Capitulo 4

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Estaba cerca de llegar al templo cuando Serafín me encontró.

-Toma esto y revísalo en el camino.- dejó caer un libro enorme en mis manos. Parecía una enciclopedia que amenazaba con arrancarme los brazos.

-¿Quizá tienes la copia de bolsillo?- pregunté esperanzada mientras me empujaba hacia la entrada del templo más grande y antiguo del reino. Abrí con mucha destreza el libro, cuidando de no tropezar.

Era una gran posibilidad. Él conocía mi torpeza.

-¿Creías que iba a ser fácil?-

Dijo causando que suelte un gran bufido. Él continuó.

-Necesitas entender que... - aun no creía que esto iba a suceder. En realidad no entendía porque los ángeles no deseaban la vida de los humanos. Sé que iba en contra de muchas reglas pero había misterios que no conocíamos. ¿Cómo no iba a tratar de descubrirlos?- ... y debes tener en cuenta que existen diferentes maneras en las que el amor se expresa.- Rayos. Me había perdido gran parte de lo que dijo pero él no lo notó. Seguía hablando ensimismado. -Vamos, no pierdas tiempo.- apuró entrando por una puerta que mostraba un extenso pasillo.-Por ejemplo, en las caricias de una madre, en los consejos de un padre o las charlas más insignificantes con un amigo. El amor esta en las cosas más pequeñas y simples de la vida.-

-Tengo una pregunta.- pedí llamando su atención.- ¿Podemos descansar? - pregunté intentando seguir sus largos pasos a través de oscuros pasillos. Claramente yo llevaba el libro a cuestas.

-No hay tiempo. No necesitamos que los arcángeles den con nuestra ubicación.- aclaró mientras abría una enorme puerta de madera.- y vete acostumbrando, en la tierra no podrás utilizar tus alas.-

-¿Qué quieres decir?-

-Lo que escuchaste.- contestó encendiendo unas velas que dieron vida al lugar. Era una pequeña biblioteca.- al bajar, deberás comportarte como simple mortal. Nada de poderes.- encontré una mesa y no dudé en soltar la enciclopedia. Estaba a punto de perder mis brazos.

No entendí porque me hizo cargar esa cosa por todo el templo.

-Pero... ¿Cómo voy a defenderme?-

-¿De qué quieres defenderte?- se acercó a una de las estanterías y sacó otra enciclopedia pero esta vez podía notar la antigüedad en su pasta. Tomó el libro y lo depositó en la mesa para buscar entre sus páginas.

-¿De qué?- pregunté incrédula.- Los humanos pueden llegar a ser peligrosos. ¿Cómo planeas que me cuide de ellos?-

-Como el resto de humanos lo hace, con palabras.- dijo finalmente girando para mirarme.- Escucha con atención, cariño. – Asentí mirando sus hermosos ojos color marrón.- Al llegar a la tierra tomarás forma física, tus alas desaparecerán y tus poderes se debilitarán. Mantén un perfil bajo y evita problemas.- lo tenía claro. -Logré conseguirte una vida.- lo miré confundida.- serás estudiante universitaria. Estudiarás literatura y vivirás como el resto de tus compañeros, en una residencia estudiantil. Del resto me iré encargando conforme las cosas sucedan.- asentí.

-¿Cómo haré para hablar contigo?- sabía que iba a necesitarlo, posiblemente mucho más de lo que desearía admitir.

El enorme Serafín sacó una cadenita con una pequeña ave que colocó alrededor de mi cuello.

-Estaré contigo en cuanto me llames.- volví a asentir. Serafín se acercó de nuevo a su libro para leer algunas cosas, pasaron solo unos segundos cuando caminó hacia la chimenea. Lo miré expectante, hasta que lo vi sacar una llave grande y antigua que colgaba de su cuello. Nunca antes lo había visto, su túnica lo cubría a la perfección. Colocó la llave en una pequeña abertura y lo giró, logrando que dentro de la chimenea, un enorme portal apareciera.

Siempre tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora