Capítulo Diecinueve

932 57 2
                                    

—Galia ­—me llaman.

Era César, a quien le pasamos las llamadas luego de que nuestros clientes hayan aceptado toda la charlotearía que las ejecutivas le han dado.

—Dígame —me giro sobre mi asiento para verlo mejor.

—¿Podrías sacar unas copias de estos papeles? —me levanté de mi lugar y asentí con gusto al recibir las hojas entre mis manos —. Ok, pon atención —eso es lo que menos he tenido este día—, de estas, quiero unas tres series, de las que tienes aquí a la izquierda, son dos hojas, sacas cuatro series y, de las demás solo dos series —asiento rápidamente mientras comino hacia la copiadora—. ¡Ah! Espera —giro, regresa con una sonrisa amable como siempre, trato de tener memorizado todo lo que me había dicho con las hojas aun separadas por cada uno de mis dedos —. Olvidaba que de estas que están intermedio, tienes que sacar solo una serie. No te demores mucho.

—Si, descuide —le sonrío.

Camino hacia la gran copiadora vieja y ruidosa para hacer el trabajo.

Había suspendido muchos días de trabajo, poniendo excusas sobre excusas, no me tocó más que trabajar un domingo. Aunque muchos lo hacen, no es de mi agrado madrugar exclusivamente este día.

Separé las hojas para diferenciarlas por series, era costumbre mía confundirme casi siempre y desperdiciar hojas a cada momento. Miro el reloj colgado en todo el centro de la oficina y no son más que recién las nueve de la mañana. Dejé que la copiadora haga su trabajo y verifiqué cualquier notificación de mi celular.

Luego de lo que pasó ayer con Gael, se me hizo casi imposible dormir. El cerrar los ojos podía revivir ese momento... el momento en que pude sentir con más precisión su masculinidad. Y ¡Por Dios! ¡Que masculinidad la que trae con él! ¿qué tal se sentiría ser hombre? Tener algo entre las piernas y que este crezca cuando se sienta excitado. ¿Cómo se asean? Una de las preguntas que más me suelo hacer es ¿Cómo un hombre, es un hombre? ¿Realmente solo se sacudirán luego de ir al baño?

¿Cómo le hago esas preguntas a un hombre? No, no se puede. Peor a mi hermano.

Dejando todos esos pensamientos a un lado, su nombre apareció, con lo que más me gusta que me diga en las mañanas.

"Buen día mi preciosa princesa, ¿Descansó?"

Aunque el mensaje se muestre muy simple, o simplemente esté el apodo que me sabe decir por su sola naturaleza, es lo más especial que existe para mí, porque se toma la molestia de ponerlo y de provocar tantas cosas en mi pecho, en alterar mi respiración, en hacerme suspirar, en solo... enamorarme más de él.

Él sabía muy bien cómo eran muchos de mis comportamientos, todas las mentiras que me ha descubierto por no tener esa costumbre de hacerlo, de cómo me hace sonrojar de solo verlo o tan solo tenerlo cerca, de cuando puedo estar enojada, triste y puede levantarme el ánimo como nunca nadie más lo ha hecho —aunque para muchos puede resultar muy cursi— y eso... es increíble. Así que, por ende, sabe muy bien que con todo lo de ayer no pude dormir.

"Princeso de ojos verdes, buenos días, estoy en el trabajo, y de descansar... sí y muy bien."

La copiadora hizo el mismo ruido indicando que ya terminó la primera sesión, con precaución, pero con una enorme sonrisa en mi rostro coloque las siguientes copias cambiando los patrones, tal y como me dijo mi jefe y dejé que siga trabajando.

"¿Cómo no va a descansar bien? Si ayer se la pasó de lo mejor"

Y como por arte de magia, sentía mis mejillas arder sin detenerse, no podía ocultar la sonrisa que provocaba este hombre en mí. Y es que lo veo en todas partes al cerrar los ojos, no puedo con esto, no puedo con su voz en mi mente, como decía mi nombre, como su cuerpo se tensaba sabiendo que estaba a punto de sobre salirse de su límite.

Te Vas A Enamorar De ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora