Narra ________.
Tras la comida, cada quien se dirigió a sus habitaciones. Slash y yo también fuimos a la nuestra, dejando atrás el bullicio de los demás. Apenas cerré la puerta, él se dejó caer en la cama, observándome con esa expresión traviesa que tanto le gustaba usar conmigo.
—¿Y mi recompensa? —preguntó, siguiéndome con la mirada mientras me cambiaba de ropa.
—¿Recompensa? ¿De qué hablas? —respondí con fingida inocencia, aunque ambos sabíamos exactamente a qué se refería.
—Vamos, no te hagas... —murmuró, acomodándose mejor en la cama con una sonrisa ladina.
Sonreí de medio lado y caminé hacia él, sentándome sobre sus piernas.
—Bien, te la ganaste —susurré antes de inclinarme sobre su rostro. Sin perder tiempo, sus manos encontraron el borde de mi blusa y la apartaron con una agilidad casi desesperada.
—Oh, sí... Esto me gusta —murmuró mientras bajaba mi short de seda, dejándolo a un lado junto al resto de la ropa. En pocos segundos, estábamos desnudos, con la única barrera de un condón que él colocó rápidamente antes de hacerme suya.
Nos movíamos con un ritmo sincronizado, lento al principio, como explorando un terreno familiar pero siempre emocionante. Mis manos se aferraron a su cuello, mientras las suyas, firmes en mi cintura, me guiaban con embestidas profundas.
—Ah... sí... —jadeé, cerrando los ojos mientras una corriente cálida me recorría.
—¡Dios! —dijo él, incrementando el ritmo. Sus manos apretaron mi piel, dejándome escapar un gruñido entre placer y sorpresa.
Justo en el clímax del momento, un ruido seco en la puerta nos congeló.
—Están intentando entrar —murmuré alarmada, apartándome rápidamente.
—¿Es en serio? —gruñó Slash mientras tiraba de una sábana para cubrirme, justo cuando la puerta se abrió de golpe. Entraron todos, uno tras otro, como si nuestra habitación fuera el lugar de reunión predilecto.
—¿Qué demonios quieren? —dije furiosa, apretando la sábana contra mi pecho para cubrirme mejor.
—Hacían mucho ruido —comentó Axl, cruzado de brazos con su típica expresión de fastidio.
Slash soltó una carcajada amarga.
—Tú no tienes derecho a quejarte... En "Rocket Queen", el que más gemía eras tú.
Todos rieron, excepto Roger y Jessie , quienes parecían más interesados en calmar la situación.
—Por favor, bajen el volumen la próxima vez —pidió Jessie, levantando las manos en un gesto conciliador.
—¡Fuera! —grité, arrojándoles una almohada mientras ellos retrocedían entre risas y burlas. Cuando al fin se marcharon, me dejé caer de espaldas en la cama con un suspiro de frustración.
—Entonces... —dijo Slash con una sonrisa cómplice— ¿seguimos?
Lo fulminé con la mirada, negando con la cabeza.
—Me arruinaron el momento.
—Anda, podemos intentarlo otra vez. Esta vez, te tapas la boca.
No pude evitar reírme a carcajadas.
—¿Perdón? El que estaba gritando eras tú.
—Es que contigo es imposible no hacerlo —susurró mientras se inclinaba hacia mí, apartando la sábana con cuidado. Estábamos retomando nuestro ritmo cuando la puerta volvió a abrirse ligeramente. Jessie asomó la cabeza con una sonrisa burlona.
—Si van a empezar de nuevo, que sepan que Axl, Erin, Roger y yo estamos listos para hacerles competencia.
Ambos soltamos una carcajada, y ella cerró la puerta al salir.
—Bueno... —dije con una sonrisa traviesa— sigamos, pero ahora en silencio.
Él se inclinó, su cabello rizado rozando mi rostro.
—Silencio, pero esta vez la que grita serás tú.
Horas después, los gemidos no venían de nuestra habitación, sino de la principal. Me giré hacia Slash con una sonrisa cansada pero divertida.
—¿Nos vengamos? —preguntó, y asentí de inmediato.
Nos vestimos apresuradamente y nos acercamos de puntillas a la otra puerta. Con apenas un vistazo, confirmé que Jessie y Roger estaban igual de entretenidos. Slash no aguantó y soltó una carcajada que resonó por el pasillo.
Riendo como cómplices, volvimos a nuestra habitación para al fin rendirnos al sueño.
💜
Me desperté con el sonido de mi propia respiración y un rayito de sol colándose por las cortinas. A mi lado, Slash seguía dormido, su cabello desordenado cubriendo parte de su rostro. Su torso desnudo, con las sombras del amanecer resaltando sus formas, me hizo detenerme un momento para admirarlo. Era increíblemente sexy. Sonreí de forma involuntaria mientras me levantaba con cuidado para no despertarlo.
Mientras me desvestía para entrar a la ducha, su voz profunda y adormilada me interrumpió.
—Buenos días —murmuró, frotándose los ojos. Su mirada se posó en mí justo cuando estaba en ropa interior. Se dibujó una sonrisa juguetona en su rostro—. ¿Lo vamos a hacer de nuevo? —preguntó sin rodeos.
Rodé los ojos divertida.
—No, me voy a bañar —respondí.
Sin embargo, su mirada intensa, casi predatoria, me detuvo. Antes de darme cuenta, se levantó de un salto y rodeó mi cintura con sus brazos, haciendo que soltara un pequeño jadeo.
—Entonces nos bañamos juntos —dijo en voz baja, su aliento cálido rozando mi oído.
Sus manos encontraron mi trasero, levantándome con facilidad. Me aferré a sus hombros entre risas mientras nos dirigíamos al baño. Lo que sucedió bajo el agua no fue precisamente una ducha convencional.
Horas más tarde, mientras los chicos salían a recorrer Londres, yo me quedé sola en casa, lista para comenzar con los preparativos para la despedida de soltera de Jessie. Freddie, siempre amable, había llevado a Jessie consigo para distraerla y me dejó todo lo necesario para la decoración. No perdí tiempo y me puse manos a la obra.
La idea era recrear un ambiente de campamento, pero con un toque moderno y chic. Monté unas mini tiendas improvisadas, cubriéndolas con telas elegantes y adornándolas con luces de Navidad. Dentro coloqué los pijamas de cada invitado junto con pequeños detalles personalizados. En el centro, frente al televisor, coloqué cojines y mantas, creando un espacio acogedor. Para las bebidas, organicé un rincón especial: un recipiente lleno de hielo con botellas de vino, Jack Daniels, vodka y otros licores.
Para cuando terminé, el living parecía sacado de una revista de decoración. Justo cuando me recosté en el sofá a ver televisión, Freddie llamó para avisarme que estaban por llegar. Me acomodé un poco la ropa y esperé.
Cuando la puerta se abrió, Jessie se quedó sin palabras.
—¡Wow! —exclamó con los ojos brillando mientras inspeccionaba cada detalle.
—Te lo dije, les encantaría —comentó Freddie mientras me guiñaba un ojo.
Las chicas se apresuraron a cambiarse y ponerse las batas personalizadas. Cada una llevaba un grabado en letras doradas: la de Jessie decía "Novia", la de Mary "Dama de Honor", la de Freddie "Padrino" y la mía "Madrina". Por supuesto, Slash había insistido en escoger mi pijama y, como era de esperarse, optó por algo revelador. Era un imbécil adorable.
Pasamos la noche riendo, bebiendo y viendo películas como El Redentor. Erin llegó más tarde y se unió a la diversión. Bailamos canciones absurdas, compartimos anécdotas y terminamos cayendo dormidas alrededor de las tres de la mañana, rodeadas de risas y mantas desordenadas.
Fue, sin duda, una de esas noches que recordaríamos para siempre.
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Fuck you. [Slash & tu] ✔️
FanfictionEn la vibrante y caótica década de los ochenta, el mundo del rock and roll es un torbellino de excesos y emociones desenfrenadas. ______, una modelo tímida, es arrastrada a este mundo electrizante cuando conoce a Slash, el carismático y enigmático g...
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