43 "Un gato con rabia"

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—Se van a caer, se van a morir y yo no voy a ayudarlos —dijo Mateo desde la roca.

Me puse en posición, flexioné las rodillas y esperé a que Kei se subiera a mi espalda. Cuando lo hizo, Angelita no tardó en llegar, y con una fuerza descomunal saltó y se subió a la espalda de Kei. Perdí el equilibrio. Y nos sacamos la mierda.

Kei esta tirada en el pasto teniendo un ataque de risa y Angelita se está quejando, sobándose el brazo sonriendo. Negué con mi cabeza y me reí.

—¡Segundo intento! —dije emocionado.

Kei se subió a mi espalda, le dije a Angelita que no lo hiciera tan rápido y sí funcionó. Gritamos los tres de alegría, estas dos no pesan nada.

—¡Ahora yo! —escuché que grito Boris. Kei gritó y Angelita ya está que se orina encima de tan tentada de la risa. Boris nos empujó y caímos todos de nuevo.

Narra Mateo:

Me reí y volví mi vista a mi libro. Keila, Boris y Alexis se quedaron jugando a la pelota, con una botella rellena de tierra. Angelita llegó a mi lado. Estamos en una zona del camping donde hay juegos para niños. Hay muchas familias de vaciones, niños jugando y gente y chicos y chicas de la escuela bañándose en el lago.

Marqué mi libro con el separador de páginas y lo dejé a mi lado.

—Amiguito voy a comprar helados, ¿quieres? —me dijo Angelita, yo le asentí emocionado y fue a comprarle al vendedor.

Suspiré y miré al cielo, hoy las nubes están preciosas. A Mikaela le encantaría esta vista... Ella es una amiga de mi curso que le encanta dibujar.

—Linda cadena —escuché decir a una suave voz a mi lado. Miré en dirección a esta y vi a un chico sentado junto a mí.

—Gracias —dije y sonreí sin separar los labios. Es un chico bronceado y de cabello rubio largo, como hasta el hombro y muy desordenado. Con solo unos shorts y el cuerpo muy mojado. Un cuerpo muy delgado. Se echó hacia atrás y puso el dorso de su mano en su frente, pude ver sus peludos sobacos y como se le marcaron las costillas.

—¿Tú no eres de acá cierto? —me preguntó el chico de repente.

—No, yo vine por un viaje escolar —dije y sonreí frunciendo los labios.

—Ah, esa escuela... Han hecho muchos problemas en el sector —dijo y yo tragué e hice una mueca.

—Mmm, que mal —dije nervioso. No debo confiarme tanto hablando con este desconocido... Pero se nota amable e inofensivo.

—Y usted... ¿Es de por aquí? —pregunté.

—Primero que todo, no soy un viejo para que me trates de usted —dijo y se río, yo sentí calor en mis mejillas y él solo sonrió— y sí, soy empleado en uno de los restaurantes del pueblito, mi padre es el jefe de la residencia y del manejo de cabañas —dijo y yo abrí los ojos, asentí y sonreí.

—Wow, ¿estás todo el año acá? —pregunté, él se sentó bien y se apegó más a mí. Pude sentir su cuerpo mojado y sudado pegar con mi brazo y me incomodé.

—Sí, en esta temporada se llena —dijo y yo asentí, me alejé un poco y bajé la vista.

Nos quedamos en silencio, él tararea una canción. Me acomodé los lentes.

—Mira eso, eres muy lampiño niño —dijo y con su dedo índice toco mi pierna, abrí los ojos y asentí. Aún un poco nervioso. Pero realmente se nota inofensivo el chico.

—Genética... Supongo —dije y me sonrió. Tiene una sonrisa muy hermosa.

—¡Ya! Compré de vainilla y uno de chocolate —dijo Angelita, se sentó a mi lado y le recibí el helado de vainilla.

¡Tú eres mi pendejo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora