Fic Dedicado a teacup_myxomatosis
Por impulsarme a escribir sobre mis lesbianas favoritas.
También dedicado a aquellas que siguen mis fics y que sé que aman tanto a brett como aquí su meca servidora. Espero les guste.(Brett)
-¿Y por qué quieres este trabajo?
Suspiré.
-verá, Siempre he tenido una pasión intensa por no morirme de hambre.
El hombre del otro lado de la mesa parecía no tener sentido del humor alguno, así que opté por dejar las bromas para después.
-¿Tiene experiencia con los instrumentos de trabajo?
-Absolutamente.- mentí.
-Empezaría hoy. ¿Puede hacerlo?
-Siempre puedo.- contesté seguro.
-Muy bien, Joven Anderson, tiene el trabajo. Empieza hoy mismo. Procure presentarse a las siete treinta. ¿tiene problemas con el horario nocturno?
-para nada. Aquí estaré a las siete.
-Lo esperamos.- dijo estrechando mi mano, finalmente me despedí de ellos y me largué a casa.
Había mentido para que me aceptarán, pero ¿qué más da? Si ser Dj no es ninguna ciencia.
No mentiría, de no ser por qué estaba cansado de tener que repartir el periódico por los vecindarios a las seis de la mañana en espera de alguna limosna.Así que iba triunfante a casa. Cinco cuadras más y alcancé a divisar el vertedero, ese mismo donde la gente acudía cada fin de semana a deshacerse de sus electrodomésticos dañados. Una pila de esmalte blanco, hierro y botes de pintura seca, pero un parque de diversiones para los chavales como yo en aquella época.
como era de costumbre me dirigí hacia ahí en espera de encontrar algo interesante. Quizás buscaba eso o estar un rato más fuera de la tutela de mi padre, no ansiaba llegar a casa para saber de qué humor estaba hoy.
Mientras buscaba algo interesante entre aquella pila de chatarra, pensaba en las canciones que podría presentar mañana. Estaba claro que nos faltaban integrantes, Matt, Justine y yo eramos la única banda que teníamos y siendo francos ella no era muy buena con la guitarra.
El sol estaba en puesta. Me detuve en la exploración contemplando aquel raro atardecer y como su dorado color pintaba las aceras y el interminable vertedero. Resultaba extraño el como era atrayente algo tan cutre como un vecindario pobre, como las casas de protección oficial, diminutas como casa de muñecas podían llegar a ser tan pintorescas con el sol de la tarde.
Decidí volver a casa en vista de no obtener rastro alguno de algo interesante ahí. Como de costumbre, apenas abrí la puerta y liszt saltó a mis oídos. Con su hilillo de estática, tan característico de los rayados vinilos de mi padre.
Era rutinario, mi padre en bata, con sus pies en el reposadero, un revistero y su pipa llena de tabaco. A menudo no comía con nosotros por admirar cada compleja nota de su amado Liszt.
Me fuí al pequeño y soleado trastero donde a penas y cabía mi cama tamaño infantil, ese que es mi habitación desde que tengo memoria. Tomé la guitarra Española destartalada que mi hermana Blandine trajo a casa hace unos meses y comencé a tocar acordes sin fin alguno.
A veces me cansaba y terminaba acostado mirando las nubes que mi madre pintó en el techo de la habitación, sólo ahí tocando las cuerdas, tratando de escuchar si tenían ritmo. Soy fiel creyente que toda buena composición empezó por alguién que realmente estaba jugando con las notas. En realidad toda la música tuvo que empezar de esa manera.
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Dogman Star
RomanceSiempre me ha resultado tremendamente absorbente ver tocar a Bernard. Incluso bajo la opaca luz de una bombilla de cuarenta vatios, dentro de un local de ensayo y lejos del brillo y el resplandor del escenario, la forma en la que se entrega absoluta...