45 "Quiero otro durazno"

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🔴ADVERTENCIA🔴: Capítulo con contenido sexual explícito.

Los duraznos están realmente deliciosos, son muy dulces, tiernos y jugosos. Lástima que Alexis no esté aquí, ya me empiezo a entristecer.

—¡Mateo! ¡Te he buscado por todas partes! —escuche decir a alguien, gire y ese alguien me tomo de la muñeca y yo me sobresalté. Es el coordinador Carlos.

Ay no, no otra vez...

—¿Qué pasa? —dije y lo seguí, está caminando muy rápido.

—Mateo, ¡si quieres te pago! Pero necesito, necesito urgentemente a que me ayudes con algo por favor —dijo desesperado, yo fruncí el ceño y solo asentí.

Salimos por la parte de atrás, pasamos por una cocina llena de cocineros y hasta nos llamaron la atención, el coordinador aprieta un notebook con fuerza contra su pecho. Llegamos a una parte, como a una casita detrás del lago. Forzó la puerta y paso sin más, yo fruncí el ceño.

—¡Pasa rápido! —me dijo y yo me sobresalté, lo hice y cerró de un portazo. No es por nada, pero ya me empiezo a asustar...

Dejo su computador en una mesa, donde hay martillos y clavos, es una cabaña, pero es como el garaje de una cabaña. Empezó a teclear rápidamente, yo mire y no entendía nada, son muchos códigos extraños.

—¡Damasco! —dijo y me quito la bolsa de las manos, saco uno y lo mordió con fuerza, esta eufórico, le quite la bolsa y me enoje, solo quedan dos, se supone eran esos tres que quedaban para Alexis.

—Esa... Esta cuenta... Mateo —dijo y me agarro de los brazos, tiene los ojos abiertos como platos, y él ya los tiene así, saltones y tétricos, lo cual me hizo asustarme al verlo— necesito que pases dinero a esa cuenta, sin que quede registro, que deposites sin que esa persona sepa quién soy, sin nombres ni nada, ¿de acuerdo? —dijo y yo me quede pegado, trague saliva y asentí muy extrañado.

—O-okey... —dije nervioso. ¿Pero y cómo hago eso?

—¡Niño eres un ángel! Toma, aquí están los datos —dijo rápidamente y se fue. Estoy un poco en shock, esto es muy raro...

Me encogí de hombros y empecé a hacerlo.

—Mariano Lavigne —balbuceé leyendo el nombre en el papel, verifique la cuenta y era la misma. Suspiré y volví a ver el papel.

—Entonces... —dije mirando la cantidad, me acomodé los lentes y leí.

$300.000.000

Ay Dios mío...

Abrí los ojos de par en par y me dio un palpitar muy fuerte, tragué saliva y solo lo hice. No sé por qué, pero me dio un miedo... Un miedo profundo... ¿Qué es esto? El coordinador... En anónimo y estaba desesperado, esto es muy raro...

En ese momento sentí un olor conocido, un humo inundo mis fosas nasales y el fuerte olor a tabaco hizo llorar mis ojos. Mire hacia el lado y salte del susto.

Esta Alexis, como a tres metros, debajo de una repisa sentado en una silla de playa, con su traje de baño y una toalla al hombro. El cuerpo sudado y el cabello mojado, mirándome absorto, con unos ojos asesinos que hicieron estremecerme.

Narra Alexis:

Vida, mundo, Dios... Sea quien sea... ¿Por qué no pueden entender que quiero estar solo?

—Alexis... No te había visto —dijo Mateo y sonrió nervioso, bajo la vista y volvió a una expresión de miedo y angustia.

—Estuve todo el rato acá.

¡Tú eres mi pendejo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora