Sería un día difícil de sobrellevar. Uno de los más difíciles de mi carrera, pero habíamos trabajado durante mucho tiempo en este caso y las evidencias y los hechos estaban a nuestro favor.
Si bien todo el equipo del estudio jurídico se había esforzado sin descanso para lograr enviar este caso a la corte, me pertenecía en esta ocasión la difícil tarea de llevar a cabo el juicio, presidiendo los alegatos como la parte acusadora contra un individuo que había sido imputado de haber asesinado a su mujer.
No había podido dormir en toda la noche, pensando, repasando mentalmente todo lo que habíamos preparado para la audiencia de esta tarde. Ya llevábamos casi tres meses de juicio en donde se habían presentado las pruebas, declarado los testigos y peritos, y se habían exhibido los documentos e instrumentos para demostrar la postura asumida de nuestra parte. Se podía decir que el tribunal ya podía pasar a deliberar para dictar la sentencia.
Pero en realidad no era el juicio lo que me tenía tan alterada.
Eran tiempos de cambios, de tomar otro camino, de tomar nuevos rumbos y costaba tomar la iniciativa.
Lo único claro y firme en mi vida era mi amor.
Solo tuve que girar en mi cama y mirar hacia mi costado para saber que esa parte de mi vida era sólida y segura.
Mi amor se había instalado en mi corazón desde el mismo momento en que Marcos había entrado a mi vida. Fue como una brisa fresca y suave, después de subsistir a una relación tempestuosa que había dejado solo devastación y dolor.
Cuando conocí a Julián, todo parecía ideal, nuestra vida era vertiginosa, alocada, pero luego de un tiempo descubrí que no lo era tanto, nuestras diferencias se acrecentaban cada vez más y esas diferencias dejaban más profundo el abismo entre los dos.
Con Julián habíamos estudiado en la misma facultad de derecho, nos recibimos el mismo año y nos conocíamos desde entonces. Luego de muchos años, nos encontramos en un juzgado y comenzamos lo que fue una relación impetuosa y apasionada.
Tanto personal como profesionalmente con Julián éramos exactamente iguales, y eso no fue algo que actuó a nuestro favor ya que nuestra relación se convirtió en una competencia, parecía que éramos rivales y ahí fue cuando comenzaron los problemas.
Tenía que reconocer que mi vida con Julián era desenfrenada y excitante, pero había momentos en que se tornaba peligrosa, porque su personalidad era tan fuerte como la mía y eso nos atraía, pero a su vez, nos alejaba cada vez más.
Hasta que terminó en desastre.
Fue por eso que, cuando conocí a Marcos, creí que estaba en el paraíso.
Con Marcos conocí lo que era realmente el amor, no solo me había enamorado y me había sentido atraída desde un primer momento por él, no solo lo amaba cada día más, sino que me había dado la paz que necesitaba. Era dulce, tierno y estaba segura de que estaba irremediablemente enamorado de mí, tanto como lo estaba de él.
Muchas veces le reprochaba que me consentía demasiado, que siempre me dejaba salir con la mía y casi sin pelear. Acostumbrada a lo que había sido la relación con Julián, una sucesión de peleas, discusiones, algo que había convertido nuestro vínculo en algo agobiante, muy por el contrario mi relación con Marcos había resultado ser todo lo opuesto. Y lo que él siempre me respondía que su misión en esta vida era solo hacerme feliz.
Lo amaba, lo amaba por eso y por ser el hombre más dulce de este mundo.
Lo mire nuevamente y me quedé hipnotizada por su cuerpo, por su rostro, por su piel, igual que cuando lo vi por primera vez.
ESTÁS LEYENDO
La decisión
Romance¿Es posible amar a dos hombres al mismo tiempo? Sofía nunca lo hubiera creído. Marcos Aguada, el hombre del cual estaba perdidamente enamorada, le había hecho dos proposiciones, una de casamiento y la otra, hacer un viaje a su pueblo natal al sur de...