Capítulo Tres

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Sentada entre los primeros asientos del curso me sentía como una joven con demasiada información consigo y que en algún momento me podrían disparar por la espalda, eliminarme del mapa, y borrar mi historial de vida.

Las admiradoras pagarían por saber quién es el hijo de nuestro querido profesor de Botánica, y si se enamoraron del padre, peor sería si se enamoran del hijo. Sacando mis conclusiones que no son para nada efectivas, pero conformantes, estas chicas con hormonas super alborotadas peor que una secundaria buscan tener un ¿Suggar Daddy? o ¿Una historia como las novelas que he leído? Donde el perfecto profesor se fija en una de ellas, se enamoran, pasan por problemas, se separan y vuelven para estar juntos por siempre.

Esas cosas no pasan.

No existen.

La profesora de Química orgánica comenzó a explicar cada cierto punto de lo que había escrito en el pizarrón. No he podido concentrarme en todo el día, he comido mucho chocolate para tranquilizarme, tampoco le he respondido a Laura. No he terminado del todo mis deberes y siento que el tiempo está jugando en mi contra.

Al terminar la clase y como es costumbre Laura y Karla me esperan a la salida, lo que menos quiero es saber más sobre el profesor Matheson, estoy atareada aun de información y no encuentro explicación del porque me siento así.

—Al fin saliste, te demoras la vida —dice Laura, tomándome del brazo para salir, yo trato de sonreír, pero siento que no tengo los ánimos.

—¿Todo bien con la clase? Te ves terrible —agrega Karla.

—Dormí tarde y aun no acabo los deberes pendientes —el desánimo es tan grande que hasta la voz me pesa.

—¿Y qué hiciste toda la noche? Pensé que te quedaste dormida desde temprano —habla Laura colocándome en medio de ella mientras caminamos—. Lo que te falta a ti es un brownie. De chocolate.

Saco de mi bolso el brownie que aún no he terminado de comer y se lo muestro.

—Esto si es serio —interviene Karla—. Galia no se acabó su brownie.

—¿Es por la exposición de botánica? —miro a Laura con los ojos más abiertos que nunca mientras le daba un mordisco a mi chocolate.

—¡No! Olvidé esa exposición. Me mataran los del grupo.

—Oye, tranquila —sugiere Karla—. Olvidas que soy parte de tu grupo.

—Lo siento. Parece que aún vivo en el año pasado.

—¿Increíble no? —dice Laura, con migajas entre sus labios—. En dos años terminaran la carrera.

—Hablas como si te faltara mucho a ti —dije, llegando a la misma salida de ayer y asesorándome que no esté por aquí alguna de las admiradoras de Matheson porque si hay alguna estará él—. Lo que te pasó el año pasado es solo una motivación para terminar.

—Galia tiene razón —dijo Karla—. Tienes una gran ventaja, conoces a los de nuestra promoción y puedes pedir ayuda, nosotras no.

Seguía viendo a los lados y su presencia se hace visible para las tres.

Son exactamente las cuatro de la tarde. Es la hora de su salida.

—Un momento —dije, confundida, miro a Laura—. ¿Por qué saliste antes de su clase? —lo señalo.

—Te mencionaba lo de la exposición porque hoy no estuvo de buen humor. Y las exposiciones no la dieron como él esperaba. Fuimos una decepción.

Te Vas A Enamorar De ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora