Me seguí sintiendo como un niño recibiendo un dulce. Me brotaba la felicidad. Simplemente porque me encanta estar con Mateo. Seguimos viendo las noticias. El temporal arrasaba en gran parte del país.
—Voy a poner el canal de aquí —dijo Mateo y yo asentí.
El bus quedó completamente destruido. Ya iban por tres muertes. Fue un accidente fatal, y pensar en si a la mamá de Mateo le hubiera pasado algo resulta en ser muy trágico. Su madre y padre muertos por un accidente de tránsito... Simplemente horrible
—Mi mamá no estará mañana —escuché decir a Mateo. Lo miré con la cabeza gacha, mientras movía la pierna.
—¿Trabaja en el hospital? —. Mateo asintió.
—Emergencias —dijo haciendo una mueca.
—... Bueno y aprovechamos de informar que el suministro de luz se ha normalizado nuevamente... —dijo la reportera desde la televisión— ... El toque de queda continua... —. Luego salió un meteorólogo diciendo que el temporal se extendía hasta mañana
—Hey, mira: se suspenden las clases en la escuela —escuché decir a Mateo. Lo miré y me mostró el mensaje en su celular. Exactamente un pantallazo de la página de informaciones.
—¡Bien! —dije sonriendo y empuñando mi mano. ¡Le gané a ese puto examen!
—Oye, ¿tienes hambre? —preguntó Mateo tocándome el brazo.
—¿Tú tienes?
—Un poco... Hay helado... Voy a comer helado. ¿Quieres helado?
—Yaaa —dije emocionado y seguí viendo la tele. Me di vuelta para verlo entrar a la cocina. Se me queda tan pequeño... Es tan adorable. Es como un bomboncito, y tiene ese culito tan...
No. Alexis contrólate.
Suspiré y negué con mi cabeza. Mateo llegó con el helado, sabor tres leches. Demasiado rico. Como Mate...
—¡Ya Alexis, para! —me regañé a mi mismo mirando a la nada. Sumergido en mis pensamientos. Salí de mi trance y lo miré. Definitivamente no ayudo mucho. Comiendo una cucharada, se le quedó un poco de helado en el labio, que quitó lamiéndoselos.
Giré la cabeza lentamente en dirección a la televisión. Pensando cosas tan pervertidas que me decepcioné de mí.
—Me dio calor —se quejó, sacándose el chaleco. Dejó al descubierto una camisa de esas que siempre usa. Cuadritos rojos, amarillos y naranjas. A mi igual me ha dio calor, pero supe que si me sacaba el polerón me daría frío en los brazos. Mateo se paró—. Voy a dejar esto en mi pieza —me avisó tomando nuestras mochilas.
—Va —asentí. Y de repente pensé: ¿Dónde dormiré yo?... Nah. El sillón se ve cómodo.
Volvió con un cargador en manos, lo enchufó en un alargador al lado del mueble donde está la tele y volvió a sentarse en el sillón. Se sacó las pantuflas y puso los pies arriba. Sentir su pie debajo de mi muslo me puso un tanto nervioso—. No creo que quieras ir a acostarte, ¿verdad? —dijo y sonrió.
—No, es muy temprano. ¿Y tú?
—Mañana no hay clases así que ¿para qué? —dijo sonriendo—. Pero cuando quieras solo ve, ¿okey?
Espera... te...
—¿Dónde duermo yo?
—En mi pieza, en mi cama —dijo como sonando muy obvio. Me quedé en silencio, y Mateo me miró.. Hizo un gesto de sorpresa—. O... yo puedo dormir aquí en el sillón y tú en mi pieza, o tú en mi pieza y yo en la cama de mi mamá —rio nerviosamente.
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¡Tú eres mi pendejo!
Teen FictionAlexis, un chico aficionado a correr, pierde todo cuando su nivel en la escuela baja demasiado. De muy mala gana, se inscribe en un taller de tutorías, donde conoce a Mateo, un chico bastante especial y que, extrañamente para Alexis, llama su atenci...