El Retorno de Cora.

Polvo rosa brillante

Con ojos llorosos, la alcaldesa entra en la habitación y empieza a llenar el bolso con cosas que necesitará.

Dinero, tarjetas de crédito, la escritura de la mansión por si tuviese que empeñarla para labrar un futuro junto a su amor, y una muda de ropa interior.

Con el dinero en efectivo pueden subsistir por lo menos una semana y les sobraría un poco para enviar a Henry.

Está acabando de cerrar el bolso, cuando una voz rompe el silencio desde atrás.

La mujer se sobresalta y gira instintivamente hacia la persona que está a su espalda.

- ¿Vas a algún sitio?

- ¡Shayna! ¡Menudo susto! ¡Pensaba que eras mi madre!

Vuelve a su labor.

- Te he hecho una pregunta, Regina.

"¿Qué demonios le ocurre a esta ahora?"

- Voy a salir

- ¿A donde?

La reina, bastante molesta por el interrogatorio, se pone a la defensiva.

- ¿Me estás controlando?

El tono de voz del guardián cambia bruscamente

- ¡No, no! ¡Por supuesto que no! Es que... Te veo muy alterada

- He tenido un día muy largo, eso es todo.

- Ya. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.

- Lo se, Shayna. Pero lo cierto es que no te he dicho ninguna mentira, me preparo para salir.

- ¿Con Henry?

- A Henry... Lo han secuestrado

- ¡¿QUÉ?!

- Cora y Leopoldo lo tenían en el sótano. He logrado rescatarlo y Emma está con él.

- Lo siento muchísimo. No sabía nada.

Ambas han recobrado su habitual tono amistoso y conciliador.

- Tranquila. Ha ocurrido todo muy rápido.

- Saludale de mi parte cuando lo veas.

Regina coge una gabardina negra del armario y se la pone

- No voy a ver a Henry... Estoy citada con otra persona.

Las pupilas del guardián se delatan y empiezan a brillar de emoción.

- ¡Tienes una cita!

- ¡Baja la voz! ¡No quiero que se entere toda la ciudad!

Se abrazan y la reina se dirige hacia la puerta bajo la esperanzada mirada de su amiga.

- ¡Me alegro mucho que de vuelvas a reencontrarte con Daniel! ¡Seguro que seréis muy felices!

Decepcionada y sorprendida, la reina se vuelve hacia Shayna, que la observa con la mirada llena de júbilo.

Al ver el semblante de su amiga, la sonrisa de desdibuja.

- Yo nunca dije que fuera Daniel.

Al darse cuenta del tremendo error que acaba de cometer, Shayna intenta justificarse.

- Si lo dijiste. Quizás se te escapó y no te diste cuenta.

- No

"No puede ser. Ella, Shayna, mi única amiga aquí... Ella no..."

- Regina...

La nombrada no responde. Sólo le observa con la mirada cargada de tristeza y los ojos enrojecidos.

Ya no tiene sentido seguir fingiendo.

Se transforma en Henry.

A pesar de que el primer impulso de la mujer es derrumbarse, una sensación de ardiente ira que ya creía olvidada aflora de su fuero interno, transformándola en Reina Malvada.

- ¡TÚ!

- Regina, deja que te explique...

- ¡TÚ!

Sin dar tiempo a reaccionar, se avalanza sobre la indefensa Shayna convertida en Henry y la toma por el cuello.

- ¡Ahgg!

- ¡Traidora! ¡TÚ SECUESTRASTE A MI HIJO!

- ¡Por favor!

Shayna sólo puede pensar en que la reina se apiade de ella y no la estrangule.

Aunque no tenga magia, el odio y el afán vengativo multiplican su fuerza por cuatro.

El problema es que Regina ya no escucha. Y no atiende a razones. En su cabeza sólo existe el pensamiento de que la vida de Daniel está de nuevo en peligro por confiar en alguien en quien creía.

La cara del falso Henry empieza a amoratarse por falta de oxígeno.

- Re...

Pero es incapaz de hablar.

La villana, con su habitual sonrisa triunfal y su mirada despiadada, tortura a su víctima antes de terminar con su maldita existencia.

- ¿Ahora piensas suplicar por tu vida? ¿Me pides que sea benevolente?

Shayna está llorando. En alguna parte de su corazón ha de haber bondad.

Si la dejará explicarse...

Pero ya es tarde para ella.

- Reza todo lo que sepas, porque en breve te reunirás con quien te creó.

Aprieta un poco más el agarre a la guardiana y esta empieza a perder la consciencia.

Un segundo antes de despedirse de este mundo, la habitación comienza a temblar, haciendo que la reina afloje la presión.

- ¡¿QUÉ ES ESTO?!

Con Shayna todavía en sus manos, las dos mujeres miran a la ventana y descubren una especie de polvo rosa brillante que está provocando un gran terremoto en toda la ciudad.

Sólo les da tiempo a mirarse mutuamente con incredulidad antes de la nube de polvo las atrape a ambas...