Capítulo Treinta y Siete

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Todas las cosas que habían pasado entre nosotros durante estos días se esfumaron enseguida. su imagen era inquebrantable, no hubo en ningún momento un titubeo o alguna palabra que demostrara ironía.

¿Se imaginan que el hombre que aman te confiese que estaba esperando por ti por medio de una petición?

Es la sensación más extraordinaria que una mujer puede sentir, es una caricia al alma, él era todo lo que no pensé encontrar o si quiera existiera, abraza mis mariposas que se elevan por solo existir para mí. No se puede explicar con simples palabras lo que siento en este momento. Me tomaría toda la vida poder detallarlo y aunque lo hiciera tendría la sensación de que me faltaría un mundo de sensaciones para que alguien pudiera entenderme.

Lo que sí quiero es a lo largo de los años que él sea quien me pueda seguir brindando las sensaciones como esta, encendieron los juegos artificiales, colocar música en mi estómago y que sean sus labios los que bailen sobre los míos.

El silencio en muchas ocasiones es el grito más doloroso de muchas situaciones, pero el silencio que hay entre nosotros grita nuestros sentimientos, lo grita en nuestras miradas, en nuestras sonrisas ensimismadas, lo grita de mil maneras que por fin se conocieron esas dos personas que pidieron conocerse.

No estaba segura de lo que pedía mi mente, mi corazón insistía en hacerlo, pero fue él quien se llevó todo el crédito.

Sus labios besaron los míos delicadamente, lo más lento posible, como si me fuera a romper en cualquier momento. Yo había hasta olvidado besar cuando su toque me transmitió esa vibración que es única de él, que apodera mi cuerpo entero sin muchas restricciones.

Sus labios sabían a fruta combinada con alcohol, daba un sabor a ensalada.

Mi mente accedió a dejarse llevar con miles de pensamientos negativos por aceptar el beso. Tenía que darme cuenta de eso, él pidió que nos distanciáramos por temas de la universidad, me entrega una carta pidiendo lo mismo, luego vamos al cine y me consiente tal como me gusta, luego me invita a cenar y terminamos besándonos.

Por más confundida que estaba mi corazón seguía latiendo su nombre sin detenerse, estaba emocionado por volver a donde creyeron no estaría por durante mucho tiempo. Estaba Feliz por estar con él.

Parece que él también lo estaba, de otra forma no se hubiera sonreído conmigo al terminar de besarnos. Sus labios eran una exquisitez, un vórtice de perdición donde no era necesario que me empujen para caer porque había decidido lanzarme.

Vimos como un joven se tambaleaba por las paredes del restaurante, sujetaba con una mano su abdomen y otra su boca.

No era necesario adivinar el rostro lívido que traía. No alcanzó a la puerta del baño cuando despojó toda la comida.

No soy de las que suele mirar espectáculos, pero en ese mismo instante no quería ser ese chico.

—Los retos, los retos, los retos —emitió Gael, negando con la cabeza mientras se metía una cuchara de su comida a la boca, esa boca exquisita—, seguro fue uno de los que aceptó el reto que me ofrecieron.

—Debiste aceptar, a la final y ganabas.

—Y terminaba vomitando también.

—Me enamoraría hasta de tu vómito.

¡Qué clase de chica dice eso!

¿¡Que clase!?

A Gael no le pareció molestarle, solo reímos disfrutando de la comida, de la noche, de nosotros solos. Nos dábamos cucharadas como si fuéramos niños pequeños. Y aunque creí que le molestaría, decidí captar nuestra cena en una foto.

Te Vas A Enamorar De ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora