42 "Calor infernal"

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Narra Mateo:

—No quiero —dije quejándome, me enrollé en las tapas y volví a cerrar los ojos.

—Levántate a las una —dijo mi mamá.

—A las dos... —balbucee molestándola, sonreí y me acurruque en la cama.

—¡A levantarse! ¡Ese cabello no se va a cortar solo! —dijo y me petrifique. Me destapo y grite, sentí un frio horrible y abrace mi almohada— Mateo Zúñiga te quiero bañado, bonito y oloroso tomando desayuno en el comedor en treinta minutos o voy a cortar el gas —dijo, me nalgueo, me queje y sobresalte, salió de mi pieza y prendió la radio.

Tal como me ordeno mi mamá ya estoy tomando de mi café con leche.

—¡Despierta! —dijo y me sobresalte, me estaba quedando nuevamente dormido. Dejé mi café en la mesa y me restregué los ojos. Son las seis de la mañana y solo quiero morir.

—Quiero ver tele —dije y agarré el control. Apagué la radio y prendí la televisión. Deje las noticias.

Escuche el sonido de la afeitadora y me dio un escalofrió. Mire a mi mamá a modo de súplica y solo me ignoro.

—¡Ya! Solo quédate quieto o te voy a dejar igual que Jorgito, ¿recuerdas? —dijo y me reí— después anduvo con un gorro todo el año —balbuceo y me peino. Me quejé e hice un puchero.

—No quiero —murmure. Realmente no me gusta cortarme el cabello.

Al final termino y debo decir que quede muy bien. Mi mamá es la única persona que dejo me corte el cabello. Me dejo más corto a los lados y arriba se ven mis rizos.

Ya estoy con mi bolso en la entrada de mi casa.

—¿Llevas todo? —pregunto y asentí, me peino el cabello con sus dedos y yo cerré los ojos. Estoy muerto de sueño...

—Llevo todo —balbucee.

—¿El permiso? —dijo y me quede pensando. Me miro y sonreí. Me lo paso y lo metí a mi bolsillo.

—Ya, chao —dije y me beso en la mejilla. Sonreí y la abracé, la levante un poco y ella se rio. Salí de mi casa y fui a tomar el bus.

Ya voy caminando a la escuela, como a una cuadra.

—¡Mateo! —escuche decir a alguien detrás mío. Giré y vi a Boris. Sonreímos y nos saludamos, paso su brazo por mis hombros y seguimos caminando.

Lo mire. Me gusta mucho como se viste Boris. Siempre anda con cosas sueltas y grandes, un abrigo café y con muchos anillos. Aparte de que como tiene el cabello muy corto y es delgado se ve muy bien. Llegamos y fuimos al patio. Esta toda la escuela, con bolsos y equipaje. Ya son las siete de la mañana. Divisamos a Keila y a Angelita sentadas en el borde de una muralla corta, que arriba tiene pasto y arbustos. Fuimos donde ellas, pero Boris paso al kiosco a comprar galletas. Las vi, están las dos pegadas en el celular de Angelita, con el celular en horizontal y viendo algo.

—Hola —dije y sonreí. Pasaron sin darme respuesta, están tan petrificadas viendo la pantalla que ni se dieron cuenta de mi presencia. Llego Boris y se sentó al lado de Keila.

—¿Que ven? —dije y me senté al lado de Angelita. Mire su celular.

Y mi corazón se paró.

Están viendo porno. Dos hombres teniendo relaciones sexuales, violentamente en una cama roja.

Angelita se dio cuenta de mi presencia y lanzo un grito, Keila se sobresaltó y me tapo los ojos, luego simplemente se empezaron a reír.

Siento calor en todo mi rostro. Hasta en las orejas y no puedo reaccionar. Cómo por si fuera poco vi a Alexis caminando hacía nosotros. Las chicas se siguen riendo. Bajé mi vista rápidamente y tragué saliva.

¡Tú eres mi pendejo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora