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Lotus y Rurik estaban a salvo.

No habían sido atacados ni amenazados de muerte desde hace meses.

Desde el día en que envió una advertencia segura al consejo de altos mandos por medio de su paloma mensajera.

Se acurruco en el sillón escuchando las voces de sus amigos peleando entre sí. Siempre peleaban, era su forma de expresar su agradecimiento uno por el otro.

Abrió los ojos topándose con Dante. El chico no había tenido problemas en incluir a Rurik a Lotus en su pequeño círculo amistoso, así le estaban diciendo al consejo que ellos estaban bajo su protección.

Los cuatro estaban bajo un peligro inminente, pero con la protección de Goth, ahora eran inmunes a cualquier ataque.

No podía engañar a nadie, estaba ansiando ver las caras desilusionadas y la frustración dominando la vida de sus atacantes. Palette no había ido a verlo en un largo tiempo. Debía saber que leería lo desesperado que estaba y estaría dándole más motivos para reafirmar su teoría de querer ser asesinado.

Aunque ya estaba claro.

Solo quería pruebas que pudieran hacer a Palette y a los demás admitirlo y humillarse.

— ¿Quieres café? — Dante. Una de los cuatro seres mortales de los que se atrevería a confiar ciegamente y aceptar una taza de café sin dudar un solo segundo. Todas sus intenciones eran puras. Protectoras.

Asintió ligeramente acurrucándose más con la manta que lo cubría. Dante se incorporó y caminó hacia la cocina echando humos. — ¡A ver, ustedes dos, quítense de aquí! ¡Nada más andan estorbando! ¡Váyanse a pelear a otro lado!

— ¡Dile a Rurik que me deje en paz!

— ¡Dile a Lotus que crezca! ¡Pinche chaneque! —Lo oyó carcajearse y a Lotus gritar todavía más. Paseó sus ojos por la sala hasta dar con Incubux.

Estaba dormido sobre la mesa, encorvado en la silla y usando sus brazos de la almohada. Había huido otra vez hasta su fuente de energía.

Ellos eran su fuente mayor.

Ni los asesinos en serie ni la gente trastornada. Ellos que cargaban con emociones nefastas sin saberlo. Las heridas del pasado que nunca se cerraron y seguían produciendo sentimientos que brindaban energía a su amigo.

Heridas que no cerraban porque no querían sanarlas. Significaría dar vuelta a la página y dañar a Incubux. Incubux los necesitaba como ellos a él. Era cuestión de lealtad. Todos tenían algo en común, sus vidas estaban en grave peligro. Amenazadas y juzgadas sin razón.

Y así como Dante le abastecía de café, como Rurik cuidaba de Lotus, como Lotus ayudaba a Dante con sus labores, como Incubux los había reunido brindándoles un escape, ellos le brindarían toda la energía necesaria para que se sintiera mejor y pudiera compartir con ellos todo lo que tenía por decir.

Su sonrisa. Su voz. Su risa.

Incubux buscaba más fuentes y las protegía.

Se protegían.

Porque el consejo de altos mandos no iba a descansar a deshacerse de uno de ellos. 

Just Call It Love || PothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora