Capítulo Cuarenta y Dos

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 En todo el viaje me ha sostenido la mano, incluso para dar los cambios al auto. Me miraba y me hacía conversación que no venían ni al caso, pero lograba hacerme sonreír.

—No, a mi casa no —pedí, antes de acercarnos al cruce que direccionaba a mi casa—, con esta cara mi mamá me hará enormes preguntas y no me dejará dormir hasta que le diga todo.

—Se preocupará por ti, son las diez de la noche.

No dije nada más, cambió su dirección y giró a lo que se supone queda su residencia.

Revisé mi celular antes de llegar, estaba la respuesta de Catalina.

"¡Efraín es un imbécil! Y esa tipa de Natasha ¡también! Gerson me lo acaba de decir todo. No te preocupes por tus padres, ya les envié un mensaje de que estás en mi casa. Por suerte cuando te sabes quedar aquí se te fotografiar despierta y dormida, así que puedes quedarte tranquila, es viernes y lo aceptaron."

Sonreí al leer todo el mensaje. Seguido de eso, me envió algunas fotografías cuando me se quedar en su casa a dormir, y sí, parecía real que yo estuviera ahí.

"No reclamaré nada por las fotos, me están salvando la existencia. Prometo contarte mañana con detalles" —respondo.

Al estar de nuevo en su casa, ya sentía que el lugar también me daba un abrazo acogedor. Gael me indicó donde podía dejar mi mochila para que estuviera más cómoda.

El televisor de la sala estaba encendido. Lo que se me hace extraño, si yo viviera sola lo más lógico que sería es ver la televisión en mi habitación.

—¿Hasta qué hora te puedes quedar? —me pregunta.

Toda la vida si tú quieres.

Me examina el rostro buscando algún rasguño como si alguien me hubiera lastimado, acaricia con su pulgar mi mejilla y es el acto más tierno que puede hacer que solo me queda seguir apreciándolo mejor al cerrar mis ojos.

—Me han avisado que puedo quedarme toda la noche —murmuré.

Sus manos se alejan y lo miro.

—¿Le dijiste a tus padres que estás aquí? —abre los ojos, sorprendido.

—Si —lo abrazo sin quitarle la mirada de encima, él me sigue viendo como un espectro raro—. ¡Cómo crees! Claro que no.

Sonreí enredando mis brazos a su cuello.

—Parece que ahora ya estamos alegres —dice cerca de mis labios—, entonces supongo que te quedarás aquí.

—No, me iré a dormir debajo del puente que acabamos de cruzar —bromeo.

Sus labios se ensanchan mostrándome una sonrisa típica y coqueta de él.

Su aliento choca en mi nariz y me produce unas intensas ganas de quedarme así, viendo interminablemente el brillo intenso que tienen sus ojos y el aroma que emana su cuerpo.

—Imagino que no tienes nada en tu estómago —deja un beso en mi frente.

Me hace caminar detrás de él hasta la cocina, su mano sostenía mi muñeca que no puede poner resistencia.

Más bien, no quería ponerla.

Hizo una revisión en su refrigerador, imagino que buscando algo rápido que pueda cocinar.

—¿Qué te gustaría que te haga?

—El amor —contesté.

Cerró la puerta y se levantó de golpe para mirarme, trataba de no sonreírme, pero ya era demasiado tarde, todos los músculos de su rostro lo delataban.

Te Vas A Enamorar De ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora