Abrí los ojos. Podía sentir el dolor en el aire.
Lauren miraba hacia el frente. Sus brazos estaban tensos mientras sostenían el volante. Miré el velocímetro dispuesta a pedirle que bajara la velocidad pero no hizo falta. Frenó unos segundos después, frente a un imponente edificio.
No le importó mucho la manera en como estacionó pero bajó del auto azotando las puertas. No estaba segura de que hacer, así que la seguí.
Estaba en sus recuerdos.
Tomó el ascensor y su desesperación crecía conforme nos acercábamos al piso que había marcado. Parecía tener apuro.
-¿Mi padre está dentro?- preguntó tomando por sorpresa a la secretaria una vez que llegamos.
-Si.- respondió la mujer confundida.- pero está en una reunión y si desea puede esperar… Señorita Lauren, no puede entrar así….- dijo tratando de alcanzarla pero su intento fue en vano ya que con paso firme, la chica de ojos verdes ingresó en la oficina.
Volví a seguirla, pasando con cuidado a la mujer que intentaba detenerla.
-¿Qué haces aquí?- preguntó un hombre desde el extremo superior de la mesa. Los ojos del resto de los ejecutivos se centraron en ella. Me sentí diminuta ante la mirada de todos los presentes que la observaban, aunque eso no pareció inmutar a Lauren.
-Yo intenté detenerla pero…-
-Vengo a hablar contigo.- respondió seria, interrumpiendo las disculpas de la secretaria.
-Estoy en una reunión importante, Lauren.- cortó su padre agachando la mirada y revisando unos documentos frente a él.- hablaremos cuando llegue a casa.-
-Si el futuro de tu maldita empresa te interesa, ¡hablaremos ahora!- el hombre levantó la mirada encontrándose con los ojos de su hija.
El tono de voz que había utilizado estaba cargado de odio y determinación.
-Déjenos solos.- pidió, cerrando la carpeta y esperando a que sus hombres de confianza dejaran la sala.- ¿Qué quieres, Lauren?-
-Quiero irme.- fue directa.- Quiero irme del país.-
-Si piensas que consentiré tu capricho de que vayas a New York para estudiar canto, estás muy equivocada.- dijo levantándose y caminando alrededor de la sala en busca de agua.- Taylor tiene su profesión como médico y Chris es un hombre al cual no le confiaría ni mi vida. Eres la única persona capaz de hacerse cargo de la empresa y si esperas que apruebe tu estúpido deseo de…-
-Iré a Oxford.- interrumpió mirando decididamente a su padre.
¿Oxford? Eso estaba muy lejos de donde ahora se encontraba.
-¿Qué dijiste?- preguntó mirando los ojos de su hija, tratando de encontrar la mentira.
-Lo que escuchaste. Me iré a Inglaterra a estudiar lo que tú decidas.-
Definitivamente algo salió mal con ese trato dado que estudiábamos en Miami.
-¿Cuál es la condición?- preguntó desconfiado. –Imagino que esto no será gratis.- su tono duro y prevenido salió a flote.
-No, claro que no.- contestó Lauren fingiendo una sonrisa.- tengo dos condiciones para aceptar dejar mis sueños.-
-Te escucho.- dijo tomando asiento
-Me iré mañana.-
-Tus clases aun no terminan.-
-Pero mis materias están aprobadas. De cualquier manera sé que podrás arreglártelo, eres un hombre ingenioso.- comentó con cierto tono de burla. Su padre la miró con ira, sin embargo respiró profundo antes de responder.
-De acuerdo. ¿Cuál es tu segunda condición?-
-Que nadie sabrá de mi vida mientras este fuera, incluyéndote.- la determinación en la voz de Lauren le indicaba al hombre que su hija no bromeaba.
-¿Cómo sabré que cumplirás con tu palabra y estudiaras en Oxford?- preguntó receloso.
-No lo sabrás.- aseguró.- pero tendrás que confiar. De todas formas soy tu única opción.-
¿Única opción? ¿Pero de que hablaban?
-Ni lo sueñes. Tendrás a un guardaespaldas cuidando de ti.- dijo en total desacuerdo.
-¿Desconfías tanto de mí?- preguntó levantando las cejas, incrédula.
-Desconfió del amor que le tienes a esa niñita que puedo imaginar que en cualquier momento escaparas con ella.- Su mirada cayó al suelo momentáneamente antes de encarar nuevamente a su padre.
-Camila ya no será un problema en tu vida.- fue firme en sus palabras.
¿Qué?
El hombre vaciló un momento antes de responder.
-De acuerdo, nada de vigilancia.- cedió.
-¿Es un trato?- preguntó Lauren estirando la mano para cerrar la negociación.
-Lo es.- contestó el hombre con una sonrisa arrogante mientras estrechaba la mano de su hija.
-Bien.- concluyó caminando hacia la salida.
-Compraré tu boleto de avión ahora mismo.- informó ubicándose frente a su computador.
-Te veré en 4 años, papá.- terminó cerrando la puerta tras su salida.
Llamó al elevador y una vez dentro, se apoyó en una de las paredes, cerró los ojos y respiró hondo. Sentía sus ganas de llorar y la frustración que sentía por no poder evitarlo.
Volvió a respirar hondo cuando una silenciosa lágrima hizo su camino. Me acerqué suavemente para notar como su pecho subía y bajaba con rapidez. Parecía que contener esas lágrimas la estaban matando.
-Lauren…- susurré sin pensarlo. Quería acercarme pero no sabía si ella podía verme o escucharme.
Ella abrió los ojos y me miró. Su rostro cambió del dolor al pánico en cuestión de segundo.
-¿Camila?- podía escuchar los engranajes de su cabeza trabajar con rapidez. - Esto no sucedió así. Tú no deberías estar aquí.-
-Estoy en tus recuerdos.- murmuré tratando de ayudarla.
-Tú no deberías estar aquí.-
-¿Por qué estoy en tus recuerdos? ¿Por qué hiciste ese trato con tu padre? ¿De quién estas huyendo?-
-De ti.- dijo sin pensarlo. De repente su mirada se perdió, como si estuviera tratando de recordar algo. -Debes soltarme.- me miró con seriedad. -Necesito que me sueltes, Camila.-
La miré. Seguía a unos pasos de distancia y claramente yo no la estaba tocando.
-Yo no estoy…-
-Quiero que me sueltes, ahora.- su voz firme y seria me hizo temblar a la vez que me envió fuera de sus recuerdos.
Todo se volvió borroso y una fuerte brisa me caló los huesos.
Estaba de vuelta en el campus.
Miré a Lauren que seguía frente a mí y vi mi mano sujetando con fuerza su brazo. La solté.
Lauren retrocedió dos pasos y se descubrió el brazo para ver la marca de mis dedos alrededor de su blanca piel. Se cubrió el lugar de inmediato. La había lastimado.
-Lo… lo siento… no quise hacerte daño.-
-Déjalo.-
-Estaba en tus recuerdos.- murmuré confundida.
-Aléjate de mí, Camila.- terminó con firmeza antes de marcharse.
No pude seguirla, tenía tantas cosas en mi cabeza que me quedé de pie viéndola irse.
Volví a la habitación, intentando hacer el menor ruido posible. Dinah estaba dormida y aunque sabía que ella no despertaría, no quería molestarla.
Me senté al borde de la cama antes de que mi cabeza empezara a divagar.
Entre tanto pensamiento suelto e incoherente, de lo único que tenía por cierto era una cosa.
Lauren no era humana.
Tenía habilidades que los humanos no habían sido capaces de desarrollar y aun si ella lo hubiera logrado, su inusual fuerza no era causa de una súper inteligencia.
Serafín debería estar aquí para ayudarme.
De repente el recuerdo del ángel alejo todo pensamiento de Lauren recordándome su desaparición.
Él no había respondido a mí llamado días atrás y quería mantener la calma pero con él sin responder, nada bueno iba a pasar.
Cerré los ojos, tome el dije entre mis manos mientras pensaba en él.
Sentí una suave brisa antes de verlo de pie frente a mí.
Salté sobre él y lo envolví en un abrazo de alivio.
-Creí que algo malo te había sucedido.- susurré para no despertar a la polinesa.
-Tranquila, cariño.- hablo normal, consciente de que no podían escucharlo. –Estoy bien pero las cosas se están complicando allá arriba.-
-¿Qué sucede?-
-Aun no puedo hablar de ello pero si nuestras dudas se confirman, las cosas podrían salirse de control.-
Serafín lucía preocupado. No era típico de él lucir así y a pesar de mis ganas por permanecer aquí, no podía seguir dándole más preocupaciones de las que ya tenía.
-Creo que lo mejor será que regrese.- caminé buscando una hoja y un lápiz para dejarle una nota a Dinah explicando mi regreso al cielo.
-Eso me gustaría.- murmuró deteniendo mi acción. -pero en este momento la única entrada por la que bajaste, está siendo custodiada por Arcángeles. No hay manera en la que regreses al cielo sin pasar por el portal y dejar tu cuerpo humano.-
Una parte de mí, se alegró por la noticia pero la otra empezó a preocuparse por los problemas que estaban teniendo en el Reino.
-No quiero darte más problemas y si ellos descubren que estoy aquí…-
-No lo harán.- aseguró caminando para acercarse a la ventana.- su único objetivo es la situación que están investigando.-
-Pero…-
-No puedo regresarte, cariño. Necesito que permanezcas aquí mientras todo se soluciona. En este momento confió en que estarás más segura aquí que con nosotros.-
-De acuerdo.- susurré sin ánimos de llevarle la contra.
-Debo volver, están controlando la salida de los Serafines, por precaución.- caminó de regreso a mí y con delicadeza pasó su mano por mi mejilla mientras me miraba con ternura. -Cuídate mucho, ¿de acuerdo? Es probable que no pueda venir tan seguido hasta que esto se resuelva pero estaré pendiente de ti.-
Asentí suavemente mientras lo veía desaparecer antes mis ojos.
No pude preguntarle por Lauren. No estaba segura de si él podría saber algo pero estaba convencida de que lo averiguaría.
No podía darle más problemas.
El misterio que Lauren representaba tendría que resolverlo por mi cuenta.
ESTÁS LEYENDO
Siempre tu
Fanfic¿Qué pasaría si te enamoras una y otra vez de la misma persona? ¿Una y otra vez en... cada vida? Creo firmemente que algunas personas están destinadas a conocerse, a encontrarse a pesar de las circunstancias, algo así como el mito del Hilo Rojo pero...