66.

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Logan pov.

— Solo es un amigo, Logan.— Kate me fulmina con la mirada y yo trago saliva para no arruinar nuestra primera real cita.

<<Está bien, Logan, contrólate y demuéstrale a tu novia que puedes no ser un jodido celoso>> respiro profundo, alivio mí expresión y mis manos que estaban en puños sobre la mesa, y sonrío.

— No hay que darle importancia a un tema que no vale la pena, lo siento.— Kate abre sus ojos impresionada y me sonríe con ternura, mierda, era perfecta.— ¿Ya te he dicho que estás preciosa?

— Sí, miles de veces.— larga una carcajada y agarra un trozo de carne para llevárselo a su -preciada- boca.— Si no quieres puedo decirle que tenemos que ir a mí casa...

Lo pienso, lo re-pienso y, por si las moscas, lo pienso por tercera vez. ¿Qué se supone que tengo que decir a esa bella propuesta?.

— No, claro que no, es tu amigo y encima tiene novia— al mismo tiempo que lo digo me convenzo que tengo que dejar de ser un celoso posesivo de mierda, he leído que ser así puede traer muchos problemas a la relación y eso es lo que menos quiero ahora mismo.— Ahora, dime, ¿Cómo hago para dejar de pensar en que no tienes brassier?— bromeo.

La pregunta la toma desprevenida, por eso mismo se ahogó con el vino y empezó a tocer exageradamente.

— Logan hay gente.— miro hacia alrededor y, efectivamente, las personas que nos rodeaban miraban asquerosamente, meh, no me importa.— pero como a ninguno de los dos nos importa,¿Cómo hago para dejar de pensar en tus sexys abdominales?— levanta una ceja pícaramente y yo largo una carcajada.

— Éres la novia perfecta.— digo mientras me acerco para acariciar su mejilla, me gustaban todas sus facetas, hasta la mal humorada, o la Kate recién despierta que no tiene ganas de hablar, y como olvidarme de la versión "Estoy con Andres, ni se te ocurra respirar cerca mío".

— Lo sé.— me da un corto beso en los labios y seguimos comiendo mientras charlamos de diversos temas.

***

— Logan, por favor.— hace puchero y tira de mí pero yo me quedo firme en el suelo.— Será divertido.

De todos lugares que podríamos haber ido, la novia chillona del cara de plancha ha decidido traernos a un Casino, un jodido Casino, el lugar que más odio en el mundo sólo por recordarme a mí padre. No quiero entrar siquiera, y Kate está hace más de quince minutos tratando de convencerme.

— No, Kate.— trato de soltarme de su agarre, pero ella enreda sus brazos en mí cuello y me obliga a mirarla a sus ojos.

— Si me amas tienes que entrar.— yo observo sus ojos avellana, esos ojos que me dejan completamente loco y que son capaces de convencerme de hasta tirarme de un puente sólo porque debajo hay Kit-Kats.— Será divertido.— dice cuando alivio mí expresión y agarro su mano para empezar a caminar hacia el puto Bingo.

— Sí, súper.— digo irónicamente.

Caminamos con nuestras manos entrelazadas, me gustaría decirle que tenía otros planes para después de comer, como por ejemplo; mirar películas, había hecho los pochoclos hoy por la tarde con mí madre -la mejor pochoclera del mundo- y hasta compré el chocolate preferido de Kate, ¡Había comprado 7 películas de comedia romantica, joder!.

El lugar estaba completamente lleno de gente -algo que me hizo pensar más de una vez en darme la vuelta e irme-, algunas ancianas tomando un whisky o hombres apostando hasta lo que no tienen en esos malditos juegos.

Mí padre venía siempre aquí, lo llamaban “El rey de casino” por ganar siempre en cualquier juego, ganaba miles de dolares en tan sólo una noche pero algo que siempre me gustó de su -estúpido- hábito al venir aquí era que nunca llegaba a casa ebrio, es más, creo que nunca he visto a mí padre, antes de fallecer, ebrio. Cuándo murió, el casino cerró pero, ahora que estoy enfrente, lo han abierto y desconozco la razón.

Jodidamente enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora