2 "Pendejo"

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Voy atrasado a tutorías, me había quedado conversando con la señorita Madelin en su sala. Ahora me sé su nombre y sé que es asistente social. ¿No creen que hice un avance?

Llegué y por lo que he entendido hay que dejar registro en una lista de si he asistido al taller o no.

Lo primero que hice fue buscar al chico de ayer. Lo divisé y me sorprendí al instante. Está con otro chico, Isaac, un compañero de curso. Me acerqué y toqué el hombro derecho de Mateo con mi índice. 

¿Era Mateo verdad?

—Hola —le dije, captando la atención de los dos.

—Hola —dijo Mateo levantando su vista. ¡Uy esos ojitos! A ver otra vez... ¡Mierda! Son cómo de peluche.

Oso panda... Oso panda...

—Hola —dijo Isaac. Yo a él le sonreí amablemente—. Macarena está sola —dijo apuntado hacia una mesa de enfrente. Miré hacia donde me indicó, está una chica que igual es de mi curso. Entendí de inmediato y me fui a sentar allá. He quedado como imbécil...

Esto es un desastre. Con ella no entiendo bien, me confunde mucho.

—Aquí lo bajas y eso te da el resultado final —dijo anotando, más bien enseñándose ella. Lo anota todo ella y a mí ni siquiera me deja tomar el lápiz—. ¿Entiendes? 

Sí, cómo no...

—Sí, haré estos ejercicios de acá, ¿va? 

—Sí, claro —dijo y luego se paró.

Solo di vuelta la hoja para ver lo que me había enseñado el pendejo de ayer e intenté guiarme por eso. Por encima del hombro de un chico que está al frente mío los vi. Conversan mucho. Isaac le habla y él tiene el ceño fruncido. Volví a lo mío, pero no logro concentrarme.

Volví a verlos y vi una sonrisa esbozada en el rostro de Mateo. Es primera vez que lo veo sonreír.

Meh, no es feo.

Se siguieron riendo. En un momento Mateo me miró. Yo bajé rápidamente mi vista e hice una raya en mi cuaderno. Macarena se tuvo que ir. Y me quedé esperando a que la respuesta cayera del cielo. La hora pasa y no he hecho nada. 

Isaac al fin se fue.

Narra Mateo:

Que agradable sujeto. Es muy divertido, no se concentró nada, pero hice lo que pude. Vi al chico de ayer, Alexis Quivera. Se acercó y se sentó en la mesa.

—Ahora sí —balbuceó entre dientes, parece un poco molesto.

—¿Qué pasó? —pregunté extrañado.

—No hice nada, no entendí nada con Macarena —dijo frotando su cabello negro azulado que hace un gran contraste con su piel blanca y fría.

—Oye, ¿no puede ser que tú y nadie más me de tutorías? —preguntó firmemente. Con esos gestos serios y amables a la vez. Me sorprendió un poco, ha sonado algo egoísta, pero también con eso que dijo, mi ego y mi autoestima subió como... un cinco por ciento.

—Uhm... Creo que sí... Si llegas temprano. Isaac hoy llego muy temprano, por ejemplo —dije y él asintió con la cabeza.

—Y recuerden que pueden tener tutorías fuera de clases —dijo el coordinador que estaba escuchando nuestra conversación desde su escritorio. Alexis me miró.

—¿Sabes? Ven el martes a mi casa, ¿puedes? —me dijo directamente. Yo lo miré un poco sorprendido. ¿Así de fácil? Bueno, es por las tutorías...

¡Tú eres mi pendejo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora