Durante la teletransportación, se suman Leopoldo y Shayna.
Se materializan todos frente al Vórtice, cuya espiral interna ha alcanzado prácticamente toda la manzana.
La gente continua corriendo y escondiéndose presas del pánico.
Por primera vez en mucho rato, Shayna se anima a preguntar algo.
- ¿No va a venir nadie más con nosotros?
- Las personas importantes ya han sido avisadas y llegarán a su destino en breve.
Nadie se atreve a replicar a la hechicera.
Sin venir a cuento, Leopoldo se acerca a Rumplestilstkin con intención de presentar sus respetos.
- ¡Pero qué ven mis ojos! ¡Nada menos que al Ser Oscuro en persona!
Le tiende la mano al malhumorado ser, que se inclina para que le oiga claramente.
Le habla con una sonrisa sádica y amenazadora.
- ¡Muérase, Rey Leopoldo!
Echa una mirada despectiva a la mano del monarca y le da la espalda.
Regina está frenética y Henry está empezando a sentirse incómodo en sus brazos.
Lo siguiente que vendrá en una frustrante e incansable llantina que lo mantendrá despierto durante horas si no consigue calmarlo.
- Madre, ¿a qué estamos esperando?
- Tiene que atracar el barco.
Como si sus palabras hubiesen provocado algún disturbio dentro de la espiral del Vórtice, este empieza a girar con una intensidad semejante a la del tambor de una lavadora en su velocidad máxima.
Regina acurruca a su hijo contra su pecho para protegerlo del vendaval.
Daniel, ahora liberado por los pies, mira hacia abajo concentrando todas sus fuerzas en mantenerse erguido.
Leopoldo y Shayna se ponen de espaldas a la tormenta, protegiendose mutuamente.
El Ser Oscuro, junto con su avejentada pupila, miran al huracán directamente a los ojos con una sonrisa triunfal.
El Vórtice permanece en trance varios minutos hasta que el mástil de un reconocido navío sale de entre sus fauces.
La espiral recupera su ritmo habitual y el barco "atraca" en el agregado asfalto.
Una cara conocida se asoma desde la parte superior del barco, desde la zona del timón.
- Hoy hay aguas bravas, amor. Tendremos que tener cuidado.
Los ojos de la reina se abren sorprendidos al tiempo que exclama el nombre del único tripulante del Jolly Roger.
- ¡Garfio!
Un tímido rallo de esperanza emana de la boca de Regina.
Daniel observa lo ocurrido con escepticismo y quizá con un poco de celos malsanos.
No tener corazón puede confundir los sentimientos a cualquiera.
Sobretodo si son tan confusos como los del maltrecho palafrenero.
- ¡Así es, amor! ¡He venido aquí para llevaros de vuelta a casa!
Un kilométrico tablón de madera se desliza hasta el suelo, golpeando con estrépito la carretera.
Antes de marchar, Rumplestilstkin tiene una última tarea que hacer.
- Cora, déjame a solas con Regina.
- ¿Porqué no habláis en el barco?
La voz del villano se agrava
- Querida, no subiría a ese barco aunque mi inmortal existencia dependiera de ello. Antes prefiero cortarme las piernas.
- ¿Cómo marcharás?
Vuelve a su tono de voz habitual
- ¡Jeje! ¡Eso es problema mío, querida Cora! ¡Sólo necesitaba tu permiso para atravesar el portal y ya lo tengo! A partir de ahí, nuestros caminos se separan.
Aliviada por no tener que soportar más a ese astuto diablo, Cora le da su beneplácito y sube al barco junto con Shayna y Leopoldo.
Daniel, que permanece junto a Regina y Henry, trata de ponerse en posición defensiva cuando se acerca el Ser Oscuro.
- Descuida, palafrenero. Tu novia y yo somos amigos.
- Me has arrancado el corazón delante de sus narices. Ella nunca lo permitiría.
- Daniel, el nos está ayudando. Confía en mi. Te lo contaré todo.
El hombre baja la guardia.
- Ya he cumplido mi parte del trato salvando el pescuezo de este cretino. Ahora reza cuanto sepas para que Bella continúe en el Bosque Encantado.
- Si no está yo misma te ayudaré a encontrarla.
El maestro se relaja.
- Bien. Me alegra oír eso. Ahora debo marcharme. Sin embargo, quiero advertiros de dos cosas muy importantes como colofón a mi parte del trato.
- Te escuchamos.
- La primera, es que presteis mucha atención a los movimientos de Cora y Leopoldo. No os han contado toda la verdad y a ambos les gusta jugar sucio.
Daniel, impaciente por que no les dejen en esta tierra tan peligrosa, desconocida y hostil, trata de apremiar al villano sin hacer caso de las palabras que emanan de la boca de este.
- ¿Y cual es la segunda?
- No perdáis de vista al tiempo y mostraros receptivos cuando se os presente la oportunidad.
Regina, confusa por esto último, quiere ahondar más en esta última cuestión.
- ¿Cómo has dicho?
Pero Rumplestilstkin no está dispuesto a seguir hablando más del tema.
- Debo irme. Recordad lo que os he dicho y no te olvides de nuestro trato, porque volveré.
Sin mediar más palabra, desaparece en el momento en que el descarado y sensual capitán Garfio se asoma de nuevo para llamar a la parejita.
- ¿Os queda mucho, tortolitos? El viaje es largo.
Los amantes se miran cómplices.
Tienen miedo.
Se quieren.
Pero ninguno tiene corazón.
Y ambos saben las consecuencias.
Aún así, se besan y caminan rumbo al barco, que no demora su salida en el momento en el que l extremo exterior del tablón que hace las veces de pasarela, toca cubierta.
Se hunden en la espiral cerrando esta a su paso.
Se van.
Sin billete de regreso.
A una tierra ahora desconocida que puede depararles todo tipo de suertes desconocidas.
En su mente, Regina se despide de su predilecto pueblo, al que pensaba no iba a volver nunca.
"Adiós, Storybrooke"
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El Retorno de Cora.
Fanfiction¿Qué ocurriría si Cora Mills, madre de Regina, descubriese la forma de volver atrás en el tiempo justo hasta el momento en que llega por primera vez a Storybrooke? Tras instaurarse de nuevo la monarquía de la Reina Regina, todos los habitantes del B...