La nube continúa su paso atravesando las paredes.
Las dos mujeres, aturdidas han cerrado los ojos para evitar que el polvo se metiera en los ojos.
Ahora se encuentran una frente a la otra.
Shayna es la primera en preguntar, con miedo y la voz queda, como temiendo que la nube retrocediera el camino andado.
- ¿Se ha ido ya?
- Si. Creo que si.
Ambas abren los ojos con temor.
Una vez la vista se adapta a la iluminación de la estancia, ambas gritan horrorizadas.
- ¡Regina!
- ¡Shayna!
La apariencia de la dos ha cambiado.
Incluso las paredes de la habitación de Regina, ahora de un color crema muy suave.
Se observan por un momento son poder articular palabra.
Para sorpresa de Shayna, sus vestimenta, utilizada a diario antes de entrar infiltrada en el castillo de Leopoldo, se compone de unos pantalones bombachos morados de una tela parecida al satén y numerosos detalles de pedrería en la cintura y a la altura de las pantorrillas.
Su chaleco a juego con el pantalón, combina con su improvisado sostén ajustado negro de una tela muy parecida a la lycra, pero mucho más rígida, fuerte y resistente.
Los zapatos siguen siendo dos babuchas doradas, regalo de su madre cuando trabajaba para un gran marajá llamado Mub-Haib-Titi.
En frente, con expresión de repugnancia y humillación, una aparentemente joven princesa Regina, estira hacia arriba la tela del faldón de su vestido color lavanda con aprehensión.
Su pelo ha vuelto a crecer a media melena y su flequillo se recoge en una fina trenza horizontal que une los dos extremos del mismo por atrás.
Igual que el día en que la prometieron con Leopoldo y quiso huir con Daniel.
Se escucha un gran estruendo y pasos en la escalera.
Con temor Regina, porque ya no sabe qué cargo ostenta ni su papel en todo esto, se dirige a Shayna, incapaz de reaccionar ante el hecho de volver a ser ella misma en todo su esplendor.
- Shayna, ¿qué has hecho?
- Regina, yo no...
Pero es interrumpida por el estrépito que causa la puerta, antes cerrada a causa del terremoto, al caer al suelo derribada por un golpe.
Shayna se lleva las manos a la boca espantada.
Regina abre los ojos aterrorizada y las lágrimas amenazan con delatar el genuino y profundo pavor que está sintiendo en este momento.
Y no es por la irrupción de Cora y Leopoldo ataviados con sus habituales ropajes del Bosque Encantado.
Es por la persona maniatado y con una gran mordaza que los acompaña.
Daniel.
Él también viste sus antiguas ropas de palafrenero.
Regina va a acercarse, pero Cora alarga su mano en señal de detención.
- ¡Alto ahí, Regina! Si das un paso más volveré a asesinar a este vulgar palafrenero delante de tus narices.
Mira fijamente a su hija.
- Sabes que lo haré.
- ¿Así que este mentecato era el mequetrefe con quien pensabas fugarte?
Sacude al aturdido mozo de cuadras.
"Daniel..."
- Majestad Leopoldo...
- Lo has hecho muy bien, Shayna. En cuanto regresemos a casa te llevaré con tu hermano.
"Así que era eso. No confiabas en que te ayudase a encontrarlo"
Shayna mira consternada a Regina unos segundos antes de marchar con la cabeza baja en dirección al pasillo.
"Vuelves a estar sola, Reina Malvada"
- ¿Qué está pasando?
- Por tu querido desliz con el reaparecido palafrenero y el asesinato de los doctores, nos hemos visto obligados a acelerar nuestra marcha.
Cora deja a Daniel en manos de Leopoldo, que lo sujeta por la parte trasera de la camisa.
Saca un cuchillo tan largo y afilado como una katana de pequeño tamaño.
- Como todo esto ha sido culpa vuestra, tú te encargarás de conseguir nuestro último tesoro antes de partir y él se quedará como esclavo y moneda de cambio en caso de que decidas, en algún impulso inconsciente, ir en contra de mis órdenes.
Se acerca a su hija y apunta con la afilada punta del arma su inmaculada garganta blanquecina.
- Creo que ya quedó bien claro en la charla que mantuvimos en la fiesta de bienvenida, cuáles son mis intenciones y hasta donde estoy dispuesta a llegar para que todo salga según lo acordado ¿verdad, cariño?
Con dos tímidas lágrimas resbalando por su temblorosas mejillas, la mujer asiente con cuidado de no rozar el cuchillo, que Cora aparta al instante.
- Eso está mejor.
Regina baja un momento la mirada humillada para después encontrarse con la sádica de su esposo, que la observa con lascivia y maldad.
"Maldito asqueroso. Debí matarte cuando yacias en el hospital"
- Ahora quiero que prestes atención a lo que voy a decirte porque sólo lo diré una vez.
Cuando se asegura de captar la atención de su hija, comienza a dar instrucciones.
- Quiero que busques a Rumple y le arrebates la daga
- ¡¿La daga?!
- Con todo el revuelo estará buscando como un poseso algún sitio donde ponerla a buen recaudo. Tu trabajo será encontrar ese sitio y traérmela.
- Seguramente la llevará encima.
Sonriente, Cora le entrega la katana.
- Pues ya sabes lo que tienes que hacer.
A golpe de muñeca, Regina aparece en una nube de humo morada a escasos metros de la tienda de Gold...
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El Retorno de Cora.
Fanfiction¿Qué ocurriría si Cora Mills, madre de Regina, descubriese la forma de volver atrás en el tiempo justo hasta el momento en que llega por primera vez a Storybrooke? Tras instaurarse de nuevo la monarquía de la Reina Regina, todos los habitantes del B...