Capitulo 33

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La música en el auto. La brisa del viento entrando por la ventana y la vista de la ciudad de Miami era mucho más de lo que podía imaginar.

Por un momento, por una milésima de segundo me sentí normal.

Como si fuera una simple chica disfrutando de una tarde del sábado junto a sus amigas.

-Necesitamos volver a esa tienda por más café.- dije terminando mi segundo vaso.

Al salir del cine corrí por otro gigantesco vaso de cielo. Lauren sonrió resignada.

-No más café, Mila.- concordó Dinah repitiéndome esas palabras.

-Por favor.- hice un puchero mirando a Lauren. Ella me miró rápidamente antes de volver la atención a la carretera.

-Buen intento, pequeña.- dijo sin dejar de sonreír. –No más café, pero podemos negociarlo con un helado.-

Mi sonrisa se hizo mucho más grande.

Lauren era genial.

Llegamos al parqueadero del campus y antes de que alguna de nosotras pueda bajar, Lauren se giró para mirar a las chicas.

-Ally, Dinah... Quería saber si puedo llevarme a Camila por unas horas.-

La mire confundida. Primero porque parecía que estaba pidiéndoles permiso y segundo porque desconocía a donde quería ir.

-¿Van a tardar? ¿Volverán antes de la cena? ¿Tienes tu suéter?- me preguntó Dinah seria, como una típica madre preocupada.

No pude ocultar una enorme sonrisa que se me escapaba.

-No iremos lejos. Si ella me lo permite me gustaría invitarla a cenar y si, ella tiene su suéter.- respondió Lauren.

-De acuerdo. Escríbeme si algo sucede- continuo Dinah, moviéndose para salir del auto.- Y no te pases de lista con ella, Jauregui. Te lo advierto.-

-Yo de ti, tendría cuidado.- susurró Ally mirando la seriedad de Dinah. –Diviértanse, chicas.-

-¿Qué fue eso?- pregunté cuando volvió a arrancar el auto para salir del parqueadero.

-Una amenaza de muerte.- dijo con una sonrisa.- Dinah te quiere mucho. Es fácil verlo.-

-También la quiero.- dije segura de mis palabras. Debía decírselo. -¿A dónde vamos?-

-Te lo mostraré en unos minutos.- fue todo lo que dijo.

Tenía razón. No tardamos nada en entrar a una zona residencial y unos minutos después estacionó frente a un gran edificio.

Nos bajamos y entramos para tomar el ascensor.

Conté los pisos y llegamos hasta el 8.

El ascensor se detuvo con el típico sonidito y ella me dejó salir primero. Caminamos por el pasillo hasta la puerta número 5. Ella sacó sus llaves y la abrió.

Decir que era hermoso era minimizarlo. En cuanto vi su balcón y la hermosa vista, le quitó el primer lugar al café. Esto era asombroso.

-¿Te gusta?- me preguntó llegando junto a mí.

-Es increíble.- dije consciente de que ni siquiera había visto el departamento. –Puedo ver el campus desde aquí.- estaba lejos pero se veía sus grandes edificios y facultades.

-Me alegra que te guste.- dijo suavemente siguiendo la línea de mi mirada.- Porque me gustaría que vivieras aquí.-

-¿Qué?- dije mirándola.

Siempre tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora