Capítulo 35

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La despedida de Aguas Calientes fue de lo más emotiva, porque para Marcos esta vez significaba alejarse con esa sensación de paz que le había costado lograr y por fin había obtenido. No sabía con exactitud cuándo iba a regresar, pero ahora que su corazón había recuperado esa parte que pensó que había perdido y que pudo recuperar, sentía que era capaz de recorrer las distancias sin volver a sentir el miedo de los viejos rencores y ningún tipo de resentimiento.

Un hombre no puede ser completo si no puede unir en su vida el pasado con el presente. Uno es lo que es por lo que vivió y por lo que va a vivir, es por eso que la expresión de su rostro al dejar la Villa fue de absoluta reconciliación, con su pasado y con su alma.

Lo difícil para mí fue despedirme de Curipan. No solo por haber conocido a la mujer maravillosa que era, sino porque a su lado me sentía protegida. Cuando me acerqué a ella para saludarla pude ver la emoción en su mirada, que no era lo mismo que vio en la mía. Vio miedo y desaliento.

"Voy a estar pensando siempre en vos, Cariñé" me dijo mientras tomaba mi rostro entre sus manos y lo acariciaba con suavidad. Ella pudo sentir mi desesperación porque mi único interrogante era si iba a ser capaz de sobrellevar el peso de mi culpa.

"Sos más fuerte de lo que imaginas" dijo en un susurro apenas audible, contestando mi pregunta silenciosa. Nos dimos un abrazo lleno de ternura y salí de la casa antes de que mi llanto hiciera más triste esa despedida.

Pero si pensaba que ya nada iba a causarme tristeza, solo tuvimos que detener la camioneta en la casa de Tony. Bajé mi mirada hacia mis manos para poder ocultar mis lágrimas, pero ya era demasiado tarde. Marcos en silencio acarició mis cabellos porque él más que nadie comprendía lo que significaba este niño para mí.

Habíamos llevado a Tony a todos los lugares a los que fuimos a recorrer. Le compré más ropa de la que sabía que podía llegar a necesitar, pero no me interesaba, me había hecho mucho bien hacerlo.

Cuando entré a su casa, Amanda me informó que Tony se había encariñado conmigo y me quería más de lo que me podía imaginar, porque nunca había estado tan triste desde que supo que ya nos íbamos a Buenos Aires.

Cuando me despedí de él, no le hice falsas promesas de que volvería pronto, pero en ese momento se me ocurrió que haría todo lo posible para que el me visitara en Buenos Aires.

Su cara de tristeza cambio de inmediato por una de esperanza y me prometí a mí misma que no lo desilusionaría.

Todo había sido más difícil de lo que me había imaginado.

Si hacía unas pocas semanas alguien me hubiera dicho que iba a conocer este lugar, pensaría que estaba loco. Si tan solo hace unos días me hubieran dicho que iba a conocer a personas como Tony y Curipan que transformarían mi vida para siempre, no lo hubiera creído jamás. Porque me dieron mucho más de lo que ellos se pueden imaginar. Llevaba una mochila demasiado pesada sobre mis espaldas, cargada de miedo y de una total inseguridad, pero ellos definitivamente la aligeraron y eso para mí era lo más importante.

Era verdad que mi peso era enorme, porque si tan solo alguien me hubiera dicho que al conocer a Daniel se iba a despertar en mí esa locura que había arremetido contra mi consciencia desde el primer minuto en que lo vi, no lo hubiera admitido jamás.

Pero aquí estaba, subida a la camioneta, de regreso a Buenos Aires tratando por todos los medios de comprender lo que había pasado.

El primer trayecto del viaje lo hicimos en silencio, Marcos asumió que mi despedida de Aguas Calientes había sido más dura para mí de lo que se había imaginado, es por eso que lo respetó y no dijo una palabra. Tan solo podía sentir su mirada de vez en cuando observando mi expresión desencajada.

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