Martes, y me siento mucho mejor, me desperté más tranquilo, ayer en la noche lloré hasta que me quedé dormido. Saqué años y años de angustias, de tristezas y de rabietas.
Narra Mateo:
Es la última hora, Alexis está mucho mejor que ayer, lo sigo viendo un poquito decaído, pero ya no es como ayer. Hoy no nos hemos visto nada... y lo necesito. Necesito, aunque sea un abrazo. Sigo con esa sensación culposa, lo veo y solo quiero que me bese.
Quedamos en que íbamos a seguir con las tutorías, el semestre se está acabando y nos están llenando de trabajos, exámenes y tareas. Llegué a su casa, toqué el timbre y unos segundos después la puerta de entrada se abrió-. ¡Pasa! -escuché decir a la mamá de Alexis. Entré lentamente, está corriendo de un lado a otro por el living, fruncí el ceño- ¡Hola Mateo! Disculpa, es que van a venir a buscar un comedor y me voy a volver loca -exclamó suspirando al final.
-No se preocupe -dije y miré a la cocina, está el cuñado de Alexis. Este me miró.
-Hola -me dijo amablemente, está haciendo algo, como unas trufas...
-Hola -dije sonriendo. Ay... Se ve delicioso, que ganas de comer una, se nota que son para vender, tiene tres bandejas llenas de las pequeñas bolitas. En ese momento la mamá de Alexis salió a hablar a fuera por teléfono y dejó la puerta abierta. No veo a Alexis por ningún lado.
-Oye, ¿podrías probar esto por favor? -me preguntó Federico.
Por supuesto, puedo probarlas todas si quiere...
-Claro -dije y fui a la cocina. De un bol tiene masa sacó un poco con una cuchara y me la dio. Lo probé.
-Tiene demasiado licor ¿verdad? -dijo, saboreé la masa en mi boca... Efectivamente tiene mucho sabor a licor, pero a mi parecer esta delicioso.
-Mmm... Mas o menos -dije y el asintió-. ¿Dónde está Alexis?
-Recién salió a buscar a el camión, es que van a vender ese comedor -dijo indicándolo, lo vi, siempre me pareció un comedor muy bonito. Él le echó algo a la mezcla, como un tipo de maizena, creo, y empezó a revolverlo-, y el problema es que el camión se perdió y Alexis fue.
Asentí, al tiempo en que sentí como entraba alguien, giré y me encontré con Alexis, su mamá y un joven. Alexis me miró y saludó-. Hola -me dijo sonriendo suspirante.
-Hola -le dije también.
-Buenas tardes -dijo el joven a mí y a Federico. Lo saludamos.
-Aquí esta -dijo la mamá de Alexis, indicándole el comedor al tipo.
-Ya, partamos por las sillas -dijo el joven.
-Claro -respondió ella. Alexis las empezó a apilar de a tres y empezaron a llevar hacia afuera.
-¿Ayudo? -pregunté y la mamá de Alexis me asintió. Tomé una... La única que quedaba, salí afuera, justo iba entrando Alexis.
-Anda a dejarla allá -me indicó con su mano en mi espalda. Me dirigí al camión que esta estacionando afuera de la casa y el joven me recibió la silla. Volví a entrar a la casa, han desarmado el comedor. Alexis salió con una de las dos tablas, es muy grande.
Bueno, creo que ya ayudé suficiente.
Terminaron de poner todo en el camión y luego la mamá de Alexis y el joven se fueron-. Me cansé -dijo Alexis suspirando yendo donde estoy yo y Federico-¡Que rico! -dijo a punto de tomar una trufa de una de las bandejas.
-¡No! -dijo Federico exaltado, Alexis se detuvo y lo miró abriendo los ojos ampliamente, cual suricato, aquella expresión me hizo reír-. Tengan, coman de acá -dijo estirándonos el bol, que aún tiene bastante mezcla. Alexis sacó con el dedo y se lo llevó a la boca. Me miró cuando lo hizo, yo baje la vista rápido. Sentí calor en mis mejillas y me volví a reir.
-Corrí como siete cuadras -dijo Alexis, y de nuevo suspiró. Se nota acalorado.
Federico apiló las cuatro bandejas, las tomó y Alexis fue a abrirle la puerta-. De vuelta voy a pasar a buscar a Anaís -dijo Federico antes de salir por la puerta. Alexis asintió-. ¿Llevo todo verdad? -balbuceó para sí mismo. Luego asintió y se fue.
Narra Alexis:
Giré y lo vi, apoyado en la pared y chupándose el pulgar. Levanté mis cejas y sonreí, subimos a mi habitación y me saqué el polerón dejándolo en la cama-. No hay sillas -dije y Mateo me miró, entró he hizo una mueca. Me senté en la única silla que hay, la del escritorio. Bueno... podemos sentarnos en la cama simplemente...
-Sera pues -dijo como en un suspiró, se acercó a mí, se sentó en mi pierna izquierda y abrió un cuaderno, sin mirarme en ningún momento. Suspiré y la risa salió genuinamente de mí.
¿A qué juega este pendejo? Hará que me dé algo...
Me recargué en el respaldo de la silla sin poder dejar de sonreír ni mirarlo. Ya me saqué el polerón..., pero siento más calor que antes. Amo esto que hace, amo que intenta probar, ponerse a prueba él mismo, tomar de alguna manera el control... Pero es tan adorable que más que nada su sonrojo y nerviosismo lo que me gusta. Puse mis manos en mis bolsillos y estiré las piernas, él escribe todo colorado-. ¡Trajiste el bol! -dijo y sonrió, sacó masa de trufas con el pulgar y lo chupó.
Narra Mateo:
Se está riendo, soy un idiota, ¡¿en que estaba pensando?! No hace nada, no se mueve, Alexis me hace hacer cosas tontas. ¡Soy un idiota! -. Juro que odio al viejo de matemáticas -dijo de repente. Puso sus manos en el escritorio y se acercó a él. Quedamos muy juntos. Su mano empezó a acariciar mi cintura y yo volví a escribir en el cuaderno lo que intento sea un guía para hoy.
-¿Por qué? -pregunté borrando absolutamente todo. Todo está normal... No es como que en un acto de impulsividad me he sentado arriba de Alexis y ahora me estoy arrepintiendo rotundamente... Para nada...
Con su dedo sacó del bol una gran cantidad de mezcla.
Narra Alexis:
Pasé mi dedo por su mejilla y en el limite que separa su mentón de su cuello-. ¡Oye! -me regañó, girando para verme.
-¡Ups! -dije burlesco y sonreí, Mateo tomó el papel higiénico que está en mi escritorio al lado del computador-. Eso no se puede desperdiciar -dije arrebatándoselo y seguidamente le lamí el cuello fugazmente.
-¡Ahg! ¡Te pones gay! -dijo quejando y alejándose de mí. Me carcajeé fuerte y al pellizcarle la cintura también se rio.
Pendejo de mierda, es tan tierno... Es travieso y le gusta peligrar...
-¿Yo? Mira quien lo dice, yo no soy el que está sentado en tus piernas -dije burlesco y él inmediatamente se quiso bajar, pero lo sostuve con fuerza y seguí haciéndole cosquillas. Esta apoyado con la espalda en el borde del escritorio, yo tengo ambas manos en este, acorralándolo, lo giré un poco y me miró. Alejó su cabeza, pegándose más al borde.
Nunca me cansaré de decirlo. Es hermosísimo.
-Me caes mal... -dijo, pero lo interrumpí con un beso.
Como siempre, se contuvo y forcejeó un poco, el juego se terminó y Mateo se desesperó. Solo un poquito más y por fin cedió. Puse una mano en su espalda, lo atraje a mí y con la otra sostuve su cabeza firmemente. Él, con sus manos en mis hombros me besa lento, brusca y torpemente.
Escribí esto torturándome sola, tengo unas ganas tremendas de comer chocolate :'
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💓💓💓
-Dolly
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¡Tú eres mi pendejo!
Novela JuvenilAlexis, un chico aficionado a correr, pierde todo cuando su nivel en la escuela baja demasiado. De muy mala gana, se inscribe en un taller de tutorías, donde conoce a Mateo, un chico bastante especial y que, extrañamente para Alexis, llama su atenci...