Esta vez empezaba mi día con Estética y Belleza Literaria. Al ingresar todos parecían nerviosos y yo no era la excepción. Camine hasta las mesas del fondo y esperé hasta que mis compañeros ingresaran. Uno a uno se fue llenando los asientos hasta que sentí a un chico sentarse junto a mí y poner las cosas sobre el escritorio.
-Hola.- me sonrió amablemente. O eso parecía.
-Hola.- respondí con una sonrisa.
-Soy Harry.- me extendió una mano que acepté un poco dudosa. Aún tenía que cuidarme de los humanos.
-An...- moví mi cabeza recordando las palabras de Serafín. Ya tenía demasiado con que Dinah no me creyera. No iba a permitir que alguien más me llamara rara. -Camila Cabello-
-¿Cómo te tratan las clases?- preguntó pero no dejó que respondiera antes de seguir hablando.- para mi han sido un verdadero dolor de culo. Solo espero que este profesor no me dé más motivos para ir a llorar. Tengo demasiado con el trabajo que nos dejó la Doctora de Investigación.-
El profesor interrumpió su entretenida plática cuando entró en el salón. El chico a mi lado me dedico una sonrisa antes de volver la mirada al frente.
Parecía agradable.
Al terminar la clase miré mi horario y salí camino a mi siguiente materia. El delgado chico no tardó en alcanzarme.
-¿Has notado la cantidad de aulas que existen en esta facultad?- nuevamente no me dio tiempo a responder.- Aun no entiendo como he evitado perderme.-
-Todas... todas tienen número. No es tan difícil.- me miró con una sonrisa.
-Lo sé, pero son muchas.- asentí mientras llegábamos al salón.- Me agradas, Camila.- murmuró mientras tomaba mi mano.- quédate conmigo.-
Nuevamente no tuve tiempo a hablar antes de ser arrastrada a una de las mesas junto al chico delgado.
No parecía malo.
Si algo he sabido diferenciar de los humanos en mi vida de ángel, es a las personas malas o de malas intenciones.
Él no me daba esa sensación.
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-Mamá, regreso luego.- gritó mientras bajaba por las escaleras.
-No tardes mucho- respondió desde la cocina.
"No olvides la chaqueta."- susurré a sabiendas de que llovería. Tomó la prenda del perchero y salió de casa.
Caminó unos minutos hasta encontrar a sus amigos en el lugar de siempre.
-Estabas tardando, Nick.- saludó Dante, su mejor amigo con una sonrisa.
-Vamos, no exageres. Llegue en el momento perfecto para patear su trasero.-
-Ya lo veremos.- habló otro chico algo emocionado. Nick lanzó su chaqueta a la banca como todo un desordenado de nacimiento.
Todos los chicos fueron a la cancha de básquet y yo me quede en las gradas, junto al resto de ángeles guardianes que miraban a sus protegidos.
-El equipo perdedor invitará las hamburguesas esta noche.- apostó el capitán del equipo contrario.
-Deberás esforzarte mucho o te dejaré sin dinero.- habló Nick con su típica sonrisa confiada.
Sonreí convencida de que ganaría. Era muy bueno en lo que hacía.
El partido comenzó y al igual que mis semejantes, no podía retirar la mirada del juego. Sobra decir que fue un partido muy parejo pero por unos cuantos puntos de diferencia, Nick tendría hamburguesas gratis esta noche.
-Te quiero en mi equipo.- habló el capitán del equipo contrario mientras descansaban en las bancas. -Necesito un defensa y no dudo que serías perfecto para nosotros.-
-Atrás, amigo.- intervino Dante abrazando a mi protegido.- Nick estará un poco ocupado por al menos varias temporadas.- Nick sonrió y yo lo hice con él. Ambos sabíamos el talento que tenía.
-Lo siento.- se disculpó mientras empezábamos a salir de las canchas. -Me quedaré con ellos por ahora.-
-Deberías reconsiderarlo.- insistió el joven.- con nosotros podrías...- Nick dejó de escuchar. Podía verlo aunque su compañero no lo notase. Sus ojos y sus sentidos ya no estaban en la conversación. Intenté seguir la línea de su mirada y vi a una chica en específico dentro de un grupo de animadoras. Estaban practicando.
-Hey, Romeo.- llamó la atención Dante.- ¿encontraste a Julieta?-
-¿Quién es ella?- preguntó aun sin despegar los ojos de la chica.
Yo no comprendía que tanto la miraba.
-¿Hablas de Leighton?- preguntó con una sonrisa.- Es una estudiante de intercambio que estará animándote en los siguientes partidos.-
Sonrió. Nunca había visto su sonrisa tan grande y ese brillo especial en sus ojos.
Solo aparecía cuando su hermanita se escabullía en su cuarto y dejaba un dibujo de los dos en su cama. Nada lo hacía sonreír más que los detalles de su pequeño monstruo como él solía llamarla.
Los chicos tiraron de él para ir al auto en busca de sus hamburguesas.
Me quedé unos segundos mirando a la chica.
No había nada de especial en ella. No para mí.
Tampoco me daba la sensación de que era una mala persona.
Y al final supe que en realidad era alguien buena y que hacía de mi protegido una mejor persona. Desearía que las cosas no hubieran cambiado.
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Siempre tu
Fanfic¿Qué pasaría si te enamoras una y otra vez de la misma persona? ¿Una y otra vez en... cada vida? Creo firmemente que algunas personas están destinadas a conocerse, a encontrarse a pesar de las circunstancias, algo así como el mito del Hilo Rojo pero...