Los gritos se oyen cada vez más cerca.
- ¡No puedes delatarme! ¡Diré que me has ayudado a escapar!
Con la voz y semblante tranquilos Sarah Fisher habla claro a la Reina.
- No voy a hacer nada de eso. Antes de morir decidí redimirme y convertirme en una heroína. No voy a cambiar por ti ni por nadie.
"Lunática"
- Me alegro entonces. Dime por donde puedo salir sin ser vista.
- Tendrás que saltar la valla. Irás a parar al conducto que lleva hacia la red de alcantarillado de Storybrooke. Si sabes orientarte, puedes llegar a donde desees a través de los pasillos.
La alcaldesa pone cara de asco
- ¡¿Pretendes que salte una vaya de dos metros y medio para meterme en las cloacas?!
El timbre de la puerta de entrada de la tienda suena.
Ha entrado un nuevo cliente.
- Yo no pretendo nada. Si no utilizas ese camino, tendrás que salir por la puerta principal. Pero no te preocupes, fingiré que no nos hemos visto y me sorprenderé.
Se escucha de fondo a alguien preguntado por la tendera.
- ¡Ya voy! Haz lo que quieras. Yo marcho.
Sarah se va y deja la puerta trasera entreabierta.
"No puedo volver ahí, seguro que me están esperando"
Sólo le queda una solución, así que decide ponerse manos a la obra y construir una pequeña escalera de cuatro escalones con cajas y trastos que Ingrid tiene ahí almacenados.
Sube hasta el borde del muro y mira hacia abajo.
"Voy a matarme. Deben de haber seis metros por lo menos"
Mira hacia todos lados en busca de una alternativa, pero no hay suerte.
O muere o la matan.
Al menos aquí tiene posibilidades de sobrevivir.
Las aguas del conducto circulan negras y turbias, impidiendo ver la fondaria del cauce.
Respirando entrecortadamente, toma una determinación.
"Nunca vais a acabar conmigo, labriegos pueblerinos"
Prefiere quitarse ella misma la vida antes de darle el gusto a los ignorantes que quieren asesinarla.
Saca las dos piernas por la parte externa del muro.
Casi podría decirse que está sentada en el aire, porque el grosor de la pared de ladrillo es estrecho y está lleno de moho resbaladizo.
Tiene que saltar ya o no habrá vuelta atrás.
"Daniel te quiero"
Deja caer el peso del cuerpo hacia delante y la gravedad hace el resto...
*************************
Lejos de allí, en la Mansión Mills, el heredero de la Reina Malvada está haciendo frente a sus propios problemas.
- Buenos días, tesoro
Como si fuese la abuela más amantísima del mundo, entra Cora con una bandeja pequeña con una taza de café y un pedazo de tarta.
Están en el sótano. Regina nunca baja porque dice que la humedad y las arañas la tienen tomada con su pulcro y sedoso cabello.
Y ahora que la llave no pende del llavero, sino en el bolsillo de Cora, es difícil que repare en la existencia de él.
A Henry tampoco le gustaba el sótano. Siempre bajaba y subía corriendo por miedo a que le atacase algún ser maligno que supuestamente vivía ahí abajo.
Se reafirmó en su creencia cuando una vez vislumbró el contorno de algo parecido a un payaso en la penumbra del fondo del "armario de los trastos", como le llamaban en casa.
Sin embargo, ahora que lleva varias horas ahí encerrado, ya no tiene miedo.
- No quiero nada, gracias.
Su voz suena cada vez más aguda. Y la ropa cada vez la siente más holgada, pero prefiere no pensar en eso.
- Tienes muy buenos modales. Se nota que mi hija quería educar a un auténtico príncipe. Me enternece saber que todo lo que le enseñé ha servido para algo.
Y es verdad. Aunque Regina no quiera reconocerlo, la instrucción tan severa e inflexible que Cora ha inculcado a su hija desde que tiene uso de razón, le han servido para conducirse con disciplina y educación a lo largo de su vida. También, sus buenos modales le han abierto las puertas de casi todos los reinos del Bosque Encantado.
- ¿Qué planes tienes para mi madre?
La sinceridad tan directa y franca del chico pilla por sorpresa a la mujer.
- ¿Cómo dices?
- Mi madre. Tu hija. No hay que ser muy listo como para saber que tienes pensado algo para ella. Algo peligroso.
Intrigada por el rumbo de la conversación, la madre de la Reina Malvada se sienta en un pequeño sillón desvencijado que Regina guardaba para devolvérselo a Sidney cuando encontrase la ocasión adecuada.
Fue una reliquia que el mismo restauró para su predilecta alcaldesa.
Como es lógico ella lo rechazó y le obligó a bajarlo hasta el sótano, donde quedaría relegado al olvido.
- ¿Peligroso? No se de qué estás hablando.
- ¿Planeas llevártela al Bosque Encantado, verdad? Porque aquí es difícil controlarla.
El poder de deducción del pequeño Henry consigue asustar a la mismísima Cora, pero no le gusta mostrar debilidad.
- Todo eso son tonterías. ¿Ha sido Regina quien te ha dicho todas esas cosas horribles sobre mí?
- Lo peor es que ella aún te quiere. A pesar de todo sigue confiando en que contigo estará a salvo
La hechicera ríe con sorna
- ¿Y no es así?
- Tal vez. No creo que quieras matarla porque en el fondo disfrutas manejándola a tu antojo. Aunque también pienso que si llega a ser una molestia para tus planes, podrías encargar a alguien que se ocupará de ella en tu lugar.
Molesta, Cora se levanta y se pone a la defensiva.
- Creo que tantos libros de cuentos están confundiendo tu realidad, hijo.
Henry se levanta de un salto de la silla de comedor que ocupaba.
- En primer lugar, no soy tu hijo, y en segundo lugar puedes estar segura que ni Emma ni Blanca ni David van a permitir que le hagas daño.
Esa afirmación le ha ayudado a Cora a darse cuenta de un detalle que había pasado por alto
- ¿La Salvadora y los dos idiotas?
Por el tono de voz de la mujer, el chico se da cuenta de que acaba de meter la pata.
- No, yo, quería decir...
- Exactamente lo que has dicho.
Se dirige a la escalera
- Muchas gracias, Henry. Gracias a ti Regina permanecerá conmigo para siempre.
- ¡NOO!
Pero es demasiado tarde. Cora ya ha marchado...
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El Retorno de Cora.
Fanfiction¿Qué ocurriría si Cora Mills, madre de Regina, descubriese la forma de volver atrás en el tiempo justo hasta el momento en que llega por primera vez a Storybrooke? Tras instaurarse de nuevo la monarquía de la Reina Regina, todos los habitantes del B...