Capítulo Veintiséis

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Se veía una noche estupenda. Las canciones de todo el año se escuchaban salir en alguna que otras casas. Diferentes autos estacionados en una fila en las veredas.

Un sentimiento de nostalgia me invadió por completa cuando, varias parejas se paseaban por la calle, o platicaban fuera de sus casas, muchas jóvenes de mi vecindario presentaron este año a sus enamorados para que sea parte y conviva con la familia. Otras, solo llegaban a visitar a sus padres ya con sus hijos en brazos.

Sonreí al ver como una joven dejaba que su hija de aproximadamente dos años caminara a encontrarse con los brazos de su abuelo, mientras que el joven que ahora es su esposo carga en el portacoches a su bebé de meses.

Se, que no es tristeza, después de todo se diferenciarla, es una felicidad que voy reuniendo hasta que se dé el momento de vivir todo lo que tengo pensado con él. Si esto sigue, porque tampoco lo puedo obligar a algo que no quiera.

Pero dentro de mí, si lo quisiera, y lo anhelo tanto porque esa persona que quiero por el resto de mis días sea quien está ahora conmigo. Seguir viendo su sonrisa sin aburrirme, poder disfrutarla incontables veces, acariciar su mejilla cuando amanezca entre sus brazos después de caer cansados sobre la cama, escuchar todo su trayecto del día, ir a cenar lejos de la ciudad o dentro de la casa, hacer el amor con él como si fuera la primera y última vez. Pero que sea solamente él.

Uno de los deseos que no se lo diré.

El sonido de mi celular me hace alejar la mirada de la ventana de mi habitación para leer el mensaje de mi princeso.

"¿Ya está lista mi princesa?"

Sonrío mordiendo mi labio inferior y comienzo a escribir.

"Me distraje un rato, pero si estoy lista. Tengo que prepararme, no sé cuánto vaya a tardar mi princeso"

Había pedido borrar hace mucho todo sentimiento que tenía de Leonardo, él me ayudó mucho gracias a su engaño, luego la pequeña desilusión de Cristóbal no quería saber de ninguna relación romántica con nadie. Al entrar a la universidad pude darme cuenta de que incluso, existen hombres interesados, como Efraín. Y chicos muy graciosos e intensos como Gerson.

Luego, apareció él, atravesando cada muro que había elaborado costosamente con el tiempo, conocí a alguien que hasta la fecha no ha hecho más que demostrarme que realmente le intereso, que se preocupa por mí, sin control y sin ataduras; su manera libre y atrevida de ser él, me atraen de manera vesánica. Descontrolando lo que pensé que tendría control.

Él, es con quien puedo hablar de todos y de todo con toda la confianza del mundo, para terminar riéndonos a carcajadas, incluso de la gente que viste terrible. Puedo comer helado y embadurnarlo en juego, recibiendo un caluroso beso como premio a mi travesura; resaltando que no le gusta el dulce, pero lo come solo por darme el gusto a mi o solo por acompañarme.

Puedo incluso, hablar de temas tan serios, temas tan personales de su vida de la mía, me dedica su tiempo y, es más que suficiente.

Hay algo común de todos los treinta y uno de diciembre, olor a comida por todas partes, niños corriendo por el vecindario, luces alumbrando los calurosos hogares que tiene cada familia.

Pero este año, era distinto, al día siguiente estaría cumpliendo un mes de que Gael y yo somos enamorados. Así lo quiso y yo acepté, seguía insistiendo mucho que desde que nos dimos el primer beso fue que comenzamos a ser enamorados, algo que yo no sabía si él no me lo hubiera preguntado cómo debe ser. También recuerdo que su pregunta no era como siempre había imaginado una propuesta de amor, pero sus palabras, su voz, sus ojos, su intensión y la valentía de pronunciar la pregunta hicieron que todas mis perspectivas se hicieran nada.

Te Vas A Enamorar De ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora