Ya terminaran las clases, se supone que iré a la casa de Alexis, pero él no me confirmó nada.
Tocaron la campana y fui a la salida. Me sorprendí mucho al ver a Alexis apoyado en su casillero. Me acerqué.
—Hola —le dije.
—Hola, ¿qué vamos a estudiar hoy? —dijo y ahí deduje que sí iremos a su casa.
—Mmm, lo que tú quieras.
—Álgebra —dijo mirando al techo pensando decidido. Me agaché y abrí mi casillero. Guardé mis cosas, me paré y lo seguí. Salimos y fuimos a la parada de autobuses.
En el camino saqué mi teléfono. Alexis me habló de lo mucho que odia los autobuses, ya que nunca puede ir cómodo porque sus piernas chocan con los asientos de adelante y debe ponerse de lado. Yo en cambio quepo perfectamente. Luego jugué un juego en mi celular, él también quiso jugar, luego fue que cuando perdiera uno le tocaba al otro. En un momento se picó, y maldecía mucho, yo solo me reía intentando explicarle cómo ganar.
Llegamos a su casa. Es una casa grande de dos pisos, con un patio delantero muy bonito. Está en un condominio. Entramos y lo primero que vi fue a una niña correr hacia Alexis, quien la tomó en sus brazos.
—¡Anaís! ¿Cómo estás? —dijo jugando con ella. La niña se ríe. Es de una piel muy pálida, tiene el cabello negro muy parecido al de Alexis. Supuse que es su hermana. La pequeña me miró.
—Hola —le dije sonriendo. Pero solo me quedó mirando tímida.
—Saluda Anaís, dile "hola Mateo" —le dijo Alexis al oído.
—Hola Mateo —dijo la niñita, y Alexis sonrió. Fuimos a la cocina, están dos mujeres y un hombre.
—Hola mamá —dijo Alexis aún con la niña en brazos—. Hola Martina —dijo saludando a la otra mujer—. Hola Federico —dijo saludando al tipo. Todos se saludaron y yo estaba ahí, en modo invisible—. Él es Mateo, me hace tutorías —me presentó Alexis. Su mamá se acercó a mí.
—Hola —dije estirando mi mano, pero me ignoró y me besó en la mejilla. Todos los otros me saludaron también, es un ambiente muy acogedor.
—¿Ya se iban? —preguntó Alexis a la mujer que llamó Martina.
—No, en la noche, o más rato —dijo ella y Alexis asintió con la cabeza.
—Bueno, vamos a estar en mi habitación —dijo Alexis.
—Ve tranquilo hijo —dijo la mamá de Alexis y él bajó a la niña que corrió donde ella. Al irme sonreí y ellos igual hicieron un gesto amable. Subimos la escalera, su pieza está en el fondo del pasillo.
—Permiso —dije entrando.
—Ululá señor francés —dijo burlón tirando su mochila al piso, yo solo sonreí negando con la cabeza.
Hay una cama con un cobertor azul, un escritorio lleno de cosas, un computador y tres pufs de colores. Entre las cosas que más destacan—. Yo voy a ir al baño, ponte cómodo —dijo saliendo. Me senté en una silla del escritorio y esperé. Miré de nuevo su habitación, en la pared hay una escopeta.
Okey... Debe ser solo decoración.
Noté otra cosa que llamó mucho mi atención. Un oso de peluche, uno grande, un panda en su cama. Sonreí y lo tomé, es muy suave. Lo allegué a mi nariz, abrazándolo contra mi pecho y aspiré fuerte. Huele delicioso. Cerré mis ojos, disfrutando... Sentí pasos cerca y lo arrojé rápidamente a la cama, giré y abrí un cuaderno rápidamente. Alexis llegó y se sacó su polerón. Dejándome ver su prenda superior, una camiseta color azul que se moldea a su cuerpo perfectamente.
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¡Tú eres mi pendejo!
JugendliteraturAlexis, un chico aficionado a correr, pierde todo cuando su nivel en la escuela baja demasiado. De muy mala gana, se inscribe en un taller de tutorías, donde conoce a Mateo, un chico bastante especial y que, extrañamente para Alexis, llama su atenci...