-¿Segura que estarás bien?- era la quinta vez que me lo preguntaba.
Cubría bien el papel de una hermana mayor.
-Lo estaré, DJ.- respondí bajando el texto que leía para poder mirarla. El “tomo 1” no se leería solo. -No te preocupes por mí, me quedaré aquí toda la noche.-
-De acuerdo.- respondió resignada. Tomó su bolso y su abrigo.- Si sales, no asustes a la gente con tu rareza.-
-Me amarían si llegaran a conocerme.- jugué.
-Ally te extrañaría.-
-¿Solo ella?- la miré con un puchero.
-También Martha.- murmuró nombrando a la señora de la cafetería.- Eres la única estudiante que compra frutas, en especial las bananas.-
-Plátanos.- ella giró los ojos.
-Como sea.- abrió la puerta y antes de salir me miró.- No tardaré, si me necesitas solo…-
-Adiós, Dinah.- mi sonrisa no podía ser más grande.
Ella en verdad se preocupaba por mí.
-Linda noche, Mila.-
Cuando por fin me quedé sola, dejé el libro sobre mi cama y me levanté buscando el dije que colgaba de mi cuello para llamar a Serafín.
Pensé en él pero no apareció.
Era raro que demorara en acudir.
Caminé por la habitación empezando a preocuparme.
¿Y si algo le pasó? ¿Si los arcángeles descubrieron lo que hicimos? ¿Y si lo están castigando por romper reglas sagradas…
Detuve mis terribles divagaciones cuando vi a Lauren caminando por el campus.
12:15 am.
Iba sola y con el mismo rumbo de siempre.
Coloqué mi frente en la ventana.
Serafín era importante pero si lograba descubrir a donde iba Lauren, al menos tendría una cosa menos en que pensar.
No es que Lauren me interesara….
Solo que ella era… misteriosa.
Tomé mis tenis y una chaqueta. No tardé mucho en alcanzarla y caminar detrás de ella sin que lo notara.
Nuevamente se dirigió a la calle en donde esperó. Sacó su móvil y lo guardó cuando un auto negro se estacionó frente a ella.
Mi única opción de seguirla era tomar un taxi y ver a donde se dirigía.
Abrieron la puerta desde el interior pero esta vez, ella no subió.
Podía ver que hablaba con el conductor pero no distinguía su rostro por la distancia y la oscuridad.
Hablaron por unos minutos hasta que vi como Lauren negaba firmemente con la cabeza.
-¿De que estas hablando?- la fuerte pregunta se escuchó a pesar de la distancia. La voz era de un hombre.
-¿Debo repetirlo?- Lauren alzó la voz igual de molesta.
Estaba oculta detrás de un árbol, impidiendo que notaran mi presencia pero aun a la distancia empezaba a tener miedo de la situación. No había nadie más alrededor. La calle estaba completamente vacía y ni un solo estudiante había caminado por el campus desde que llegamos.
-¿Crees que esto es un juego?- esta vez, un hombre alto y vestido completamente de negro salió de los asientos traseros acercándose a la chica de ojos verdes.
-No firmé ningún contrato.- Su voz tenía un toque de burla. El hombre no parecía estar de ánimo para chistes.
-Tu lealtad no necesita de una hoja de papel. Te hemos cuidado todo este tiempo, es lo menos que puedes hacer por nosotros.-
-¿Estas de broma?- nuevamente se burló en su cara.- Cada vez que ellos me encontraban casualmente nunca estuvieron ahí. ¿Me hablas de lealtad cuando he tenido que arreglármelas sola? –
-¿Es algún tipo de rebeldía?- el hombre lucía muy molesto ahora y con paso firme se acercó a Lauren. -¿Estás dándole la espalda a los tuyos?-
“Vuelve al dormitorio”
Otra vez su voz en mi cabeza.
Esto no era producto de mi imaginación.-Solo quiero terminar con esto.- el hombre estaba parado a centímetros de ella pero parecía no inmutarle en lo absoluto.
-Lamento desilusionarte, lindura.- su voz se hizo más pesada conforme hablaba.- pero nadie, absolutamente nadie puede salir sin sufrir las consecuencias y ya sabes cuales son ¿verdad?- se acercó a su oído y le susurró algo que la molestó a tal grado que colocó sus manos en el pecho y con un fuerte golpe lo alejó de ella.
-¡Eres un idiota!-
-La próxima vez no seré tan benevolente y menos lo será el jefe.-
Subió al auto y en cuestión de segundos desaparecieron por la oscura calle principal.
Lauren se quedó unos segundos de pie mirando al vehículo marcharse antes de girar y caminar de regreso.
Me oculté en el árbol esperando que ella se fuera para poder salir. Cuando ya no escuché el ruido de sus pasos, salí de mi escondite solo para verla de pie frente a mí y con sus intensos ojos verdes inescrutables.
-¿Qué crees que haces?-
-Yo…-
-No necesito guardaespaldas.- se acercó dos pasos causando que yo retroceda tres.- Por tu bien y el mío, aléjate.- fue clara.
Intenté hablar pero nada sensato salía de mi cabeza. Ella no esperó una respuesta y se giró para marcharse.
Mi corazón latía descontrolado y sentía que mis piernas temblaban. No esperaba que ella me encontrara pero tenía muchas preguntas que no quería dejar sin respuestas.
Volví al dormitorio y una vez calmada, volví a llamar a Serafín pero nada sucedió.
Empezaba a preocuparme y a caminar de un lado al otro por toda la habitación.
Estaba tan perdida en mis pensamientos que no sentí cuando Dinah llegó. Ella muy cautelosa se acercó y me obligó a mirarla haciéndome volver a la realidad.
-¿Estas bien?- miré la hora en el reloj. 5 a.m.
-Yo… lo estoy.- me obligué a forzar una sonrisa.
-¿Estas segura? No parecías bien cuando llegué. Te llamé y estabas tan… ida.-
No quería preocuparla pero tampoco deseaba mentirle.
-¿Cómo estuvo la fiesta?- de inmediato su rostro preocupada cambió y una sonrisa ocupó su lugar.
-¡Genial!- y con esa simple pregunta ella se dedicó a contarme todo lo que pasó.
Me gustaba ver esa sonrisa en su rostro.
Intenté concentrarme en su historia pero en varias ocasiones me obligué a salir de mis pensamientos sobre Serafín para escucharla.
Incluso Lauren era la causante de mi desconcentración.
Ella se metió en mi cabeza pidiéndome que regrese a la habitación.
Era ridículamente imposible.
Y sé que me había pedido que me aleje pero ella tenía un gran misterio que solo me tentaba a descubrir.

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Siempre tu
Fanfiction¿Qué pasaría si te enamoras una y otra vez de la misma persona? ¿Una y otra vez en... cada vida? Creo firmemente que algunas personas están destinadas a conocerse, a encontrarse a pesar de las circunstancias, algo así como el mito del Hilo Rojo pero...