Capitulo 1

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Nunca creí en la palabra del hombre. Su capacidad para mentir o faltar a sus promesas era insana. Para mí, una simple mirada o un tenue suspiro, nunca engañaban.

-Por favor... toma el teléfono.- susurraba mientras caminaba por su habitación desesperado, con su móvil en el oído.

-"Este es el buzo de mensajes...-

-¡Mierda!- bufó cansado.

Lo vi caminando mientras su cabeza iba a mil por hora.

-No te perderé.- finalmente concluyó, tomando su abrigo y saliendo de casa a toda velocidad. Lo seguí de cerca, mirando como tomaba su casco y las llaves de su moto.

"Está lloviendo." -dije suavemente, causando que él mirara preocupado el camino.

La noche empezaba a caer y la lluvia no cesaba. Parecía dudarlo pero movió su cabeza y se colocó el casco.

"Podrías tener un accidente."- volví a intentarlo pero él estaba decidido. Encendió la moto y la puso en la carretera.

Intenté seguirlo pero el avión despegaría en poco tiempo y su novia se iría en el.

"Vas muy rápido."- volví a hablar causando que mirara el velocímetro. 90k/h... 100k/h... 110k/h...

-No la alcanzaré.- susurró con tristeza volviendo a subir la velocidad.- Necesito detenerla.-

Derrapó en una curva pero logró estabilizar el manubrio. Aun así el susto no lo detuvo. Volvió a subir la velocidad.

Empecé a quedarme atrás y por más que lo intentaba, mis alas no igualaban su prisa.

"Por favor, para."- intenté hablarle, pero su cabeza me sacaba de inmediato. Él solo pensaba en ella.

Forcé a mis grandes alas, intentando tocar su hombro pero su velocidad era mayor que la mía. Solo... unos centímetros... más. Debía protegerlo...

De repente, divisé otra curva a pocos metros y mis suplicas eran abrumadoras.

Solo... unos centímetros... más...

Es lo que hubiera deseado tener.

Pero no sucedió.

Su moto volvió a derrapar y esta vez no pudo estabilizarla. Lo vi perder el equilibrio y ser arrojado fuera de la carretera.

Volé tras su cuerpo, solo para encontrarlo tendido en la hierba mojada, respirando con dificultad y con su brazo y pierna en una posición extraña.

"Debes calmarte, yo cuidaré de ti."- susurré con la esperanza de que él me escuchara. Vi sangre empezar a bajar por su frente. El casco tenía una gran hendidura. Su cabeza no estaba bien. Había mucha sangre. –"Lo siento, lo siento, lo siento..."- sabía que no escucharía mi lamento.

Después de unos segundos, su respiración se volvió irregular y sus ojos empezaron a cerrarse.

-"No, no, no."- dije tocando su mano, consciente de que no me sentiría.- "No vayas a rendirte. No te atrevas. – Mire alrededor.- ¡Auxilio! ¡Necesito ayuda!"-

La carretera estaba vacía y mis esperanzas de que lo encontraran a tiempo eran casi nulas. Podía sentirlo.

"Se fuerte, aun debes ir por ella."- intenté animarlo, aun cuando yo no lo entendía.

-Leighton...- susurró con dificultad.

"Si, ella."- dije de inmediato cuando vi sus ojos brillar.- "Aun debes decirle que la amas."

-Leighton...- repitió empezando a cerrar los ojos.

"No, no, no."- supliqué mirando su respiración.

De repente sentí un viento helado y un manto negro tomando forma a mi lado. Una espesa capa de humo apareció alrededor.

-¿Quién... quién eres?- pregunté cuando la extraña silueta tomó forma. No podía ver su rostro. Su manto lo cubría con perfección.

-El ángel de la muerte.- se presentó con un tenue movimiento de cabeza.

Abrí los ojos entendiendo su presencia. Se acercó lentamente a nosotros.

-Tienes algo que me pertenece.-

Me interpuse en su camino.

-No, él... va a estar bien.- intenté convencerlo y traté de creer en mis propias palabras. -Solo necesito que alguien lo ayude, él... él va a estar bien.- miré al chico suplicante.

-No hay tiempo.- dijo con su voz inexplicablemente tranquilizadora.- Él ya no tiene tiempo.- quiso acercarse pero volví a detenerlo.

-Por favor... no lo hagas.- supliqué.- Yo debía cuidarlo... el aceleró y no pude alcanzarlo... yo debía... solo trataba de cuidarlo pero...-

-Está sufriendo.- dijo moviendo su cabeza suavemente para mirar al chico en el piso. Empezaba a toser sangre. -Debo hacer que deje de sufrir.-

-Pero... ¿te lo llevaras?- el asintió suavemente. -No... él aún puede... él va a estar bien.- vi a la extraña figura negar con la cabeza.

-Él ya no tiene tiempo.- podía sentir la empatía en él. Como si comprendiera mi desesperación. Caminó hacia mi protegido y esta vez no pude detenerlo. Se agachó junto a él y yo volví a suplicar.

-Por favor no lo hagas.-

El ángel negro levantó la cabeza para mirarme antes de volver a repetir con su voz tranquilizadora.

-No debe sufrir.- dijo antes de colocar la mano en su pecho y detener su corazón.

-¡Basta ya!- habló sacándome de mis recuerdos. -¡No puedes seguir haciéndote esto!-

Salí de mis cavilaciones, notando en donde estaba y con quien estaba. Mis brazos abrazaban mis piernas y mi habitación eran el único consuelo después de dos semanas en el mismo estado.

-Déjame en paz.- pedí cansada. Me di la vuelta para evitar mirarlo.

-¿Cuánto tiempo más?- habló, esta vez tratando de controlar el tono de su voz.

-Déjame sola.-

-No haré eso.- escuche sus pasos acercándose. Se sentó a mi lado y me miró. -Necesito que dejes de hacerte daño. Lo que sucedió era algo que no podías evitar.-

Agaché la cabeza deseando retroceder el tiempo.

-Habla conmigo, cariño.- suplicó pasando a la preocupación en cuestión de segundos.

Lo miré.

Lo mire y fue todo lo que pude hacer antes de empezar a llorar de nuevo.

No había parado de llorar desde ese día.

El hizo lo único que pudo hacer. Me abrazo y dejó que mi dolor consumiera mi alma.

Era lo único que él podía hacer. 

Siempre tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora