52 "That dick is all mine"

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¿Qué pasaría si les digo que tuve que hacer una traducción especialmente para este capítulo? Quedó bien cringe, pero igual :')

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-¡Ahg! ¡Déjame meterla entera! -me exigió Mateo.

-¡Ya no cabe nada más Mateo! -le reclame, quejándome.

-¡Oigan! ¡Heiko tiene las dos metidas! ¡No es justo! ¡SON GIGANTES! -se quejó Kei, removiéndose con fuerza en el sillón, intentando echarme hacia un lado.

-¡Hey! ¡Yo también quiero meterla! -exclamó la emo y me dio un codazo.

-¿Enserio se están peleando...? ¿Por un calentador de manos? -dijo Boris indignado.

Después de la batalla, Kei y la emo ganaron. Quedando con sus manos a cada lado, dentro del calentador en forma de oso panda que me regaló Mateo. Suspire y Kei me miró maliciosa. Yo entrecerré los ojos.

Esto no se quedará así.

-Se me había olvidado -escuché decir a Heiko. Levanté la vista y lo miré-. Feliz cumpleaños -dijo, y me entrego un pequeño paquetito.

-Gracias Heiko -dije y se lo recibí sonriente. Lo abrí. Probablemente es dinero...

Mire lo de adentro. Mire a Heiko. Y la sonrisa se me dibujo por si sola en el rostro.

-¿Te gustan? Ni siquiera sé si te sirven -dijo y se rió un poco, nervioso.

-¡Están geniales! ¡Gracias! -dije alegremente.

-¿Qué es? -pregunto Mateo.

Le mostré los dos pares de piercings que me regalo Heiko. Un par son argollas, como las que tengo ahora, pero en color calipso. Y los otros son topes con pinchos negros. Son hermosos.

-Ah... -dijo Mateo asintiendo. Sonrió y ladeo la cabeza a la derecha.

Narra Mateo:

Otra vez... ¡¿Como no se me ocurrió?!

Apreté los ojos con fuerza y solo lo dejé pasar. Soy un bobo.

Alexis se cambió las piezas en sus labios. Admito que me resulto extraño verlo por esos breves diez segundos sin nada en ellos. Se los cambio por esos con pinchos negros.

Reconozco que gusta mucho como se le ven.

Pedí otro pedazo de pastel. La verdad nunca había probado un pastel tan delicioso. Alexis me explico que quien lo había hecho era Federico, su cuñado. Y todo tuvo mucho sentido.

-Es parecido a la receta de trufas -lo escuche decir. En un tono el cual solo yo pude escuchar. Trague saliva y lo mire. Recordando aquella vez... en su pieza...

Y lo cómodas que son sus piernas...

Gire mi cabeza rápidamente y mire al frente. Sintiendo como sonreía maliciosamente. Se acomodo de tal manera que quedo mucho más apegado a mí. Brazo con brazo. Muslo lateral con muslo lateral. Y por si fuera poco puso su brazo en el respaldo. Yo... sentí ese estúpido calor en mis mejillas y bajé mi vista.

Empecé a calcular los tiempos... la locomoción...

Suspire y haciendo una mueca dije: Ya me debo ir.

-No -dijo Alexis como un niño pequeño y me tomo del brazo cuando me pare, jalándome para que me volviera a sentar. Yo me reí.

-Es que ya se hizo tarde Alexis -dije e hice otra mueca. El suspiro y se puso serio.

¡Tú eres mi pendejo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora