Capítulo con contenido sexual explicito.
Este capítulo es bien pendejo, pero lo amo :')
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Es tan hermoso. Es eso que siento, no me merezco. Es eso que siento, nadie se merece.
Quieto. Descansando. Durmiendo. Echado en mi cama, enrollado en la sabana y desnudo. Lo único material que adorna su cuerpo es su cadenita. Le saqué los lentes y ya desconozco la ubicación del calcetín gris.
No puedo conciliar el sueño. Siento ansiedad, quiero llorar, quiero gritar y desaparecer. Intento procesar todo esto, pero me cuesta. Me cuesta y lo peor es que no sé porque me siento así. Simplemente me tiene saturado, me tiene aterrado la sola idea de pensar en no tenerlo conmigo. Siento el deber de hacerlo inmensamente feliz, de no cagarla, de comportarme como tal, de demostrarle que lo amo muchísimo. No quiero verlo triste nunca más, no quiero que vuelva a sufrir en su vida.
Y sé que esto es prácticamente imposible ya que le queda demasiado por vivir. Pero aun así lo deseo. Solo quiero velar por su bien.
Estoy sentado en mi silla de escritorio mirando para afuera, la luna. Saco un tabaco y mi encendedor. Resoplo y lo guardo.
"Fumando, los pulmones se te hacen papilla".
El me lo dijo. Un día martes en mi casa. Es la primera persona que me ha dicho algo relacionado con que no fume, ni mis padres alguna vez me lo dijeron. Pero el sí. Y yo solo lo ignoré y prendí el tabaco en frente de él.
Creo que le haré caso. Por esta vez.
Lo miro otra vez, para ver si ese ángel en mi cama es real o solo una fantasía. Su desnuda espalda me deja ver la cándida sensualidad de aquella curva que forma su cintura. Un rebelde rizo que he visto, nunca puede dejarlo en su lugar le tapa la frente y el ojito. Le corre la baba por la comisura y tiene la pierna inquieta por periodos cortos de tiempo. Me desespera un poco.
¿Marca de nacimiento? ¿Una cicatriz? ¿Un fallo en la realidad? ¿Una manchita producida por alguien que apagó su cigarro en esa parte? No lo sé. Y me da miedo, porque la última opción parece ser la acertada.
Esta ahí, si no le pones atención pasa desapercibida, pero está ahí. Tal vez soy muy dramático y estoy pensando de más. Tal vez estoy alucinando o mi mente no logra aceptar la idea de que esa manchita en su espalda baja está ahí.
Acerco mi silla al lado de la cama, bajo un poco la sabana descubriendo su cadera. Y ahí la logro ver. Como si fuera un enemigo. Busqué indicios de si hay otra parecida cerca y para mi sorpresa la hallé. A solo centímetros, en el comienzo de su glúteo izquierdo. Seguí, seguí y seguí y encontré tres camufladas en el doblez de sus rodillas y dos en su pie...
Mierda...
-Ese ya me lo sé -balbuceó Mateo de repente, soltando una risita. Lo miré y pude ver como está dormido. Lo más probable es que este soñando-. Mira... El señor es mi pastor... de faltar -siguió balbuceando. Sonreí.
Mateo habla dormido.
-Me la sé -balbuceó, algo desesperado, acomodándose en la cama.
-Si, te la sabes -susurré y le acaricié el cabello. Esta delirando.
-Papá -murmuró y se volvió a acomodar, dándome la espalda esta vez.
Suspiré y admito, me dio pena.
Cuando me digne a acostarme, Mateo me tomó del brazo y se abrazó a él con fuerza. Y me logré dormir, ya por el cansancio extremo que sentía mi cuerpo.
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¡Tú eres mi pendejo!
Novela JuvenilAlexis, un chico aficionado a correr, pierde todo cuando su nivel en la escuela baja demasiado. De muy mala gana, se inscribe en un taller de tutorías, donde conoce a Mateo, un chico bastante especial y que, extrañamente para Alexis, llama su atenci...