Llegué a la escuela, hoy esta medio nublado y muy frío. Cómo siempre pasa, la primera hora esta muy aburrida. Hasta el momento no hemos hecho nada.
-¡Despierte Alexis! -escuché decir al profesor enojado. Me senté bien y lo miré. Viejo de... ¡Ni siquiera estoy durmiendo!
-Disculpe -dije, fuerte y serio. Odio que me regañen. Que enserio me regañen.
-No usé ese tono conmigo Alexis, cuidado.
Inevitablemente lo miré lleno de ira.
Hoy no por favor. Alexis hoy no explotes.
-Usted tampoco -dije de la misma manera que él. Esta todo el curso pendiente y callado.
-¿Perdón?... ¿Sabe qué? Usted me aburre, se quedará sin receso Quivera, por falta de respeto -dijo y afligí el ceño.
Quise responderle, quise pararme y responderle, pero no quería arruinar este día, por más rabia e impulso me denotaba la situación.
Narra Mateo:
¿Dónde está?
No paro de mover la pierna debajo de la mesa. No esta ni Keila, ni Boris, ni Alexis. Empiezo a imaginar cosas, cómo que están con Owen, los cuatro.
Alexis y él...
Siento que Alexis... Más bien, doy por seguro, que Alexis ya no quiere nada conmigo. Si no, me buscaría. Alexis es muy amoroso conmigo, y estos días ni siquiera me ha querido hablar cuando yo quise acercarme y conversar, por eso dejé de intentarlo también.
Ya estoy en la segunda clase, sigo triste, ansioso y muy angustiado. No paro de pensar, lamentarme y querer volver el tiempo atrás, muy atrás. Cambiar lo que pasó ese día con Owen, dejar que Alexis me rogara que tuviéramos tutorías, o el día en que me encontró en la calle.
Tocaron para el segundo receso, en el curso mis compañeros no dejan de hablar del viaje escolar. Están todos muy emocionados, yo en este punto ni siquiera quiero ir. No iré, ya no quiero nada, solo quiero...
-Solo quiero a Alexis -me quejé bajito, rompiendo en llanto. Salí de la sala y corrí hacía el patio. Pasé por la cafetería y lo vi, con Keila, conversando y riéndose en una esquina, caminando rápidamente. Mi pecho dolió.
Fui al lugar del otro día, detrás del kiosco. Suspiré, sequé mis lágrimas, me agarré el cabello con fuerza y empecé a caminar de un lado hacía otro rápidamente.
-Tonto, tonto, tonto, eres un tonto -me dije a mí mismo fuerte, sin que me importe. Puse mi frente contra la muralla de concreto negra y apreté los ojos.
¿Qué debo hacer para que esto termine? Dios, ¿por qué yo?
-¡Mmh! ¿Por qué yo? -seguí quejándome, ya en la cúspide de mi pataleta. Seguí maldiciendo, cuando...
-¿Mateo? -escuché decir a alguien atrás mío. Giré rápidamente. Es Marco...
Me enervé.
-¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí? -me preguntó preocupado. Sin darme cuenta, solté otra lágrima e inevitablemente mi mentón tiritó-. ¿Qué pasa Mateo?, ¿por qué lloras? -Se acercó.
Me alejé rápidamente.
-Hola... Nada... No es nada, ya me voy -dije con la voz cortada.
Giré para irme pero él me detuvo tomándome del brazo.
-Mateo no, dime... Oye -dijo tomándome de ambos brazos.
Tragué saliva, desde lo que pasó ese día, Marco me asusta.
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¡Tú eres mi pendejo!
Teen FictionAlexis, un chico aficionado a correr, pierde todo cuando su nivel en la escuela baja demasiado. De muy mala gana, se inscribe en un taller de tutorías, donde conoce a Mateo, un chico bastante especial y que, extrañamente para Alexis, llama su atenci...