Mi padre se va el lunes, después de todo invitamos a los chicos a una gran cena en mi casa. Todos pudieron ir menos la emo, su abuelita estaba enferma y me contó que la estaba cuidando o algo así. Me felicitó y conversamos todos un rato antes de que se fuera.
Es tan rara...
Estamos en el living conversando, mi cabello aún sigue mojado y eso que me había duchado hace mucho rato. La dupla que hacen mi padre y Kei es simplemente un cago de risa, ella siempre dice que es como su segundo padre, ¿cómo no? Con esa estúpida somos como hermanos. No me siento cansando realmente y eso que son como las once de la noche ya. Mateo tiene un polerón que le queda muy grande, se ve tan lindo, solo escucha todo lo que decimos, al principio me puse un poco triste de que su timidez lo carcomiera tanto como para no poder hacer un comentario..., pero ya lo entiendo, no me apena, se como es y el solo hecho de que este aquí conmigo me hace inmensamente feliz.
Fueron al patio a fumar y beber cerveza, nuestros padres siempre dicen que no tienen problema si lo hacemos con ellos—. ¿No vienes? —le pregunté a Mateo, quien sigue sentado. Me miró para arriba, miró a la terraza e hizo una mueca.
—La verdad tengo algo de frio —susurró y volvió a hacer su muequita.
—Claro —dije sonriéndole, le acaricié el cabello y él sonrió... Ay, esta muerto de cansancio.
Salí al patio con mi madre—. Pensar que gracias a ese niñito Alexis pudo competir —susurró ella.
—Es cierto —dijo Kei mordiéndose el labio.
—¿Por qué? —preguntó mi padre. Oh mierda... Mi madre me miró y suspiró.
—Bueno amor... A nuestro retoño no le estaba yendo muy bien que digamos —dijo, yo solo me reí, mi padre me vio y frunció el ceño sin entender.
—Mateo es mi tutor —le dije a mi padre y él asintió.
Seguimos conversando un rato solos, hablamos de muchas cosas, luego nos unimos a otra conversación todos, Boris sacó más tabacos, pero hasta el momento no he fumado nada. Así pasamos mucho rato. Y ahora estamos en ese momento en el que papá se queda dormido, mamá esta en la cocina buscando mas cerveza y Kei, Boris y yo estamos echados en los asientos de mimbre con nuestros celulares.
—Ale, ven a ver si tu amigo está vivo —me dijo mi madre desde la cocina, yo justo me estaba riendo, giré para verla y quité mi chamarra de encima.
—¿Ah? —balbuceé sin entender y me paré. Entré a la casa y vi a Mateo tirado en el sillón de la sala durmiendo plácidamente. Miré a mi madre y ella sonrió enternecida, luego hizo un puchero poniendo su mano en su pecho y yo volví a sonreír por la sorpresa, realmente parece muerto. Me arrodillé junto al sillón.
—Mateo —dije zamarreándolo un poco. Me reí, no da señales de despertar—. Mateo, vamos a acostarnos —intenté decir seriamente con un tono de mamá, pero lo conseguí fue reírme y ni un misero movimiento por parte del morocho—. Oye —dije, pero nada, sigue con los ojos cerrados, la boca semi abierta y respirando lentamente—. Esta super caliente —susurré a mi madre, ella le tocó la mejilla con el dorso de su mano, se mordió el labio y asintió sorprendida.
—Llévalo a tu cama o se resfriará —me dijo. Asentí y nos reímos. Pendejo de mierda, algún día voy a explotar de tanta ternura que me da. Lo tomé en brazos, parece un saco de papas de tan relajado que esta su pequeño cuerpo, pero es tan liviano que no me costó nada, lo cargué al hombro, le tomé la cabeza y él se quejó, pero aun así no despertó. Inevitablemente me reí... Ay Dios... Es verdad cuando digo que este pendejo saca un lado de mí, ese lado cariñoso... Ew...
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¡Tú eres mi pendejo!
Teen FictionAlexis, un chico aficionado a correr, pierde todo cuando su nivel en la escuela baja demasiado. De muy mala gana, se inscribe en un taller de tutorías, donde conoce a Mateo, un chico bastante especial y que, extrañamente para Alexis, llama su atenci...