lo que tengo en mí garganta desde la primera vez que dejó de mandarme cartas y desde que me rompió el corazón por ignorarme cuándo yo más lo he necesitado, cuándo me quedaba hasta altas horas de la madrugada pensando en él, en como había cambiado nuestra relación y como él también lo había hecho por su indeferencia al yo mandarle cartas.

— ¿Por qué no me respondes?, maldita sea.— exclamo mientras trato de tragar todas las lágrimas que quieren hacer su aparición.— ¡Contesta!— le pego una puñetazo en el hombro, causa de la desesperación que mí cuerpo está sintiendo, él luce sorprendido pero rápidamente agarra mís hombros para que me quedase quieta.

— Porque me parece muy estúpido que me preguntes eso cuando ya sabes la respuesta, Katherine.— dice mirándome fijamente a los ojos, pero el no sabía, no sabía que yo entendía la respuesta y eso era lo que me dolía aún más.

— Pero necesito escucharlo de ti, Logan.— traté de sonar fría pero fue un intento fallido ya que soné desesperada, como si estuviera loca, porque así lo estaba.

— No siempre te mereces lo que pides.— esboza una sonrisa, pero no de esas las que me volvían loca, sino una fría, como si estuviese bromeando consigo mismo.— Vamos.

Pensé seriamente en su pedido, tal vez, en el viaje, podré sacarle información. Asiento, sin siquiera decir una sola palabra, y él agarra mí mano para llevarme hacia el estacionamiento, no sé que me ha impresionado más; si su tan simple tacto que hizo ponerme más nerviosa de lo que estaba o que en ningún momento, de el tiempo que llevamos en el sector de fumadores, no ha fumado ni siquiera un cigarrillo.

Entré en su auto, tenía perfume de él y, por esa misma razón, inhalé profundamente tratando de que no me vea aunque, nuevamente, fue un intento fallido. Me miró raro, y noté que actuó como si se le hubiese caído algo sólo para sonreír.

— Tengo que hablar con tu hermano de...algunas cosas.— dijo cuándo encendió el auto, yo dirigí mí mirada hacia él y, para mí sorpresa, él me estaba mirando desde antes.

— Tenemos que hablar primero nosotros.— digo tratando de no observar como se relame los labios, maldita sea, tengo abstinencia de esos labios.— Y no es sólo porque quiero hacerlo y ya, porque, creo, que los dos lo necesitamos.

Él sólo se dedica a asentir, pero es mucho más que eso, porque veo como su mandíbula se tiensa y trata de respirar normalmente cuándo su respiración se acelera, tranquilo, la mía está igual. El viaje se basó en menos de 5 minutos, ya que, como dije antes, estábamos a un par de casas de mí hogar, así que cuándo llegamos a éste mismo, ningúno de los dos, nos dignamos a salir de coche, no sé la razón, pero simplemente nos quedamos allí mirando algún punto fijo del paisaje.

Jodidamente enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora