⚕️Drogas⚕️

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Narra _______.

Ellos firmaron las fotos de las chicas, mientras ellas solo miraban con una sonrisa que, por momentos, parecía interminable. Isabel sonreía de una forma casi inocente, una sonrisa que reflejaba la admiración de una fan al conocer a su ídolo, pero la sonrisa de Meegan era algo completamente diferente. Su expresión, además de ser traviesa, llevaba consigo una pizca de maldad. La mirada que intercambiaban Slash y ella no tenía ningún recato.

No sé si me molestó más la forma en la que ella lo miraba o cómo él la miraba a ella. Era un momento demasiado incómodo, frustrante... No quería pelear con Slash, mucho menos hacer un escándalo con celos, pero todo me estaba incomodando demasiado.

—¿Nos podemos quedar con ustedes? —preguntó Meegan con una voz descarada.

—Claro, no hay problema —respondió Axl, como si fuera lo más natural del mundo. Como estaba sentada sobre las piernas de Slash, había un lugar libre a su lado, suficiente para que Meegan se sentara ahí, junto a nosotros.

De repente, el malestar creció en mí como un nudo en el estómago.

—Me voy a otro lado —dije, intentando levantarme, pero él me sujetó fuerte de la cintura.

—¿Estás molesta? —preguntó, viéndome fijamente con un rostro serio. Yo, irritada, hice un gesto brusco para que me soltase. Salí rápidamente del asiento y caminé entre la multitud, sin saber a dónde iba, solo quería escapar de esa escena. A lo lejos, vi la barra con poca gente. Era perfecto para mí. Me dirigí allí y me senté en una de las sillas vacías, pidiendo una botella de vodka, mientras la música suave de fondo hacía la atmósfera un poco menos insoportable.

—¿Qué hace una chica tan bella sola? —una voz masculina me sacó de mis pensamientos. Volteé y allí estaba, con su abundante cabellera rubia, Sebastián.

—Hola, Sebastián —le respondí con una sonrisa pequeña, y él correspondió a la misma. Entre él y Slash no había rencores ahora; al parecer, Slash había olvidado por completo el problema de su cumpleaños.

—¿Y Slash? Es muy raro que te deje sola —comentó, sentándose junto a mí.

—Está... por ahí —dije, sirviendo vodka en mi copa.

—¿Por ahí? —preguntó levantando una ceja. Asentí, y él notó el tono de mi voz. Probablemente, algo no andaba bien.

—¿Algo no está bien entre ustedes, cierto? —su pregunta me hizo mirar hacia el vaso antes de responder.

—Sebastián, no quiero hablar de mi relación con Slash y menos de mi exnovio —dije, dejando el vaso en la mesa y mirando al frente, como si no quisiera verle los ojos. — ¿Cómo has estado? —pregunté, cambiando de tema para evitar cualquier otra pregunta incómoda.

—Bien, el álbum es un éxito. Al público le está encantando una canción en particular —respondió con una sonrisa. Todo en el mundo de Sebastián me resultaba interesante, pero estaba tan absorbida por lo que pasaba con Slash que lo había olvidado.

—¿Qué canción? —le pregunté confundida.

—Se llama "I Remember You"... La hice para ti —dijo, y aunque me sorprendió, sonreí tímidamente. La conversación siguió por un rato, y las sonrisas compartidas fueron agradables. Hacía mucho que no hablaba así con Sebastián, como en los viejos tiempos.

Isabel, la chica pelirroja que había pedido autógrafos a los chicos, se unió a la conversación. Era encantadora, dulce, y su carisma se hacía notar. De inmediato, conectamos.

—___, eres novia de Slash, ¿cierto? —dijo mirando hacia mí. Asentí con la cabeza. — Yo no dejaría que Meegan se acerque demasiado a él... Está muy obsesionada —agregó, tomando un sorbo de su bebida.

Seguimos charlando, y en ese momento Slash se acercó a la barra y saludó a Sebastián, sonriendo ampliamente. Yo, en cambio, lo ignoré deliberadamente, prefiriendo fijar mi atención en Isabel. El alcohol empezaba a hacer su efecto y mis sentidos se sentían nublados.

—Amor... ¿Por qué te fuiste así? —dijo Slash desde un extremo de la barra. Lo miré de reojo, sintiendo una mezcla de rabia e impotencia.

—Porque quería. ¿Acaso no puedo? —respondí cortante, dándole la espalda para tomar otro trago de vodka.

—¿Ahora qué tienes? ¿Por qué estás tan enojada? —su tono era de un niño perdido que no entendía nada. Lo miré mal.

—¿Te estoy diciendo algo? —respondí con dureza, fijándome en sus ojos sin dar lugar a su reproche.

—¿Sabes qué? Si no quieres hablar, yo mejor me voy —dijo, molesto, dándose vuelta hacia Sebastián. De inmediato se fue, dejándome con la sensación de haber sido ignorada una vez más. Me quedé mirando hacia nada, sin saber cómo abordar la situación. Odio pelear con él, pero ¿todo esto por celos? Es tan frustrante.

Una mesera pasó por allí con una bandeja con marihuana, y no pude evitar tomar una papeleta. Empecé a armarla con rapidez. Cuando la probé, su sabor era algo más fuerte de lo que esperaba, y el efecto se sintió casi de inmediato. Mi mente empezó a llenarse de pensamientos extraños y emociones desbordadas.

—Deberías hablar con Slash —me sugirió Isabel, notando que tenía los ojos medio cerrados.

Una sensación de desprecio me invadió cuando lo vi acercarse a la barra nuevamente, ignorándome por completo. Empezó a hablar animadamente con Sebastián, como si no hubiese sucedido nada.

—Slash... ¿Podemos hablar? —mi voz estaba baja, pero cargada de enojo. Sentía que me quemaba por dentro.

—No estoy de humor —respondió, sin siquiera mirarme a los ojos. Esa actitud me enfureció aún más.

—¿Sabes qué? ¡Vete a la mierda, imbécil! —dije, frustrada, notando cómo Isabel y Sebastián solo observaban sin pronunciar una palabra.

Slash me observa en silencio, sin decir una palabra. Es un chico tranquilo, pero solo conmigo. Si fuera cualquiera de los otros chicos, ya me habría soltado uno de sus típicos comentarios, o algo peor. Mi mente da vueltas, no logro encajar todo lo que está pasando. Tal vez estoy exagerando, peleando sin razón. Slash no ha hecho nada, probablemente esté tan confundido como yo.

—Slash... Lo siento... estoy muy drogada, no sé lo que estoy diciendo —le digo, evitando mirarlo directamente.

—Ya me di cuenta —responde con seriedad—. Vamos a un lugar más privado, para hablar —propone, con calma, mientras me guía a un rincón apartado, oscuro, donde casi no hay gente.

—Perdón... de verdad, lo siento mucho, rulos —digo, acariciando suavemente sus rizos con la mano.

—¿Eso es todo? —pregunta, cruzándose de brazos, serio—. Me merezco algo después de que me dijiste que me fuera a la mierda.

Lo miro, completamente desconcertada.

—¿Qué quieres? —pregunto, sin entender completamente. Él esboza una sonrisa de lado y me examina intensamente.

—No sé... pero sé más creativa —responde, desafiándome con su mirada. Aunque estoy muy drogada, soy plenamente consciente de sus insinuaciones. No hay duda de lo que quiere.

—Bueno... —musito, fingiendo inocencia. Me acerco a él, tomando su cuello con mis manos, y lo beso. No es un beso tierno, ni dulce. Es intenso, atrevido, lleno de pasión y deseo. Sus manos recorren mi cintura, deslizándose lentamente hasta mi trasero, acariciándome con sutileza, mientras yo exploro sus brazos.

Nos separamos, y siento cómo muerde mi labio antes de pasar su lengua suavemente sobre ellos.

—Eso es lo que quería —murmura, aún sosteniéndome, sus manos firmemente en mi trasero. Me doy vuelta, regresando a la barra mientras él se dirige al baño, quejándose de una erección que, según él, fue culpa mía. La fiesta sigue en pleno apogeo, y aún queda mucho por disfrutar.

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Fuck you. [Slash & tu] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora